La verdadera guerra de Chile
El Gobierno debe abordar la desigualdad y hacerlo reformando el modelo socioecon¨®mico
Desde hace mucho tiempo que impera un amplio malestar social en Chile. Si bien era imposible prever que un alza del precio del metro de Santiago podr¨ªa terminar siendo la chispa que detonar¨ªa masivas demostraciones a lo largo del pa¨ªs, es m¨¢s que comprensible por qu¨¦ tantas personas han salido a las calles a protestar. Los niveles de desigualdad imperantes son escandalosos y la gran mayor¨ªa de la clase media vive angustiada por su precariedad. Las protestas masivas pronto devinieron en saqueos a grandes tiendas y supermercados, de manera que el Gobierno termin¨® declarando estado de excepci¨®n e incluso toque de queda en muchas ciudades del pa¨ªs.
La magnitud de los saqueos y de la destrucci¨®n demuestran que el pa¨ªs tiene un problema estructural. Este problema se llama desigualdad. Existen miles de cifras al respecto, pero tan solo voy a mencionar cuatro. Primero: el ingreso per c¨¢pita del quintil inferior no llega a los 140 d¨®lares. Segundo: la mitad de la poblaci¨®n gana alrededor de 550 d¨®lares. Tercero: hoy en d¨ªa dos tercios de la sociedad chilena opinan que es injusto que aquellos que pueden pagar m¨¢s tengan acceso a una mejor salud y educaci¨®n. Cuarto: el sofisticado sistema de evasi¨®n tributaria que parte importante del gran empresariado us¨® de manera sistem¨¢tica durante a?os tuvo un costo para el fisco de aproximadamente 1.500 millones de d¨®lares.
Todos estamos en shock por las im¨¢genes de descontento y rabia que recorren el pa¨ªs. Sin embargo, el Gobierno de turno y gran parte de la clase pol¨ªtica simplemente parecen no comprender la magnitud del problema ni lo que est¨¢ en juego. El viernes en la noche, cuando la situaci¨®n se estaba tornando fuera de control, el presidente de la Rep¨²blica fue a comer una pizza a un restaurante de Vitacura, la comuna [barrio] m¨¢s rica de Santiago. Unos d¨ªas antes de esto, el ministro de Econom¨ªa declar¨® que, dado que el precio del metro de Santiago es m¨¢s barato en horarios matinales, la gente tiene que madrugar para ahorrar dinero. Este tipo de actitudes solo viene a reforzar el malestar existente y el Gobierno no ha realizado pr¨¢cticamente nada para intentar aplacar el fondo del problema.
?Cu¨¢l ha sido entonces la respuesta de las autoridades? Por un lado, han guardado un inexplicable silencio y su accionar ha sido tard¨ªo y torpe. Por otro lado, el Gobierno ha comenzado a tomar un discurso crecientemente autoritario, dando a entender que el problema se soluciona con represi¨®n. Sin ir m¨¢s lejos, el presidente Pi?era dijo este domingo en la noche que ¡°Chile est¨¢ en guerra¡±. Su argumentaci¨®n es que el pa¨ªs est¨¢ enfrentando un enemigo poderoso, que est¨¢ dispuesto a usar la violencia sin ning¨²n l¨ªmite. Quienes vivimos la dictadura de Pinochet, escuchamos estas palabras con consternaci¨®n. Si bien es cierto que los saqueos son graves y es necesario generar seguridad, resulta inconcebible que el Gobierno de turno no tenga el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s de elaborar un relato que recoja el amplio malestar existente en la sociedad chilena.
El militar prusiano Carl von Clausewitz es famoso por haber acu?ado aquella frase que dice que ¡°la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios¡±. Cuando el presidente de Chile indica que el pa¨ªs est¨¢ en guerra y da a entender que las Fuerzas Armadas tienen que solucionar el problema, estamos frente a un pol¨ªtico que est¨¢ claudicando su labor: gobernar. Por suerte, el general Javier Iturriaga, quien est¨¢ a cargo de la situaci¨®n de emergencia, declar¨® que ¨¦l no est¨¢ en guerra con nadie. El presidente Pi?era y sus asesores parecen no entender que el problema que enfrenta el pa¨ªs no es militar sino pol¨ªtico. La crisis que est¨¢ viviendo Chile es una llamada de atenci¨®n a las ¨¦lites de que es preciso realizar profundas transformaciones con el fin de reconstruir el pacto social.
Mientras m¨¢s se demore el Gobierno en entender esto, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ salir de la situaci¨®n cr¨ªtica en que se encuentra el pa¨ªs. Es cierto que las reformas pol¨ªticas tomar¨¢n tiempo, pero algunas medidas simb¨®licas deber¨ªan ser el primer paso que el Gobierno deber¨ªa tomar. As¨ª, por ejemplo, resulta inconcebible que varios de los ministros que han usado un lenguaje marcado por la falta de conexi¨®n con la ciudadan¨ªa sigan en sus puestos. A su vez, dado que la dieta parlamentaria en Chile supera en 4,7 veces al promedio mundial (un diputado en Chile gana unos 25.000 d¨®lares mensuales), el Congreso deber¨ªa aprobar lo antes posible una ley que establezca una reducci¨®n del salario de diputados y senadores.
Insistir por el camino represivo no solo generar¨¢ m¨¢s violencia, sino que terminar¨¢ por dar mayor voz a fuerzas de derecha radical que claman por restringir libertades y que simplemente no ven las desigualdades que imperan en el pa¨ªs. Si la clase dirigente no comprende que es preciso reformar el modelo socioecon¨®mico imperante, lo que est¨¢ en juego es la democracia. La conclusi¨®n es simple: Chile deber¨ªa estar en guerra en contra de la desigualdad. Esa guerra se gana a trav¨¦s de la pol¨ªtica y no por otros medios.
Crist¨®bal Rovira Kaltwasser es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile. Es autor junto a Cas Mudde de Populism, a very short introduction (Oxford).
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