Morales renuncia
La dimisi¨®n del presidente de Bolivia y de su vicepresidente refleja la extrema gravedad del enfrentamiento social que vive el pa¨ªs andino
La dimisi¨®n del presidente de Bolivia, Evo Morales, y de su vicepresidente, ?lvaro Garc¨ªa Linera, refleja la extrema gravedad del enfrentamiento social que vive el pa¨ªs andino a ra¨ªz de las denuncias de fraude en las elecciones presidenciales celebradas el 20 de octubre de las que Morales se autoproclam¨® vencedor. Durante estas semanas, una gran parte de Bolivia ha quedado bloqueada por las protestas de la oposici¨®n y se han producido violentos disturbios en varias ciudades, con varios muertos y decenas de heridos.
Ante la degradaci¨®n de la situaci¨®n, Morales decidi¨® en la madrugada de ayer anular las elecciones y convocar de nuevo a las urnas. Pero su reacci¨®n lleg¨® tarde. Cuando anoche el jefe del Ej¨¦rcito, Williams Kaliman ¡ªcon varias unidades de la Polic¨ªa ya en abierta rebeli¨®n¡ª, pidi¨® p¨²blicamente la renuncia del presidente, Morales, en el poder desde 2006, anunci¨® que abandonaba la jefatura del Estado denunciando que hab¨ªa sido v¨ªctima de un ¡°golpe c¨ªvico, pol¨ªtico y policial¡±.
La situaci¨®n institucional es de un peligros¨ªsimo vac¨ªo de poder que debe ser reorientada de un modo institucional y democr¨¢tico cuanto antes. Los presidentes del Senado y de la C¨¢mara de Diputados ¡ªquienes podr¨ªan asumir legalmente la jefatura del Estado hasta los pr¨®ximos comicios¡ª tambi¨¦n han dimitido y el l¨ªder de la protesta social, el dirigente de los comit¨¦s c¨ªvicos, Luis Fernando Camacho, ha propuesto la formaci¨®n de una junta de gobierno con el alto mando militar y policial. Una f¨®rmula que, desgraciadamente, evoca la ret¨®rica de los golpes de Estado pertenecientes a una ¨¦poca que Bolivia tiene que haber dejado atr¨¢s.
Cualquier soluci¨®n a la crisis boliviana debe pasar imprescindiblemente por un exquisito respeto a la legalidad constitucional, sin atajos ni soluciones improvisadas que puedan alejar al pa¨ªs lo m¨¢s m¨ªnimo de ella. Ni Bolivia ni el resto de Am¨¦rica pueden permitirse un salto atr¨¢s que, bajo la excusa de arreglar las cosas, enmascare el fin de la democracia.
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