?En qu¨¦ se parece Casanova a un tronista?
Maquillaje, cejas depiladas o labios de porcelana... muchos creen que estas tendencias responden a eso que se llama "nueva masculinidad", pero la historia est¨¢ llena de hombres que han reivindicado el artificio est¨¦tico
Hace poco, document¨¢ndome para un art¨ªculo, di con una declaraci¨®n del dise?ador Thierry Mugler en la que confesaba que, si tras abandonar la moda hab¨ªa transformado su aspecto mediante la cirug¨ªa y el culturismo hasta volverlo irreconocible, hab¨ªa sido para borrar su rostro y su cuerpo anteriores, y de paso todo lo que conllevaban. La cirug¨ªa como catarsis, como tabula rasa o como fuerza de purificaci¨®n extrema es una de las obsesiones centrales del transhumanismo, que es esa teor¨ªa que afirma que el cuerpo est¨¢ obsoleto y que transformarlo es el ¨²nico modo de adaptarse.
?Son los filtros de belleza de Snapchat un modo de hacer tiempo hasta pulsar el timbre del cirujano?
No s¨¦ si a Mugler le interesa mucho el transhumanismo, pero s¨ª s¨¦ que es de la misma generaci¨®n que su compatriota Orlan, una artista que desde hace d¨¦cadas remodela su rostro hasta convertirlo en esculturas a trav¨¦s de intervenciones quir¨²rgicas que filma y distribuye como piezas de videoarte. Orlan siempre ha sido muy pol¨¦mica. Tambi¨¦n lo es la cantante Grimes. Este verano Adidas le pidi¨® que hablara de su rutina de cuidados y ella, con naturalidad de c¨ªborg, explic¨® que acababa de sustituir la capa exterior de su c¨®rnea por una membrana de pol¨ªmero dise?ada por ella misma y por su novio, el inefable Elon Musk. El objetivo, aseguraba, era filtrar la luz azul para evitar la depresi¨®n. Ella se qued¨® tan ancha y oculistas de medio mundo entraron al quite para decir que aquello era una idiotez. Grimes no volvi¨® a mencionarlo y seguimos sin saber si lo suyo fue confesi¨®n o performance.
Lo que est¨¢ claro es que hoy somos mucho m¨¢s receptivos a alterar de forma permanente nuestro aspecto mediante la cirug¨ªa o mediante las redes sociales, aunque a¨²n no s¨¦ si lo uno excluye a lo otro. ?Son los filtros de belleza de Snapchat o un modo de hacer tiempo hasta pulsar el timbre del cirujano? Por el mundo pululan celebridades e influencers que han cincelado sus rostros hasta hacerlos parecer renders de un software 3D.
Reconozco que esas caras de cejas m¨ªnimas (o inexistentes), labios de porcelana y rasgos levemente alien¨ªgenas por obra y gracia del contouring me hipnotizan como Kaa a Mowgli. A veces, cuando coincido con alguno de ellos, pienso que el transhumanismo ya est¨¢ aqu¨ª. Otras veces me decanto por una teor¨ªa igualmente atractiva: que los rostros mu?equiles de los beauty boys, los p¨®mulos de las Kardashian y los tup¨¦s y las barbas de los canteranos de Mediaset son modas cosm¨¦ticas, como las ojeras y las gre?as entre los rom¨¢nticos del XIX o los polvos de arroz y las pelucas entre los cortesanos del XVIII. Hay toda una tesis sobre el tema en el Casanova de Fellini. Donald Sutherland, el actor protagonista, se pill¨® un cabreo del quince cuando vio que iban a deformar su rostro con pr¨®tesis hasta hacerle parecer un gigantillo de Burgos. Pero Fellini le convenci¨® (solo a medias) explic¨¢ndole que aquello era la historia de un hombre incapaz de vivir sin el artificio. Casanova era un hijo de su tiempo. Como todos.
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