El hombre despierto (La Calera, Cundinamarca)
Alfredo Molano Bravo se dedic¨® a traer noticias de los pr¨®jimos de los llanos, de los r¨ªos, de las monta?as, de los precipicios y de las selvas que son este pa¨ªs
Alfredo Molano Bravo fue un escritor despierto en un pa¨ªs ¨Cy en un mundo¨C habitado por son¨¢mbulos. Detest¨® a muerte la solemnidad. Odi¨® perder tiempo en parafernalias. Naci¨® en Bogot¨¢, en 1944, cuando empezaba a ser claro que Colombia viv¨ªa una guerra civil conducida por sus dos partidos. Y en su casa de los altos de La Calera, cuando vio la ciudad desmadrada, incendiada y arruinada aquel viernes 9 de abril de 1948 que no nos deja en paz, comenz¨® a preguntarse por qu¨¦, para qu¨¦, hasta cu¨¢ndo esta violencia. Se dedic¨® entonces a rebelarse. A poner en aprietos a sus profesores. A estudiar Sociolog¨ªa en una Universidad Nacional que result¨® ser la resistencia. A traer noticias de los pr¨®jimos de los llanos, de los r¨ªos, de las monta?as, de los precipicios y de las selvas ¨Cde las vor¨¢gines¨C que son este pa¨ªs. Y a convertir los testimonios de los campesinos, en la medida de lo posible, en literatura libre de ficci¨®n.
Yo no s¨¦ qu¨¦ vamos a hacer sin ¨¦l. Yo no s¨¦ qu¨¦ vamos a hacer sin su generaci¨®n de colombianos comprometidos.
Sus hijos crecimos vi¨¦ndolos dar la batalla contra un r¨¦gimen democr¨¢tico pero militarista ¨Ctemible¨C que pact¨® la paz entre los dos viejos partidos cuando ya era tarde: cuando el pa¨ªs ya era mucho m¨¢s grande y ya estaba mucho m¨¢s roto que eso. Sus hijos crecimos vi¨¦ndolos darles la cara a la doble moral de los curas inquisidores, a las jugadas sucias de los nost¨¢lgicos de las dictaduras ajenas, al patriotismo de los chafarotes que se met¨ªan en tanques a las universidades, a la enajenaci¨®n de los torturadores de comunistas que remedaban la Guerra Fr¨ªa sin pens¨¢rselo dos veces, a las barbaries de las guerrillas que se fueron reduciendo a ej¨¦rcitos del negocio de la droga, a las ferocidades de los narcos, a las masacres diab¨®licas de los paramilitares, a las cegueras y las estigmatizaciones de los due?os de la suerte de Colombia.
Sus hijos somos testigos de que expusieron la vida como si no tuvieran alternativa, cuestionaron con pruebas la historia oficial de los nietos de los pr¨®ceres y dijeron la verdad en nombre de la causa colombiana.
Molano Bravo confirm¨® su prop¨®sito de que la historia dejara de ser la historia de las celebridades en las lecciones valerosas de Orlando Fals Borda, Eduardo Uma?a y Camilo Torres. Hizo una familia de gente buena. Investig¨® al fil¨®sofo armenio George Gurdjieff detr¨¢s de la sospecha de que, como todas las puestas en escena, la salvaje vida en la Tierra tiene una trasescena. Y d¨¦cada por d¨¦cada y libro por libro, desde Los a?os del tropel (1985) hasta A lomo de mula (2016), se fue convirtiendo en el evangelista de los sobrevivientes, en el historiador de esos ninguneados vitales y llenos de humor. Era miembro de la Comisi¨®n de la Verdad, por supuesto, cuando muri¨®: era, sin saberlo, el cierre perfecto para una vida dedicada al reconocimiento de lo que nos ha estado pasando justo enfrente.
Yo habl¨¦ con ¨¦l, con su generosidad y su franqueza, un par de veces nada m¨¢s. Pero la ¨²ltima, hace dos a?os, pude decir en voz alta que su generaci¨®n no ten¨ªa que quedarse con la sensaci¨®n terrible de que no consigui¨® librar a Colombia de s¨ª misma ¨Cde su guerra y su vileza¨C, sino con la seguridad de que sus hijos y sus nietos sab¨ªan cu¨¢ntas consciencias hab¨ªan despabilado, cu¨¢ntos cinismos hab¨ªan revertido, cu¨¢ntas vidas hab¨ªan salvado, para que esto no fuera y no sea peor, para que esta sociedad tan acostumbrada a la violencia haya recobrado el horizonte de la paz. Espero que ¨¦l mismo pueda verlo desde la trasescena. Espero que se entere del fin del desangre y de la tragedia, y se d¨¦ cuenta de que fue gracias a tercos e incansables como ¨¦l. Yo no s¨¦ qu¨¦ vamos a hacer sin su mirada: lo mejor va a ser tenerla viva.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Ricardo Silva Romero
- JEP
- OACP
- Proceso paz Colombia
- Colombia
- Tribunales
- Conflicto Colombia
- Poder judicial
- FARC
- Gobierno Colombia
- Proceso paz
- Sudam¨¦rica
- Latinoam¨¦rica
- Gobierno
- Grupos terroristas
- Guerrillas
- Am¨¦rica
- Guerra
- Terrorismo
- Administraci¨®n Estado
- Conflictos armados
- Pol¨ªtica
- Conflictos
- Administraci¨®n p¨²blica
- Redacci¨®n Colombia
- Edici¨®n Am¨¦rica