Doble paso
?De verdad es imposible que la izquierda espa?ola y una parte del independentismo catal¨¢n se encuentren por lo menos en un punto: la defensa de la democracia y la lucha contra el neofascismo?
De verdad es imposible que la izquierda espa?ola y una parte del independentismo catal¨¢n se encuentren por lo menos en un punto: la defensa de la democracia y la lucha contra el neofascismo? ?De verdad es imposible empezar a descontaminar el clima irrespirable de la pugna entre el fundamentalismo constitucional y los fundamentalismos patri¨®ticos? La tendencia natural de los discursos identitarios a dar a la naci¨®n una dimensi¨®n trascendental se ha visto retroalimentada esta vez por el trascendentalismo constitucional de los que para dar una apariencia de laicidad a su patriotismo han convertido a la Constituci¨®n, modificable y siempre provisional por naturaleza, en un absoluto. Era la manera de responder al desaf¨ªo independentista cerrando cualquier v¨ªa de negociaci¨®n: la Constituci¨®n es intocable y punto. Y cuando los pol¨ªticos no se hablan todo se endurece: la escena pol¨ªtica, la justicia, la opini¨®n p¨²blica.
La imposibilidad de acuerdo quedaba explicitada desde un principio: frente al sacrosanto refer¨¦ndum de la autodeterminaci¨®n como punto de partida innegociable, la Constituci¨®n como horizonte insuperable de nuestro tiempo. Es decir, cara a cara con dos barreras de por medio. Un terreno en que se han sentido c¨®modos los propagandistas de ambos lados que levantan la voz cada vez que se apela a la b¨²squeda de espacios de entendimiento, apostando por la confrontaci¨®n sin reparar en da?os. Y as¨ª se ha llevado el conflicto a una peligrosa din¨¢mica que toma su expresi¨®n m¨¢s vistosa en la dial¨¦ctica entre las sentencias judiciales y las respuestas del independentismo.
En estos tiempos hemos visto crecer la ultraderecha y hemos asistido a la reaparici¨®n de los viejos t¨®picos y las permanentes amenazas del neofascismo y del nacionalcatolicismo franquista. Sorprende la timidez con la que se ha reaccionado contra ella. Vox ha sido normalizado a gran velocidad por la derecha espa?ola, de d¨®nde proviene, y la comodidad con la que se maneja entre las elites conservadoras indica que no se le descarta como opci¨®n de futuro.
Ante este escenario, las urnas han dado una sola opci¨®n: el gobierno de izquierdas que tendr¨ªa que ser un lugar natural para aquellos que siguen creyendo que la defensa de la democracia exige la lucha ideol¨®gica contra el neofascismo. Y, sin embargo, a pesar de la r¨¢pida rectificaci¨®n de Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias, la suerte no est¨¢ echada. El tiempo pasa y los poderes que sue?an con el domesticado bipartidismo no dejan de alimentar la fantas¨ªa de la gran coalici¨®n. Al otro lado, Esquerra Republicana, una vez m¨¢s, duda. Mientras sus adversarios gritan que viene el lobo, sus socios susurran la palabra traici¨®n. Y Esquerra se resiste a dar un paso que tiene doble raz¨®n de ser: explorar una nueva etapa, antes que el independentismo quede atrapado en su inmovilismo, y sumar en la lucha contra la radicalizaci¨®n de la derecha. La democracia est¨¢ en peligro. Y no s¨®lo aqu¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.