Ni promiscuas ni v¨ªctimas: mujeres viviendo con el VIH en Brasil
Los prejuicios y los estigmas impiden que muchas mujeres accedan al tratamiento del virus
Hace casi 30 a?os, la actriz brasile?a Sandra Bre?a reun¨ªa a periodistas en su casa para hacer una revelaci¨®n: hab¨ªa contra¨ªdo el virus de inmunodeficiencia humana (VIH); la infecci¨®n que lleva al sida. Era la primera vez que una mujer famosa ignoraba el guion y admit¨ªa p¨²blicamente vivir con lo que en aquel entonces era popularmente conocido como ¡®el c¨¢ncer gay¡¯. Este acto precursor hizo caer por tierra el mito de que la infecci¨®n era consecuencia del sexo entre homosexuales. Sin embargo, impuls¨® el estigma de que el sida y la libertad sexual van de la mano.
Tras el anuncio, la demonizaci¨®n social puso fin a la carrera de la actriz. Br¨¦a pas¨® sus ¨²ltimos a?os de vida aislada, hasta que muri¨® en consecuencia de un c¨¢ncer en los a?os 2000, a los 48 a?os. Por otro lado, la memoria de su hom¨®logo masculino, el cantante Cazuza, fue retratada y ovacionada en los cines de todo el pa¨ªs.
Los datos m¨¢s recientes divulgados por Naciones Unidas cooperan para ilustrar la paradoja que es vivir con VIH en Brasil. Seg¨²n el informe, de media 900 mil personas son seropositivas - cifra que entre 2010 y 2018 sufri¨® 21% de incremento. Sin embargo, m¨¢s de la mitad de los infectados son hombres. Entonces ?por qu¨¦ los estigmas y discriminaci¨®n pesan sobre las mujeres?
Seg¨²n eval¨²a la coordinadora de la oeneg¨¦ Gestos, Seropositividad, Comunicaci¨®n y G¨¦nero, Jo Meneses, este escenario es uno de los s¨ªntomas de la desigualdad de g¨¦nero. ¡°El sentido com¨²n juzga con mano f¨¦rrea la sexualidad femenina, relacion¨¢ndola a la promiscuidad. Por otro lado, los hombres est¨¢n amparados por el discurso machista, que les permite relacionarse sin condenas¡±, dijo. El recelo a la discriminaci¨®n, de acuerdo con la profesional, es el factor determinante en la decisi¨®n de acceder (y seguir) o renunciar al tratamiento.
Desafortunadamente, las medidas para acabar con los estigmas no acompa?aron el avance de la ciencia. A mediados del a?o 2000, Brasil pasaba a ser referencia mundial entre las medidas para erradicar el VIH; elevando el debate de ¡®si¡¯ los pa¨ªses en desarrollo podr¨ªan tratar el Sida, para ¡®c¨®mo¡¯ lo har¨ªan. Entre las respuestas est¨¢ el diagn¨®stico gratuito e instant¨¢neo; la adhesi¨®n al tratamiento mantiene la carga viral indetectable, lo que supone que el VIH pasa a ser intransmisible, garantizando calidad de vida y ¨¦xito en los embarazos, por ejemplo.
Rompiendo el estigma
El hecho de pertenecer al grupo de mujeres heterosexuales y mon¨®gamas supone cierta invisibilidad a la hora de comunicar sobre prevenci¨®n y tratamiento del VIH. El enfoque est¨¢ en los colectivos expuestos a situaciones vulnerables, que representan la mayor¨ªa entre los infectados, como gais, usuarios de drogas, transexuales, travestis y trabajadoras sexuales.
¡°?Por qu¨¦ pensamos que el Sida es una enfermedad que solo acomete a las minor¨ªas, cuando no es cierto?¡±, este es uno de los cuestionamientos de Thais Renovatto (S?o Paulo, 1983) en el libro ¡®5 a?os conmigo¡¯, donde ella relata su experiencia desde el momento en que recibi¨® la noticia de la muerte de su novio y descubri¨® que tambi¨¦n hab¨ªa sido infectada. ¡°No encontraba referenciales e informaciones sobre seropositivas con mi perfil [cisg¨¦nero, heterosexual y que aspiraba al embarazo]. Estas mujeres estaban escondidas, con verg¨¹enza¡±, recuerda la publicitaria, que vive con el virus por casi seis a?os. En su relato, Renovatto quiere enfatizar que su realidad es antag¨®nica a aquella que marc¨® los a?os 80 y 90, del paciente moribundo y cadav¨¦rico. Debido a la adhesi¨®n al tratamiento, ella pudo generar dos hijos y su esposo no contrajo el virus.
La minor¨ªa de las minor¨ªas
Doblemente discriminada, Bianca Cavalcanti (1970) es mujer trans y extrabajadora sexual. La prostituci¨®n se presenta ante la falta de oportunidades laborales para este colectivo. En la calle, cuenta ella, trabajan bajo la exposici¨®n a enfermedades y violencia. ¡°El Sida no tiene cara. No es posible saber quien me ha infectado.¡±
Silenciarse no era una opci¨®n para ?urea Carolina More (Marilia, 1975). Ella viv¨ªa una relaci¨®n estable y mon¨®gama cuando fue infectada, seg¨²n ella, por su marido ahora fallecido. Profesora universitaria, ella administra en paralelo el proyecto Mujeres Viviendo con el VIH; un grupo en Facebook que ofrece informaciones para el empoderamiento femenino. Para ella, lo esencial es hablar sobre los derechos sexuales y reproductivos y sobre el virus sin moralismos. ¡°Resalto tambi¨¦n los riesgos de no plantearse una sexualidad saludable, como las consecuencias de no pedir al compa?ero sexual pruebas m¨¦dicas o que utilice el cond¨®n.¡± Tras 13 a?os desde su diagn¨®stico positivo, More reflexiona: ¡°El que no se trata es quien arriesga la vida. No el que vive con VIH.¡±
El panorama para debates futuros sobre derechos sexuales y reproductores femeninos es pesimista. Tras la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia, los discursos machistas encontraron terreno f¨¦rtil en Brasil. No ha habido pol¨ªticas p¨²blicas para proteger a la mujer de la violencia dom¨¦stica y abusos sexuales; que alcanzan n¨²meros desesperantes. Deslegitimar las necesidades y derechos de las mujeres es el pan de cada d¨ªa del ultraderechista, as¨ª como los derechos humanos. Por lo tanto, son bajas las expectativas para que haya inversiones para la educaci¨®n en torno del VIH, tema estigmatizado por ¨¦l como ¡®cosa de gente drogadicta y mundana¡¯. La declaraci¨®n fue hecha en 2014, aunque suene suficientemente desactualizada para ser confundida con algo extra¨ªdo de los 80.
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