Nancy Pelosi, la mujer que supo esperar
La presidenta de la C¨¢mara de Representantes cre¨ªa que si aguardaba, Donald Trump acabar¨ªa por cometer un error que le llevar¨ªa al juicio pol¨ªtico
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A cualquiera que lo quisiera escuchar, Nancy Pelosi contaba que estaba convencida de que, antes o despu¨¦s, Donald Trump acabar¨ªa por autoinculparse, por infligirse un autoimpeachment, que era solo una cuesti¨®n de tiempo que el presidente aportara una prueba incontestable de que hab¨ªa abusado de su poder. Que casi seguro que esa evidencia saldr¨ªa de su boca, no de acciones confusas con conexiones ca¨®ticas entre muchos actores.
Hab¨ªa que esperar.
Esperar el momento oportuno para declarar de forma contundente, casi a golpe de mazo como el que empu?a desde su cargo de presidenta de la C¨¢mara de Representantes, que nadie estaba ¡°por encima de la ley¡±. Esperar como esper¨® el Capitolio de la capital de Estados Unidos m¨¢s de 240 a?os a tener una mujer al frente de la C¨¢mara. Esperar a que el icono del poder pol¨ªtico femenino viera la oportunidad exacta de pasar a la historia para ser recordada como la mujer que par¨® los pies a Trump.
Siendo madre de cinco hijos (el menor de los cuales entraba por aquellas fechas en su ¨²ltimo a?o de instituto), Nancy Pelosi dio el salto a la pol¨ªtica de Washington en 1987 con 47 a?os tras ganar el esca?o que una congresista amiga dejaba libre debido a un c¨¢ncer mortal. Tildada por sus enemigos como ¡°una liberal de San Francisco¡±, veinte a?os despu¨¦s de aterrizar en la jungla de egos que es Washington, Pelosi alcanzaba en 2007 el estatus de mujer electa con m¨¢s poder en la historia pol¨ªtica norteamericana y tercera autoridad de la naci¨®n.
Su recelo para lanzar el impeachment que le reclamaban las bases dem¨®cratas nada ten¨ªa que ver con que pudiera da?ar su carrera pol¨ªtica, al fin y al cabo, a Pelosi le falta solo un a?o para los 80 y no se presenta a ninguna elecci¨®n. Esta abuela de nueve nietos curtida en batallas pol¨ªticas pero cuya forja se esculpi¨® en sus a?os al frente de su hogar como madre ¡ªcomo ha admitido ella, que considera ese trabajo m¨¢s duro que cualquier otro¡ª consideraba el juicio pol¨ªtico al presidente un error estrat¨¦gico que estaba abocado al fracaso si no se hac¨ªa en el momento adecuado.
Ese momento acab¨® por llegar. La mujer que supo esperar mantuvo en la ma?ana del martes una conversaci¨®n con el presidente Trump en la que le informaba de su decisi¨®n de abrir la investigaci¨®n previa para el proceso de destituci¨®n o impeachment. La reacci¨®n del presidente en esa conversaci¨®n no se conoce, pero s¨ª es de dominio p¨²blico lo que escribi¨® en Twitter cuando se supo la noticia. Como en otras ocasiones, Trump optaba por el berrinche y se quejaba de que todo el trabajo que hab¨ªa realizado en Naciones Unidas, durante su discurso en Nueva York en la Asamblea General, hab¨ªa quedado ensombrecido por la decisi¨®n de la mujer con la sonrisa perpetua (que las malas lenguas atribuyen a sus muchas cirug¨ªas).
Todas las versiones de la vida de Pelosi se inician explicando que era la hija de Thomas D?Alessandro, Big Tommy, el congresista dem¨®crata que fue por tres mandatos alcalde de Baltimore. Pero las decisiones que toma y su modo de enfrentar la vida han venido determinadas por su papel como madre. Para Pelosi, aquel cap¨ªtulo de su vida la convirti¨® en la l¨ªder que es hoy. Fue entonces cuando esper¨® para ver crecer a sus hijos y aprendi¨® que tener cinco beb¨¦s que luego ser¨ªan ni?os y luego adolescentes la hab¨ªa preparado para enfrentarse a Donald Trump.
En la ¨¦poca del #MeToo, una mujer ha esperado para dictar el pistoletazo de salida del inicio del juicio contra un presidente que lleg¨® a la Casa Blanca tras conocerse conversaciones en las que despreciaba a las mujeres y las trataba como objetos, un hombre que ha pagado dinero para mantener callada a una modelo de Playboy y actriz de cine pornogr¨¢fico que aseguraba haber tenido una aventura con ¨¦l.
Todo esto podr¨ªa no haber sucedido si Pelosi no hubiera escuchado un sabio consejo. Hubo un momento, all¨¢ por 1984, en el que Pelosi se plante¨® si tendr¨ªa demasiado poder. Al fin y al cabo acumulaba muchos t¨ªtulos dentro del Partido Dem¨®crata, entre ellos el de ser su presidenta en California. Tanto fue as¨ª que se plante¨® ceder parte de ese poder. Una amiga, la congresista por Luisiana Lindy Boggs le quit¨® r¨¢pido la idea de la cabeza con una sola frase: ¡°Querida, ning¨²n hombre se plantear¨ªa hacer eso, no renuncies nunca a nada¡±.
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