Superagente Donald

La investigaci¨®n versa sobre el abuso de poder. Pero puede llegar m¨¢s lejos. En la destituci¨®n de un presidente suele aparecer la obstrucci¨®n de la acci¨®n de la justicia, una forma de abuso que consiste en la utilizaci¨®n de medios ilegales para evitar el impeachment. En el caso de Trump todav¨ªa queda una tercera y es la m¨¢s destacada de las razones constitucionales para la destituci¨®n: la traici¨®n, delito que comete el primer magistrado de un pa¨ªs cuando act¨²a al servicio de otro pa¨ªs.

No estamos ah¨ª todav¨ªa. ¡°La evidencia que hemos recogido muestra el cuadro de un presidente que ha abusado de su poder al utilizar m¨²ltiples niveles de su Gobierno para presionar a un pa¨ªs extranjero para que interfiera en la elecci¨®n de 2020¡±, dice la declaraci¨®n del Congreso. El pa¨ªs extranjero es Ucrania y la presi¨®n consisti¨® en exigir al reci¨¦n elegido presidente Volod¨ªmir Zelenski que persiguiera al hijo del exvicepresidente y candidato dem¨®crata, Joe Biden, por un delito de presunta corrupci¨®n, utilizando a cambio el chantaje de la ayuda militar y el cebo de una audiencia cara a cara con Donald Trump. El trato, negado por Trump contra toda evidencia, era bien claro: si no hay investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa contra los Biden no hay armas para el Ej¨¦rcito ucranio en su combate contra las fuerzas prorrusas ni recepci¨®n en la Casa Blanca.

El procedimiento empez¨® el 24 de septiembre, cuando la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, se vio con fuerzas y votos para lanzarlo, impelida por la acumulaci¨®n de evidencias. La m¨¢s importante, la reconstrucci¨®n de una conversaci¨®n telef¨®nica entre Trump y Zelenski, en la que no quedan m¨¢rgenes para la duda sobre el infame trato propuesto desde el Despacho Oval. Han proporcionado las pruebas tanto las audiencias de los testigos citados, hasta ahora a puerta cerrada, como las denuncias an¨®nimas de funcionarios protegidos, pero a partir de la semana pr¨®xima empezar¨¢n las audiencias retransmitidas por televisi¨®n.

La defensa de Trump es extremadamente dif¨ªcil. El grueso de las pruebas las han facilitado ¨¦l mismo y su ca¨®tico equipo de abogados. Solo los ataques a los testigos de cargo o las maniobras de diversi¨®n, como la comunicaci¨®n sobre la muerte de Al Bagdadi, proporcionan alg¨²n respiro al presidente. Y, por supuesto, la imposibilidad de la destituci¨®n sin el voto de 20 senadores republicanos necesarios para alcanzar los dos tercios de la C¨¢mara alta, harto dif¨ªcil para los representantes de un electorado conservador perfectamente conforme con el presidente.

La forma m¨¢s segura de echar a Trump no es el impeachment, sino evitar que gane la elecci¨®n de 2020, precisamente el objetivo perseguido en sus tratos con Ucrania, repitiendo la jugada de 2016, cuando fue Rusia quien le ech¨® una mano. Una pol¨ªtica exterior condicionada por tales tratos sale muy cara a Estados Unidos, tal como se ha visto en Siria. Rusia es all¨ª la superpotencia dominante gracias a la acci¨®n del superagente que Putin ha colocado en la Casa Blanca.