El hurac¨¢n que no cesa en el palacio de Buckingham
Los duques de Sussex anuncian que se ausentar¨¢n de la cita navide?a con la reina y reabren el debate sobre su papel
La decisi¨®n de pasar las Navidades con la familia de ¨¦l o de ella, tr¨¢mite negociador que en cualquier pareja no tiene mayor importancia, se convierte en una pol¨¦mica nacional cuando se trata de los duques de Sussex. El palacio de Buckingham ha confirmado que el pr¨ªncipe Enrique y Meghan Markle se escapar¨¢n este a?o a Estados Unidos a celebrar las fiestas con Doria Ragland, la madre de la exactriz, en vez de reunirse con la reina y el resto de los Windsor en el Palacio de Sandringham. "Su decisi¨®n es acorde con el precedente ya establecido por otros miembros de la familia real, y cuenta con el apoyo de Su Majestad la reina", dice el comunicado oficial, en lo que supone un claro intento de proteger a la pareja ante el aluvi¨®n de cr¨ªticas que, de todos modos, han recibido.
"Es un claro desaire a la reina", comenz¨® su tertulia ma?anera en ITV Piers Morgan, un periodista popular y pendenciero, con millones de seguidores en las redes sociales y que destila vitriolo en sus comentarios. Se ha convertido en la bestia parda de Meghan Markle, y desde su privilegiada plataforma televisiva ha contribuido a alimentar la animadversi¨®n hacia la duquesa de Sussex de una parte considerable de los brit¨¢nicos. "?Cu¨¢ntas Navidades le quedan a la reina? No muchas. Est¨¢ claro que Enrique se ha distanciado de su hermano y que la tensi¨®n va en aumento entre Meghan y Kate [duquesa de Cambridge y esposa del pr¨ªncipe heredero Guillermo]", a?ad¨ªa a la pol¨¦mica Andrew Pierce, del tabloide Daily Mail. Al otro lado de la contienda, Victoria Murphy, la corresponsal de la Casa Real de la revista estadounidense Town&Country, sal¨ªa rauda en defensa de la decisi¨®n. Las reyertas de los Windsor, cuando de Meghan se trata, se libran ya a ambos lados del Atl¨¢ntico. "Guillermo y Kate pasaron las Navidades con los padres de ella en Bucklebury en 2012 y 2016. Enrique y Meghan han estado ya en Sandringham en los ¨²ltimos dos a?os", ha afirmado Murphy en su cuenta de Twitter.
Cada intento de Markle de vencer con golpes de empat¨ªa la inquina que vierte sobre ella la prensa amarilla se convierte en un bumer¨¢n. Sus confesiones al periodista Tom Bradby, en el documental Harry&Meghan: An african Journey?(Enrique y Meghan: Un viaje africano), que relataba su reciente gira por el sur de ?frica, deber¨ªan haber servido para rebajar la tensi¨®n: "Cuando una mujer est¨¢ embarazada se siente especialmente vulnerable. Todo eso fue un reto, lo mismo que tener un reci¨¦n nacido. Poca gente me ha preguntado si estoy bien, as¨ª que lo agradezco. Todo esto resulta muy duro detr¨¢s de las bambalinas", explicaba.
"Imagina que te van a hacer un documental en Sud¨¢frica y lo conviertes en un rosario de penurias, en el que cuentas lo terrible que es tu vida y todo lo que te afectan los titulares. La realidad es que tienes un palacio lleno de sirvientes y que est¨¢s intentando manipular a los medios", aseguraba el presentador Morgan ante el m¨ªnimo atisbo de sus invitados de justificar a Markle.
Un proceso natural como podr¨ªa ser la toma de distancia de los focos de una pareja, que sabe que sus responsabilidades futuras no ser¨¢n relevantes para el futuro de la casa real, se ha convertido en la carnaza de unos medios que se solazan con cualquier desavenencia en el seno de los Windsor. "Es triste que no deseen formar parte de la reuni¨®n familiar, especialmente ahora que la reina y el duque de Edimburgo han llegado a la ancianidad. Seguro que a la reina le habr¨¢ dolido, pero es demasiado elegante para dar ninguna muestra al respecto", explicaba al The Sun la escritora y directora de la revista Majesty, Ingrid Stewart, otra de los muchos periodistas que se ha especializado en presuponer lo que Isabel II, herm¨¦tica como ning¨²n otro monarca, puede pensar o dejar de pensar sobre cualquier an¨¦cdota.
Ni siquiera el pr¨ªncipe Enrique niega ya que ha sufrido un distanciamiento con su hermano Guillermo, el segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n, que el acecho constante de los medios a Meghan le trae a la memoria la cacer¨ªa en que se convirtieron los a?os m¨¢s duros de su madre, Lady Di, y que desea una mayor libertad y privacidad junto a su esposa y al hijo de ambos, Archie. Y las muestras, en cada acto p¨²blico, de la voluntad de la casa real de situar a Guillermo y Kate lo m¨¢s cercanos posibles al centro de la escena (que ocupar¨¢ hasta el final Isabel II) responden a una estrategia clara por evitar que la atenci¨®n se distraiga.
Solo que cada paso de Meghan Markle se observa con lupa, y detr¨¢s de cada justificaci¨®n se pretender ver un desaire. La decisi¨®n de evitar el pasado verano la obligada visita a la reina en su castillo de Balmoral (Escocia), cuando Archie apenas ten¨ªa unos meses, fue cuestionada cuando se vio a la duquesa de Sussex, poco despu¨¦s, en Nueva York (sola, sin su hijo) en la final femenina del Open de Tenis USA. Como si la hubieran descubierto en una contradicci¨®n flagrante. Y se acude a acusaciones de xenofobia o racismo para cuestionar la ¨¦tica de los medios amarillos. La ¨²ltima, la excandidata dem¨®crata estadounidense, Hillary Clinton, quien ha expresado su deseo de abrazar a Meghan en solidaridad por todo su sufrimiento. Cuando todo es m¨¢s simple: Markle se ha convertido en el chivo expiatorio de una prensa sensacionalista que lleva a?os haciendo caja con las an¨¦cdotas m¨¢s irrelevantes de los Windsor, a condici¨®n de no asomarse siquiera a sus finanzas, su patrimonio o sus prerrogativas legales.
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