El BCE frente a la trampa de los tipos negativos
Resulta necesaria una nueva regulaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica en la zona euro
Ahora que Christine Lagarde asume sus funciones de presidenta del BCE, los tipos negativos se confirman como el punto m¨¢s cuestionable de la herencia de Mario Draghi. La revisi¨®n estrat¨¦gica de la pol¨ªtica monetaria europea que se va a poner en marcha tendr¨¢ que arrojar luz sobre sus efectos perversos y proponer una trayectoria de salida.
Los tipos de inter¨¦s negativos se han generalizado por los bancos centrales de Europa a partir de 2014, y en Jap¨®n, a partir de 2016. El recurso a los tipos negativos forma parte del arsenal de medidas establecidas despu¨¦s del crac de 2008 para evitar una espiral deflacionista. Persiguen tres objetivos: la disminuci¨®n del conjunto de tipos, la reasignaci¨®n de carteras hacia cr¨¦ditos y activos, y la disminuci¨®n del tipo de cambio. Los tipos negativos se aplican a cerca de 20 billones de d¨®lares de deudas. Limitados originalmente a los Estados, se extienden hoy d¨ªa a los dep¨®sitos y cr¨¦ditos bancarios, a la financiaci¨®n de adquisiciones o de dividendos por parte de las empresas y a las hipotecas dom¨¦sticas, en particular en Europa del norte y en Espa?a.
La opci¨®n de Mario Draghi de establecer tipos negativos a partir de 2014 se explica de entrada por los errores de su predecesor, Jean-Claude Trichet. Las aberrantes alzas de tipos de 2008 y 2011, cuando precisamente varios Estados se encontraban en una situaci¨®n de suspensi¨®n de pagos, pusieron en peligro la sostenibilidad de la zona euro. Ello explica que esta tardara 10 a?os en recuperar su nivel de actividad anterior a la crisis.
Draghi pasar¨¢ a la historia como el salvador del euro. Pero el precio pagado por la supervivencia de la moneda ¨²nica sigue estando en gran medida subestimado. La zona euro ha preservado su moneda, pero no ha escapado a la japonizaci¨®n, con un crecimiento ¨¢tono y un sistema bancario fragilizado que solo ha sido parcialmente recapitalizado y no reestructurado. Esta recuperaci¨®n abortada ha reforzado la onda de choque populista que se ha expandido por el continente y que amenaza su integraci¨®n como democracia.
Los tipos negativos comportan una responsabilidad importante en la estanflaci¨®n de la zona euro y en su desestabilizaci¨®n por los populismos. Ya no ejercen ning¨²n efecto positivo sobre la econom¨ªa real, pues los bancos centrales disponen del poder de crear la moneda, pero no de dirigir su empleo. El dinero ilimitado y gratuito va en primer lugar a la especulaci¨®n. Los tipos negativos rearman as¨ª a la econom¨ªa de burbujas y distribuyen poder de compra ficticio a trav¨¦s de la especulaci¨®n sobre los activos, reforzando la probabilidad de un nuevo crac.
Los tipos negativos laminan al sector financiero. Los bancos, que financian la actividad de la zona euro en un 80%, contra un 25% en EE?UU, no tienen otra salida que la de reunir los dep¨®sitos para prestarlos a los Estados, como en Jap¨®n, o bien dirigirse a los mercados mediante la titulizaci¨®n, como en EE?UU. El hundimiento de los m¨¢rgenes incita a bancos y aseguradoras a buscar rendimientos asumiendo m¨¢s riesgos fuera de Europa. Parad¨®jicamente, Alemania ha sustituido a China como primer financiador de EE?UU reciclando su 7% del PIB de excedentes comerciales en bonos del Tesoro, cuando es una de las dianas de la guerra comercial lanzada por Trump.
Sobre todo, los tipos negativos constituyen una m¨¢quina de crear nuevas burbujas especulativas, con consecuencias catastr¨®ficas. Inclinan la asignaci¨®n de recursos a favor de la renta y en detrimento de la inversi¨®n y de la innovaci¨®n, explicando directamente el incremento del sector inmobiliario en las metr¨®polis. Refuerzan las desigualdades y los monopolios favoreciendo la concentraci¨®n de las riquezas. Provocan la muerte del ahorro, empobreciendo a las clases medias, lo que alimenta el extremismo y el aumento de las tensiones entre las naciones de la zona euro. El modelo econ¨®mico subyacente a los tipos negativos es insostenible, pues supone empobrecerse por el ahorro y la inversi¨®n y enriquecerse por los d¨¦ficits y la deuda. Por otra parte, la supresi¨®n de un precio director fundamental para los mercados refuerza el riesgo de su cierre brutal y su hundimiento. Es preciso, por tanto, salir de ¨¦l con urgencia. Pero el BCE, solo, no es capaz de hacerlo, lo que da prueba tanto de los l¨ªmites de su capacidad de acci¨®n como de la extensi¨®n abusiva de su campo de intervenci¨®n, dada la delegaci¨®n del conjunto de la pol¨ªtica econ¨®mica que le ha sido otorgada.
Los tipos negativos nos recuerdan que la pol¨ªtica monetaria no lo puede todo. El BCE no podr¨¢ salir de su trampa sino a trav¨¦s de una nueva regulaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica en la zona euro que asocie la movilizaci¨®n de los m¨¢rgenes de maniobra de los Estados excedentarios, una inversi¨®n masiva en la educaci¨®n, la revoluci¨®n digital, la transici¨®n ecol¨®gica y la seguridad. En definitiva, una protecci¨®n efectiva del gran mercado, de los cerebros y de los activos estrat¨¦gicos europeos. Si el BCE ha ido m¨¢s all¨¢ de sus competencias con los tipos negativos es en primer lugar porque los dirigentes de la Uni¨®n y de sus Estados han renunciado a ejercer su poder. Les corresponde a ellos, de ahora en adelante, asumir su responsabilidad.
Nicolas Baverez es historiador.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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