El d¨ªa que descubr¨ª a los 'fantasmas'
"No tienen miedo porque su pensamiento est¨¢ lleno de olvido"
Hace mucho tiempo, mis abuelos, que viv¨ªan en el ¨¢rea donde nace el r¨ªo Toototobi (Brasil), a veces visitaban a otros yanomami establecidos en las tierras bajas situadas a lo largo del r¨ªo Arac¨¢. Fue all¨ª donde vieron al hombre blanco por primera vez. Durante estas visitas nuestros ancianos consiguieron sus primeros machetes. Me contaron esta historia muchas veces cuando yo era ni?o.
Pero fue mucho m¨¢s tarde, cuando viv¨ªamos en Marakana, m¨¢s cerca de la desembocadura del r¨ªo Toototobi, cuando personas blancas visitaron nuestro hogar por primera vez. Recuerdo que por aquel entonces a¨²n viv¨ªan todos nuestros ancianos y ¨¦ramos muchos. Yo era solo un ni?o, pero comenzaba a ser consciente de las cosas. Fue entonces que empec¨¦ a madurar y descubr¨ª a los blancos. Nunca los hab¨ªa visto antes y no sab¨ªa nada de ellos. Cuando los vi, llor¨¦, estaba tan asustado.
Los adultos ya se hab¨ªan encontrado con ellos algunas veces, ?pero yo no! Pensaba que se trataba de esp¨ªritus can¨ªbales que iban a devorarnos. Pens¨¦ que eran muy feos, blanquecinos y peludos. Eran tan distintos que me daban miedo. Adem¨¢s, no pod¨ªa entender una sola de sus enmara?adas palabras. Sonaban como si hablaran un lenguaje de fantasmas.
Los ancianos sol¨ªan decir que robaban ni?os y ni?as, y que ya hab¨ªan capturado a algunos y se los hab¨ªan llevado cuando remontaban el r¨ªo Mapala¨², en el pasado. Tambi¨¦n, por ese motivo yo estaba tan asustado: estaba seguro de que iban a llevarme a m¨ª tambi¨¦n. Mis abuelos ya hab¨ªan contado esa historia muchas veces.
Cuando estos extra?os entraban en nuestra casa, mi madre me escond¨ªa debajo de una cesta grande en la parte trasera de la casa. Y entonces dec¨ªa: ¡°?No tengas miedo! ?No digas una palabra!¡±, y yo me quedaba all¨ª, temblando debajo de mi cesta sin decir nada. Recuerdo todo esto, ?pero deb¨ªa de ser muy peque?o entonces para caber debajo de esa cesta! Mi madre me escond¨ªa porque ella tambi¨¦n ten¨ªa demasiado miedo de que los blancos me llevaran con ellos, como hab¨ªan hecho con esos ni?os la primera vez.
M¨¢s tarde realmente comenc¨¦ a madurar y a pensar claramente, pero continuaba pregunt¨¢ndome: ¡°?Qu¨¦ es lo que el hombre blanco hace aqu¨ª realmente? ?Por qu¨¦ abren caminos en nuestro bosque?¡± Y los ancianos respond¨ªan: ¡°?Sin duda vienen a visitar nuestra tierra para venir a vivir con nosotros m¨¢s tarde!¡± No entend¨ªan nada del lenguaje de los blancos. Es por esto por lo que les permitieron la entrada a su tierra de una manera tan amistosa. Creo que si hubieran entendido sus palabras, los hubieran expulsado.
Esos blancos les enga?aron con sus regalos. Les dieron hachas, machetes, cuchillos, ropa. Y para disipar su desconfianza les dec¨ªan: ¡°Nosotros, los blancos, jam¨¢s dejaremos que os falte nada, ?os daremos muchos de nuestros productos y ser¨¦is nuestros amigos!¡± Pero poco despu¨¦s casi todos nuestros parientes murieron en una epidemia, y luego en otra. M¨¢s tarde, otra vez muchos otros yanomamis murieron cuando la carretera entr¨® en el bosque y muchos m¨¢s cuando llegaron los garimpeiros (buscadores de oro) con su malaria. Pero esta vez yo ya era adulto y pensaba con claridad; ya sab¨ªa lo que la gente blanca quer¨ªa cuando entr¨® en nuestras tierras.
En la tierra de los blancos
Premio Nobel Alternativo 2019
Davi Kopenawa Yanomami es un cham¨¢n del pueblo ind¨ªgena yanomami. Es el ¨²nico miembro de su tribu que ha escrito un libro, The Falling Sky (La ca¨ªda del cielo). Los yanomamis viven en la Amazonia de Brasil y Venezuela, en la mayor ¨¢rea selv¨¢tica bajo control ind¨ªgena de todo el mundo.
Tambi¨¦n conocido como el "Dal¨¢i Lama de la Selva", Davi es presidente de la organizaci¨®n yanomami Hutukara y ha sido galardonado con el Right Livelihood Award 2019, popularmente llamado Premio Nobel Alternativo.
Cuando vi Europa, la tierra de los blancos, me sent¨ª angustiado. Algunas ciudades son bellas, pero el ruido nunca cesa. La gente las recorre en coche, por las calles e incluso en trenes subterr¨¢neos. Hay mucho ruido y gente por todas partes. Tu mente se oscurece y se enreda y ya no puedes pensar con claridad. Esta es la raz¨®n por la que los pensamientos de la gente blanca est¨¢n confundidos y no entienden nuestras palabras. Solo saben decir: ¡°?Somos muy felices yendo siempre hacia adelante! ?Sigamos! ?Vamos a buscar petr¨®leo, oro, hierro!¡± El pensamiento de esos blancos est¨¢ obstruido y por esa raz¨®n maltratan la tierra, arrancando sus recursos por doquier, cavando incluso bajo sus hogares. No piensan que un d¨ªa acabar¨¢ colaps¨¢ndose.
Nosotros queremos que el bosque quede como est¨¢, para siempre. Queremos vivir en ¨¦l con buena salud, y queremos que los esp¨ªritus xap?rip? [cham¨¢nicos], los animales y los peces contin¨²en viviendo en ¨¦l. ?nicamente plantamos aquello que nos alimenta, no queremos f¨¢bricas, ni agujeros en la tierra, ni r¨ªos contaminados. Queremos que el bosque contin¨²e en silencio, que el cielo se mantenga limpio y que la oscuridad de la noche caiga de verdad y que se vean las estrellas.
La tierra del blanco est¨¢ contaminada y cubierta por una epidemia de humo que llega hasta el pecho mismo del cielo. Este humo viene hacia nosotros, pero a¨²n no nos ha alcanzado, ya que el esp¨ªritu celestial Hutukarari a¨²n lo repele incesantemente. Por encima de nuestro bosque, el cielo a¨²n est¨¢ claro porque el blanco no ha estado cerca por mucho tiempo. Pero despu¨¦s, cuando yo ya haya muerto, quiz¨¢s este humo crezca hasta el punto de extender la oscuridad sobre la tierra y apague el sol. La gente blanca nunca piensa en estos temas que los chamanes conocemos y por eso no tienen miedo. Su pensamiento est¨¢ lleno de olvido.
Puedes leer el art¨ªculo completo de Davi Kopenawa Yanomami en la web de Survival International.
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