Guerrilla psicol¨®gica
Los partidos piden una adhesi¨®n ciega confiando en que al votante no le importa qu¨¦ se hace sino qui¨¦n lo hace
En su monumental The age of surveillance capitalism (La era del capitalismo de vigilancia), que publicar¨¢ la editorial Paid¨®s en espa?ol en 2020, Shoshana Zuboff explica c¨®mo las grandes empresas tecnol¨®gicas convirtieron el marketing en una ciencia. Gracias a la enorme cantidad de informaci¨®n que pose¨ªan de sus usuarios, empresas como Google o Facebook, cuyo objetivo inicial era ¡°indexar¡± toda la informaci¨®n global o ¡°conectar¡± a todo el planeta, acabaron dedic¨¢ndose en exclusiva al negocio de la publicidad. Esto tuvo un efecto en la pol¨ªtica. Zuboff se?ala el caso de Cambridge Analytica (la empresa que hizo propaganda para Trump y el Brexit a trav¨¦s de datos robados de Facebook) y recuerda que las campa?as de Obama en 2008 y 2012 usaron t¨¦cnicas similares, m¨¢s cercanas a la guerra psicol¨®gica que a la propaganda pol¨ªtica.
En cierto modo, y siendo hiperb¨®licos, la pol¨ªtica es hoy publicidad con dinero p¨²blico. A veces no se distingue de la publicidad privada. En su deriva posmoderna, el capitalismo se ha vuelto woke o concienciado: como ha escrito Mariano Gista¨ªn, ¡°se refugia en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), superada ya la fase de fingir la Responsabilidad Social Corporativa (RSC)¡±. Un banco que ha ayudado a la evasi¨®n de impuestos de oligarcas rusos puede conservar su reputaci¨®n si hace un tuit sobre la huelga del clima. En la pol¨ªtica contempor¨¢nea se produce un fen¨®meno similar: la guerra cultural e identitaria es la RCS de la pol¨ªtica. Los pol¨ªticos, ya convertidos en marcas personales, se posicionan sobre aspectos que escapan de su competencia, obligados a reaccionar ante cualquier fen¨®meno. No lo hacen para crear una cortina de humo sino simplemente para no perder reputaci¨®n. El pol¨ªtico no ayuda a cambiar la realidad, se limita a reaccionar r¨¢pidamente a ella. Es una idea muy limitada de representaci¨®n pol¨ªtica y consiste simplemente en ¡°estar presente¡± (felicitando a Rafa Nadal o haciendo un flashmob). Ante la crisis de legitimidad de la pol¨ªtica, la soluci¨®n est¨¢ en los pol¨ªticos en Twitter reaccionando a cualquier v¨ªdeo viral.
En la pol¨ªtica entendida como marketing con dinero p¨²blico, lo esencial es el posicionamiento. Lo explica muy bien la serie Veep: los asesores de una pol¨ªtica se re¨²nen en torno a una pizarra para determinar qu¨¦ deber¨ªa pensar su candidata sobre el aborto. El posicionamiento es siempre puntual y cambiante, pero hay partidos que tienen demasiada cintura. En los ¨²ltimos meses, el PSOE ha vendido un d¨ªa rebeld¨ªa de izquierdas, otro sociolog¨ªa socialdem¨®crata cl¨¢sica (ochentera y felipista) y otro bipartidismo, centrismo y visi¨®n de Estado. En el mismo tiempo, Cs ha pasado de derecha dura a centrismo pactista para volver de nuevo a la derecha dura, bronca y c¨ªnica. Y Podemos ha pasado del pactismo a hablar de oligarqu¨ªas y grandes conspiraciones. Nadie sabe muy bien qu¨¦ se encontrar¨¢ al ir a votar. Los partidos piden una adhesi¨®n ciega confiando en que, con la polarizaci¨®n actual, al votante no le importa qu¨¦ se hace sino qui¨¦n lo hace.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.