Casilla de salida
Salir de la par¨¢lisis exige negociar cuanto antes un programa de m¨ªnimos
Las elecciones generales no han resuelto las dificultades para acordar una mayor¨ªa de gobierno. Por el contrario, las han agravado, corroborando la inutilidad de regresar a las urnas en busca de soluci¨®n aritm¨¦tica para un problema que era y es de otra naturaleza. Trasladar la l¨®gica de la mayor¨ªa absoluta desde los partidos a los bloques ha provocado una grave par¨¢lisis pol¨ªtica y, simult¨¢neamente, una polarizaci¨®n y una radicalizaci¨®n de la vida p¨²blica espa?ola cuyo resultado m¨¢s palpable ha sido el alarmante fortalecimiento de la ultraderecha.
El candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, sigue siendo el ¨²nico l¨ªder en condiciones de articular una mayor¨ªa, pese a no haber revalidado el n¨²mero de esca?os obtenidos en abril. La negativa de Rivera a alcanzar ning¨²n pacto a su izquierda sentenci¨® desde el primer instante la viabilidad de la anterior legislatura, y mucho mejor hubiera sido que el Partido Socialista lo reconociera sin dilatar los plazos a la b¨²squeda de un beneficio electoral que al final se le ha escapado. La alianza con Unidas Podemos no garantizaba una mayor¨ªa parlamentaria estable, al tiempo que hacer depender de ERC la acci¨®n de gobierno era una temeridad, como acab¨® por reconocer el propio S¨¢nchez. Es cierto que la repetici¨®n electoral ha debilitado a Unidas Podemos en la pugna por condicionar las pol¨ªticas de la izquierda, ampliando el margen del Partido Socialista para rechazar la f¨®rmula del Gobierno de coalici¨®n exigida insistentemente por Pablo Iglesias. Pero la operaci¨®n no se ha saldado sin costes para S¨¢nchez.
Pablo Casado sale de estas elecciones en una posici¨®n ambivalente puesto que el avance respecto de los resultados de la anterior convocatoria le concede una pr¨®rroga interna al mismo tiempo que demuestra las limitaciones de su liderazgo. Una de las claves que explica el relativo estancamiento del Partido Popular liderado por Casado ha sido el intento de compatibilizar dos objetivos contradictorios, como son moderar el discurso en direcci¨®n al electorado de centro y simult¨¢neamente aceptar la agenda pol¨ªtica de la ultraderecha, marcada por el ultranacionalismo, la xenofobia y la nostalgia del franquismo. Pero una cosa es contemporizar con Vox durante la campa?a y otra distinta contar eventualmente con su apoyo, intentando mantener la vigencia del esquema seguido en Andaluc¨ªa y replicado en municipios y en otras comunidades aut¨®nomas. De la actitud de Casado hacia Vox depende que la espiral de radicalizaci¨®n que inici¨® el independentismo catal¨¢n se atempere o siga creciendo, retroalimentada desde un campo y desde el otro.
Ninguno de estos riesgos estar¨ªan hoy sobre la mesa si la fuerza m¨¢s castigada en esta convocatoria, Ciudadanos, hubiese accedido en su momento a pactar con el Partido Socialista en lugar de pretender un liderazgo de la derecha que las cifras no le permit¨ªan. El severo castigo que le han infligido las urnas no compensa los estragos que su estrategia ha provocado, destruyendo la centralidad en el sistema pol¨ªtico y abriendo de par en par las puertas de las instituciones a una fuerza como Vox. Los resultados obtenidos por Ciudadanos cuestionan la continuidad de su l¨ªder, Albert Rivera, y dejan en mala posici¨®n a su posible sucesora, In¨¦s Arrimadas. Y es de esperar que ellos o quienes les sucedan al frente de Ciudadanos cumplan el compromiso de poner sus diputados al servicio de la gobernabilidad y no del bloqueo.
De regreso a la casilla de salida en virtud de los resultados electorales de la jornada de este domingo, m¨¢s que las combinaciones de siglas en torno al candidato socialista, que vuelve a ser el ¨²nico en condiciones de articular una mayor¨ªa, importa explorar las posibilidades de un programa de m¨ªnimos que permita poner en marcha la legislatura. La disposici¨®n a negociar el contenido de ese programa ser¨ªa el paso imprescindible para facilitar que el Parlamento cumpla sin m¨¢s demoras con su deber constitucional de investir a un candidato y respaldar una acci¨®n de gobierno. Pero tambi¨¦n para detener la fuerza centr¨ªfuga que ha colocado en los extremos una desestabilizadora capacidad de decisi¨®n pol¨ªtica, que convendr¨ªa recuperar de inmediato para los partidos inequ¨ªvocamente comprometidos con la Constituci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.