El nombre de la bestia
El Estado y el capitalismo no son culpables, sino v¨ªctimas de la misma dolencia: la avaricia humana por conseguir rentas
Hoy, para leer la cr¨ªtica m¨¢s demoledora del capitalismo no hay que abrir el Manifiesto comunista, sino el Financial Times. O The Economist.?Es desde posiciones liberales, y no desde la izquierda, donde mejor se est¨¢n identificando las contradicciones de nuestro sistema econ¨®mico. Y son analistas liberales, como Martin Wolf, quienes han puesto el nombre a la bestia: capitalismo rentista.
Porque tanto nuestros problemas de eficiencia, con pobres crecimientos de la productividad, como de equidad, con sustanciosos aumentos de la desigualdad, vienen de tolerar un exceso de rentas a varios niveles. En primer lugar, un sector financiero que, generando beneficios ilusorios, succiona riqueza y talento de la econom¨ªa productiva. Segundo, unas empresas oligop¨®licas que, concentrando poder de mercado en muchos sectores, incluido el tecnol¨®gico, estrangulan la innovaci¨®n. En EE?UU, crisol del dinamismo econ¨®mico, se crean menos empresas que hace tres o cuatro d¨¦cadas, y las m¨¢s j¨®venes representan una parte m¨¢s peque?a del pastel. Tercero, los altos ejecutivos, que cobraban 20 veces el salario medio de un empleado en 1965, ahora ganan 300 veces m¨¢s. En todos estos casos, unos individuos obtienen unos ingresos injustos: rentas por encima de lo que ganar¨ªan si los mercados fueran competitivos.
La causa de nuestra baja productividad y raqu¨ªtica subida de los salarios no hay que buscarla fuera. En inmigrantes que amenazan nuestros puestos de trabajo o en pa¨ªses emergentes con bajos costes laborales. El problema lo tenemos en casa. En la laxitud, legal y moral, con la que hemos dejado que cuaje entre nosotros una cultura de maximizar las rentas a expensas del bienestar colectivo. El ganador se lo lleva todo.
Sin embargo, este rentismo en el sector privado es s¨®lo la mitad de la bestia. La otra parte habita en el sector p¨²blico. Tiene una cara m¨¢s amable, porque suele estar promocionada por partidos, medios y representantes de la sociedad civil. Pero en nuestras administraciones abundan las rentas, como unos salarios y condiciones de empleo p¨²blico por encima de las de un mercado competitivo.
No debemos privatizar el Estado, como desean los neoliberales. Tampoco superar el capitalismo, como defiende Thomas Piketty. El Estado y el capitalismo no son culpables, sino v¨ªctimas de la misma dolencia: la avaricia humana por conseguir rentas.@VictorLapuente
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