?Por qu¨¦ arden las calles?
Muchas de las razones son utilizadas para explicar sorpresas como Trump o el Brexit
Es por la desigualdad econ¨®mica. Y los bajos salarios. Tambi¨¦n por la baja o nula movilidad social y la falta de un futuro mejor para los j¨®venes. Es por los servicios p¨²blicos infames. Y por la globalizaci¨®n y la p¨¦rdida de puestos de trabajo causada por las oleadas de inmigrantes, de productos chinos o de robots. Tambi¨¦n por los pol¨ªticos que han perdido la sinton¨ªa con la gente y no se representan m¨¢s que a s¨ª mismos y a los intereses de las ¨¦lites. Por las redes sociales y los agentes furtivos que las utilizan para sembrar discordia, profundizar en los resentimientos y la desconfianza que divide a la poblaci¨®n, o hasta para crear nuevos conflictos. Es el resultante debilitamiento de la familia como n¨²cleo de la sociedad. Es la perdida de dignidad, de comunidad y de las tradiciones y reglas que contribuyen a crear identidad y sentimientos de afiliaci¨®n y solidaridad. Es tambi¨¦n por la discriminaci¨®n racial o las tensiones entre grupos ¨¦tnicos, religiosos o regionales. O por la necesidad de desalojar del poder un r¨¦gimen pol¨ªtico inaceptable o de resistir a la adopci¨®n de leyes injustas.
Estas son solo algunas de las explicaciones m¨¢s comunes de las protestas callejeras que sacuden el mundo. Qu¨¦ ensalada, ?verdad? Hay de todo. Tanto mitos probadamente falsos como realidades f¨¢cilmente verificables.
Pero cada una de estas explicaciones es motivo de ensayos, art¨ªculos y libros que las razonan. Todas buscan las causas m¨¢s profundas de disturbios callejeros que tienen disparadores muy concretos. El aumento del precio de las cebollas en la India, del trigo en Egipto, de la gasolina en Ecuador y el gas¨®leo en Francia, el impuesto al uso de WhatsApp en L¨ªbano, la adopci¨®n de una ley de extradici¨®n en Hong Kong, las trampas electorales del Gobierno de Bolivia y el de Rusia, la sentencia de los l¨ªderes independentistas en Catalu?a, el aumento del precio del metro en Santiago de Chile son solo algunos ejemplos de la diversidad de eventos que sacan a la gente a la calle. Y que a veces tumban Gobiernos o los obligan a abandonar sus planes.
Muchas de las razones m¨¢s profundas de las protestas callejeras tambi¨¦n son usadas para explicar sorpresas pol¨ªticas como el Brexit, Donald Trump o el ascenso de reg¨ªmenes populistas. La idea es que estas sorpresas son manifestaciones de descontentos m¨¢s profundos. Por supuesto que lo son. Pero muchos de los descontentos son de larga duraci¨®n y tambi¨¦n existen en pa¨ªses en los que no ha habido estos tipos de protestas. As¨ª, las explicaciones com¨²nmente usadas no sirven para pronosticar en qu¨¦ momento o en qu¨¦ lugar estallar¨¢n protestas que se ver¨¢n amplificadas por las quejas cr¨®nicas.
Un factor com¨²n de las protestas es que toman por sorpresa a los Gobiernos. Ni Emmanuel Macron, ni Sebasti¨¢n Pi?era, ni Xi Jinping estaban preparados para anticipar y responder a la escalada de protestas y de violencia que han paralizado Par¨ªs, Santiago y Hong Kong.
Ni Macron, ni Pi?era, ni Xi estaban preparados para anticipar y responder a la escalada de violencia
El ¨¦xito de las protestas seguramente tambi¨¦n sorprende a quienes participan en ellas. Los j¨®venes chilenos cuyos desmanes obligaron al Gobierno a sacar a los militares a la calle e implantar un toque de queda no esperaban que sus protestas obligar¨ªan al presidente a pedir perd¨®n por televisi¨®n. O, m¨¢s a¨²n, a que el Gobierno adoptase con gran celeridad un paquete de medidas econ¨®micas dirigidas a corregir algunas de las inequidades que afectan a los chilenos. Lo mismo vale para los j¨®venes de Hong Kong, quienes lograron que el Gobierno desistiera de imponer la ley de extradici¨®n que originalmente los llev¨® a la calle.
La gran pregunta de estos d¨ªas es si estamos en presencia de una gran conspiraci¨®n o de un gran contagio. La teor¨ªa de la conspiraci¨®n mantiene que, en Am¨¦rica Latina, Cuba pone la inteligencia, el r¨¦gimen de Maduro pone el dinero y Rusia la tecnolog¨ªa digital que ayuda a sembrar el caos y promover las protestas. La teor¨ªa del contagio, en cambio, enfatiza que el llamado ¡°efecto demostraci¨®n¡± ahora se disemina m¨¢s r¨¢pidamente y m¨¢s globalmente. Quienes protestan en Chile vieron a sus pares en las calles de Hong Kong y estos seguramente han visto lo que sucede en las calles de Par¨ªs o Barcelona. El contagio es f¨¢cil y hasta inevitable.
?En cu¨¢l de las dos explicaciones creer? En las dos. Como vimos, los disparadores de las protestas son muy locales y las que ocurren en otros lados seguramente sirven de inspiraci¨®n y ejemplo. Una vez que toman fuerza, es muy probable que agentes de reg¨ªmenes adversos al Gobierno que est¨¢ bajo ataque hagan cuanto puedan por apoyar directa o indirectamente a quienes protestan.
Las protestas callejeras son como los incendios forestales que han aumentado en frecuencia e intensidad. Los expertos alertan de que estos enormes incendios van a continuar y tendremos que aprender a vivir en ecosistemas propensos a incendiarse.
Las sociedades y sus l¨ªderes tendr¨¢n que aprender a vivir con protestas callejeras frecuentes que, en algunos casos ser¨¢n solo eventos irritantes y transitorios y, en otros, el inicio de un proceso de cambios revolucionarios.
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