Debates secuestrados

Una ministra de Justicia acude a la c¨¢rcel para ser entrevistada por un grupo de presas, algunas con delitos de sangre. Sentadas en torno a una mesa, charlan sobre lo complicada que es la reinserci¨®n y comentan algunos de los sinsentidos de la pol¨ªtica penitenciaria. Ocurri¨® en Rennes (Francia), el a?o pasado. Las reclusas prepararon el encuentro durante meses. La ministra, Nicole Belloubet, se anot¨® un tanto en comunicaci¨®n, aunque a muchos votantes de su Gobierno no les gust¨® el gesto.

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La conversaci¨®n se public¨® en Citad¡¯elles, una revista escrita e ilustrada por presas con ayuda de varias asociaciones. Es un proyecto ¨²nico en Europa, muy modesto: se editan 600 ejemplares cada tres meses para distribuirlos en c¨¢rceles del oeste del pa¨ªs, y tambi¨¦n se puede leer en Internet. Las redactoras cumplen condenas largas y no tienen acceso a la Red: los periodistas de la asociaci¨®n les ayudan a contactar con sus fuentes, que responden por correo, por tel¨¦fono o las visitan en la c¨¢rcel, como hizo la ministra.

?Por qu¨¦ darles voz a narcotraficantes y a asesinas? Una de las fundadoras de Citad¡¯elles, la periodista Audrey Guiller, me cuenta que se plante¨® esa misma pregunta. Su respuesta fue que, aunque hayan cometido cr¨ªmenes repugnantes, esa gente un d¨ªa deber¨¢ reinsertarse. Ese es el fin del sistema penitenciario. Pero est¨¢ fallando. Cada vez se destinan menos recursos a dar a los presos competencias laborales o a conectarles con el mundo. Eso los hace m¨¢s inestables, fr¨¢giles, menos ¨²tiles para la sociedad. De todo esto escriben las protagonistas en Citad¡¯elles, pero tambi¨¦n sobre masturbaci¨®n, el virus del papiloma humano, las teor¨ªas de la conspiraci¨®n y el salario digno en prisi¨®n.

Esta revista acumula premios desde que naci¨® en 2012. Es un punto de vista en medio del inc¨®modo debate penitenciario en Francia. All¨ª la extrema derecha quiere secuestrar la conversaci¨®n: Marine Le Pen acusa al Gobierno de Emmanuel Macron de ¡°inocent¨®n¡± y de laxo con los criminales. Algo parecido ocurre en Espa?a: la extrema derecha exige que se aplique la cadena perpetua para los cr¨ªmenes m¨¢s graves, o ampliar los supuestos de prisi¨®n permanente revisable porque cree, aunque los datos demuestran que es falso, que aumentar la dureza de la sanci¨®n penal conlleva necesariamente una reducci¨®n de la delincuencia. El resto del arco pol¨ªtico, desde progresistas a conservadores moderados, se limita a jugar a la defensiva: debate sobre la pertinencia de estas condenas agravadas, en lugar de subrayar el mandato de reinserci¨®n que marca la Constituci¨®n y proponer medidas para reforzarlo. La izquierda est¨¢ dejando que se secuestre el debate, que todo gire alrededor del extremo m¨¢s duro, y que eso eclipse el objeto primario del sistema penitenciario.

@anafuentesf