Otros extractos de las memorias de Rajoy: su opini¨®n sobre Aznar, S¨¢nchez y los nuevos partidos

Al d¨ªa siguiente de las elecciones, cuando en la direcci¨®n del partido est¨¢bamos ocupados en lo prioritario, que era intentar la formaci¨®n de Gobierno, el expresidente Jos¨¦ M.? Aznar se present¨® ante el Comit¨¦ Ejecutivo del partido, algo que hab¨ªa hecho en escas¨ªsimas ocasiones, para solicitar un congreso abierto del PP. En los meses posteriores insistieron en la misma idea algunos grupos muy ideologizados, muy cr¨ªticos hacia mi persona, aunque de implantaci¨®n escasa, cuando no inexistente, en el Partido Popular. Esas propuestas nunca encontraron eco en la organizaci¨®n. Afortunadamente, mientras estuve al frente del Partido Popular goc¨¦ de un apoyo y una lealtad admirables por parte de la mayor¨ªa de mis compa?eros en el partido y de los ministros de mi Gabinete. A cuatro de ellos se les plante¨® la posibilidad de sustituirme como jefe del Ejecutivo. A mi juicio, hay que tener tanta osad¨ªa como ignorancia para ir ofreciendo alegremente la presidencia del Gobierno de Espa?a por los restaurantes de Madrid. Por mucho poder que se tenga o muy bien situado que se est¨¦, tal comportamiento no resulta admisible en una democracia consolidada. Tres de las personas tentadas me lo vinieron a contar inmediatamente. El cuarto, supongo que porque no le dio la menor importancia, no consider¨® necesario hacerlo. Y no lo hizo.

Inici¨¦ una ronda de contactos con los distintos l¨ªderes pol¨ªticos y a todos ellos les present¨¦ la propuesta de coalici¨®n, con toda claridad. El problema fue que la conversaci¨®n con el l¨ªder del Partido Socialista, Pedro S¨¢nchez, dur¨® poco porque no estaba dispuesto a nada. Me dijo que ¨¦l en ning¨²n caso iba a apoyar o propiciar ning¨²n tipo de acuerdo con el Partido Popular. Su rechazo fue inmediato. No hubo opci¨®n a nada. Ni siquiera me explic¨® los porqu¨¦s de su posici¨®n. Todav¨ªa hoy me llama la atenci¨®n aquella actitud, aquella ins¨®lita y rotunda negativa, ya no a pactar, sino sencillamente a escuchar mi propuesta. Yo he tenido enormes discrepancias con otros dirigentes pol¨ªticos a lo largo de mi vida, pero nunca rechac¨¦ el di¨¢logo con ellos. El di¨¢logo es una pieza indispensable de la pol¨ªtica; dir¨ªa m¨¢s: es un gesto de civilizaci¨®n. (¡­) Tal vez por eso se ejercita tan poco en estos tiempos de fragmentaci¨®n cuando, en teor¨ªa, deber¨ªa ser m¨¢s necesario que nunca.

Con el paso del tiempo hemos llegado a descubrir algunos comportamientos no tan virtuosos en los nuevos partidos y en la nueva pol¨ªtica. Me refiero, por ejemplo, al cesarismo, esa forma de dirigir los partidos como si fueran sectas con absoluto desprecio al di¨¢logo y en el que a los discrepantes solo se les deja el camino del exilio o el menosprecio. Tambi¨¦n rechazo esa obsesi¨®n por la t¨¢ctica, el relato y la imagen como ¨²nicos elementos de la actividad pol¨ªtica convertida en pura teatralidad, sin reflejo alguno en la gobernanza del pa¨ªs. Hablo de la intransigencia, de esa necesidad imperiosa de marcar un territorio electoral que hace casi imposible los acuerdos; del deterioro institucional que se observa en las sesiones parlamentarias (¡­) He o¨ªdo hablar mucho de regeneraci¨®n a los l¨ªderes de la nueva pol¨ªtica y he recibido muchas cr¨ªticas por no conducirme como ellos. Pero en apenas un par de a?os esos nuevos partidos han perdido el lustre de las cosas reci¨¦n estrenadas y han demostrado ser en muchas cosas peores que aquellos a quienes ven¨ªan a ense?ar el camino de la virtud.

Mariano Rajoy es licenciado en Derecho y registrador de la propiedad. Fue presidente del Gobierno de Espa?a por el PP de 2011 hasta 2018. Estos extractos son un adelanto editorial de sus memorias pol¨ªticas, ¡®Una Espa?a mejor¡¯, que Plaza & Jan¨¦s publica el 3 de diciembre.