Saben aquel que diu...
Era imposible no vivir la excepcionalidad de la jornada de la exhumaci¨®n de Franco: por un lado, el acto de justicia; por otro, la irrefrenable guasa ca?¨ª
"?Saben en qu¨¦ se parecen Franco, el PSOE y Esquerra?¡±, dijo este jueves el diputado de Ciudadanos Guillermo D¨ªaz en la tertulia de La noche en 24 horas. A m¨ª no me extra?¨® que inaugurara su turno de opini¨®n con un chiste, porque al fin y al cabo todo el d¨ªa hab¨ªa ido de ese palo. ¡°Pues en que los tres dieron un golpe contra la Segunda Rep¨²blica. El PSOE, en el 34 en Asturias; ERC, con Companys, y Franco, que nos llev¨® a una guerra civil¡±. Se hizo un silencio inc¨®modo, pero ya dicen los te¨®ricos del g¨¦nero que el humor ha de, sobre todo, incomodar. Por un momento, pens¨¦ que D¨ªaz le iba a dar un codazo a la diputada de Vox que ten¨ªa al lado para que al menos ella le riera la gracia. No queriendo desperdiciar semejante ocurrencia, al rato la divulg¨® en Twitter.
Fue un d¨ªa en que los c¨¦lebres l¨ªmites del humor se sobrepasaron con creces, pero no por el lado de lo inaceptable, sino porque fue una jornada de chanza ilimitada que solo se acab¨® cuando los peques nos fuimos a la cama. No hab¨ªa manera de entregarse a la hondura del momento, por m¨¢s que la ministra Delgado pusiera cara de jornada hist¨®rica. Se supon¨ªa que deb¨ªa de haber sido un acto discreto, pero los c¨¢maras se lucieron: no creo que haya en el cine espa?ol unas escenas m¨¢s elocuentes. Esos contrapicados, esas im¨¢genes tomadas desde arriba, ese ata¨²d recubierto con un raso que le daba un aire a pastel de chocolate (no s¨¦ si se sigue llamando ¡°brazo de gitano¡±). Daban ganas de exhumar a tu abuelo. Ech¨¦ en falta la quijada de Luis Escobar pastoreando al grupo familiar hasta el helic¨®ptero. Sin ¨¢nimo de banalizar, confieso que pasamos un d¨ªa la mar de entretenido. Se nos hizo corto. Desde primera hora seguimos por la radio todo el proceso que tan primorosamente lideraron los hermanos Verdugo, reputados marmolistas de Cuenca, que ante las amenazas de los ultras tuvieron que declarar que ellos, en este asunto en concreto, eran apol¨ªticos. Ha sido dif¨ªcil no tomarles cari?o a los hermanos Verdugo y no apuntar el n¨²mero, porque a todos, ay, nos llega nuestra hora.
Alguien en Twitter se preguntaba que si a esparcir las cenizas de Franco por Espa?a se le podr¨ªa llamar Franquicia. Era imposible no vivir la excepcionalidad de la jornada: por un lado, el acto de justicia; por otro, la irrefrenable guasa ca?¨ª. En momentos de lucidez, los comentaristas, no sabiendo c¨®mo exprimir ya el asunto, afirmaban que aquello ten¨ªa toques berlanguianos. Como si no se le hubiera ocurrido a nadie antes.
De Cuelgamuros, los espa?oles viajamos, metaf¨®ricamente, a Mingorrubio, nombre que, a mi humilde entender, le quita un poquito de solemnidad al asunto, que tambi¨¦n conviene. Cuando cerramos los ojos por la noche sentimos algo de melancol¨ªa por dejar atr¨¢s tan inolvidable jornada. ?Qu¨¦ hac¨ªas el d¨ªa que exhumaron a Franco?, preguntar¨¢n nuestros nietos. V¨¦rmelo todo, diremos, incluido Coraz¨®n. Y ser¨¢ verdad. Porque lo cierto es que el programa rosa ofreci¨® la deseada perspectiva humana de la cosa: preguntaban a los nietos por c¨®mo hab¨ªan vivido el dif¨ªcil trance, adoptando el consabido tono reverencial ante la autoridad, y daban por concluido el reportaje diciendo que algunos miembros se hab¨ªan ido a comer a un restaurante y luego hab¨ªan rematado con una misa oficiada por el padre Tejero. Qu¨¦ d¨ªa m¨¢s completo.
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