Brasil camina al borde del precipicio
Bolsonaro representa a una parte expresiva de las ¨¦lites pol¨ªticas brasile?as, formadas en el caldo de cultivo del racismo, la misoginia, la aporofobia y el servilismo a las naciones imperiales
Hace un a?o, el d¨ªa 28 de octubre de 2018, fue elegido el actual presidente brasile?o, Jair Bolsonaro, en segunda vuelta, derrotando al candidato de izquierda, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT). Con el 55% de los votos, la extrema derecha volv¨ªa a gobernar, m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s del final de la dictadura de los generales, establecida en 1964.
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El desplazamiento pol¨ªtico fue notable. Desde el fracaso de Fernando Collor, el primer presidente elegido directamente despu¨¦s del golpe militar, el bloque conservador tuvo como n¨²cleo duro una coalici¨®n entre el Partido de la Socialdemocracia Brasile?a (PSDB) y el antiguo Partido del Frente Liberal (PFL), actualmente denominado Dem¨®cratas (DEM), nacido de una costilla del partido de la dictadura.
Fragmentada y desmoralizada, la derecha tradicional tuvo que vincularse a una asociaci¨®n proveniente del campo democr¨¢tico, aunque profundamente unida a las ideas neoliberales. Esa coligaci¨®n gobern¨® Brasil entre 1992 y 2003, consolidando su dominio a partir de 1994, cuando Fernando Henrique Cardoso, principal l¨ªder del PSDB, conquist¨® la presidencia de la Rep¨²blica.
Sin embargo, la fuerza impulsadora de esa coalici¨®n se agot¨® en el cambio de siglo. Los efectos a mediano y largo plazo del neoliberalismo ¡ªrecesi¨®n end¨¦mica, desempleo estructural, deshidrataci¨®n de los servicios p¨²blicos, recrudecimiento de la desigualdad social, crecimiento de la pobreza¡ª empujaron el p¨¦ndulo de la historia en favor del PT de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, que ganar¨ªa la carrera presidencial de 2002.
Durante los 13 a?os de Gobiernos petistas, sumando los mandatos de Lula (2003-2010) y de Dilma Rousseff (2011-2016), el pa¨ªs comenz¨® a experimentar otra pol¨ªtica econ¨®mica, cimentada sobre programas distributivos e investimentos p¨²blicos favorables a un mercado interno de masas, con expresiva elevaci¨®n de los sueldos, bajo la regulaci¨®n reforzada del Estado.
Ante la crisis general de las instituciones, la extrema derecha surge como soluci¨®n bonapartista
La burgues¨ªa brasile?a, forjada por un vergonzoso modelo de explotaci¨®n del trabajo, acept¨® ese modelo en su fase expansiva, hasta que los reflejos de la crisis mundial de 2008 paralizaron la econom¨ªa brasile?a. La subida de los sueldos, con la ca¨ªda de la tasa de ganancia, era hasta aquel momento compensada por la expansi¨®n del consumo dom¨¦stico y el dinamismo de las exportaciones de commodities, adem¨¢s de las ganancias financieras patrocinadas por una pol¨ªtica monetaria ortodoxa.
Sin embargo, desde 2010, los empresarios fueron gradualmente considerando insoportable el PT, incluso aquellos sectores que se beneficiaron con las soluciones decididas por Dilma Rousseff para contener la retracci¨®n productiva y la radicalizaci¨®n del choque distributivo. Las inversiones privadas fueron desplom¨¢ndose, a pesar de la ampliaci¨®n de subsidios estatales, embolsados como recuperaci¨®n de m¨¢rgenes, con fuerte costo fiscal. La ca¨ªda de la tasa de inter¨¦s, entre 2012 y 2013, en lugar de servir como incentivo, fue vista como erosi¨®n de los ingresos financieros.
La presidenta, reelegida en 2014, se vio cercada por una escalada que ped¨ªa su cabeza. Sin mayor¨ªa parlamentaria, absorbi¨® parte del programa neoliberal de sus opositores, intentando detener o ablandar sus ataques. Pero todo sali¨® mal: los enemigos concluyeron que la presidenta estaba vulnerable, redoblando los esfuerzos de guerra, mientras empez¨® a reinar la confusi¨®n, la divisi¨®n y el des¨¢nimo en las bases progresistas.
En la econom¨ªa, los resultados tambi¨¦n fueron tr¨¢gicos. Ante relevantes se?ales de desaceleraci¨®n desde 2013, medidas como el abrupto aumento de la tasa de intereses y el corte de beneficios sociales, adoptados a finales de 2014, significaron apagar el incendio con chorros de gasolina. El pa¨ªs entr¨® en recesi¨®n, el desempleo se dispar¨®, las clases medias consolidaron su giro a la derecha y parte de las clases trabajadoras abandon¨® el PT. El desenlace ser¨ªa el golpe parlamentario de 2016, con la ca¨ªda de Dilma Rousseff.
Estaba en marcha una ofensiva reaccionaria, ante la cual el PT se encontr¨® aturdido e indefenso. No hab¨ªa amenazas directas al capitalismo y a su poder pol¨ªtico, pero las clases dominantes quer¨ªan derribar cualquier obst¨¢culo, usando los medios que fueran necesarios, para la adopci¨®n de un programa que revitalizara r¨¢pidamente la rentabilidad relativa y absoluta de sus negocios. La agenda dejaba de ser la versi¨®n moderada de los a?os noventa, para asumir un neoliberalismo sin restricciones, cuyo modelo declarado tiene como referencia el Chile de Pinochet.
No existe compatibilidad posible entre ese camino y el orden democr¨¢tico. La derribada de una presidenta leg¨ªtima se asocia a la Operaci¨®n Lava Jato, desenmascarada por los mensajes publicados por The Intercept, como elementos de un golpe de tipo nuevo, por dentro de las instituciones, con un papel destacado del sistema de justicia y del Parlamento. La prisi¨®n del expresidente Lula, por medio de un fraude judicial, fue el corolario indispensable para garantizar el control del proceso electoral de 2018.
La salida democr¨¢tica depende de la derrota del programa neoliberal que da?a a los pa¨ªses de la regi¨®n
Los viejos partidos conservadores, con el PSDB y el DEM a la cabeza, lideraron el movimiento golpista con la misi¨®n de poner en pr¨¢ctica las reformas exigidas. No obstante, naufragaron en las elecciones presidenciales. Representaban al r¨¦gimen pol¨ªtico que ayudaron a sepultar, contra el cual se hab¨ªa jugado la Operaci¨®n Lava Jato para destruir al PT y a Lula, y fueron abandonados por los sectores sociales cautivados por el discurso de ruptura del sistema como la ¨²nica salida para la prosperidad capitalista.
El principal hijo y heredero de esa contrarrevoluci¨®n preventiva es Jair Bolsonaro. Mediocre y desatinado, representa el rostro sin maquillaje de una parte expresiva de las ¨¦lites brasile?as, formadas en el caldo de cultivo del racismo, de la misoginia, del odio a los pobres y del servilismo a las naciones imperiales. Como otras veces en la historia, ante la crisis general de las instituciones, la extrema derecha surge como soluci¨®n bonapartista, abrazando la explotaci¨®n de los prejuicios y las creencias m¨¢s atrasados para constituir base de masa para una variable neofascista.
Ante la incapacidad del conservadurismo tradicional para derrotar estrat¨¦gicamente a las fuerzas de izquierda y a los movimientos populares, creando las condiciones pol¨ªticas para viabilizar el programa neoliberal, Bolsonaro surgi¨® como una hip¨®tesis posible, aunque de contornos indefinidos, para el cambio del r¨¦gimen pol¨ªtico, atrayendo a las Fuerzas Armadas nuevamente para el comando del Estado.
Las dificultades del Gobierno para consolidar esa opci¨®n, en medio de una grave crisis econ¨®mica y social, son ingredientes de un escenario se?alado por lo que Antonio Gramsci denominaba ¡°equilibrio catastr¨®fico¡±, caracterizado por la incapacidad de cualquiera de las fuerzas pol¨ªticas o clases sociales en establecer su hegemon¨ªa sobre las dem¨¢s. Ese ambiente, lejos de apartar la hip¨®tesis autoritaria, suele ser el terreno en el que dan frutos soluciones de tipo bonapartista.
Las fracciones del bloque conservador que divergen de esa alternativa est¨¢n encadenadas, aunque sea provisionalmente y a disgusto, puesto que comparten el mismo proyecto nacional, la misma pol¨ªtica econ¨®mica y la misma l¨®gica golpista. Su oposici¨®n es restringida y d¨¦bil, limitada a las maniobras m¨¢s extravagantes del presidente, en una lucha permanente para domesticarlo, y su l¨ªmite es especular sobre un bolsonarismo sin Bolsonaro.
La salida democr¨¢tica depende de la derrota del programa neoliberal que dilacera los pa¨ªses de la regi¨®n. Brasil solamente podr¨¢ apartarse del borde del precipicio cuando las corrientes de izquierda sean capaces, asociadas a un movimiento de desobediencia civil como el que sacude Chile, de presentar una alternativa de gobierno que construya un nuevo r¨¦gimen constitucional, unido por la distribuci¨®n de renta, riqueza y poder.
Breno Altman es periodista y director editorial de la p¨¢gina web Opera Mundi.
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