En el Estado
La investidura no ser¨ªa viable sobre la base de la ambig¨¹edad
El Partido Socialista inici¨® este jueves en el Congreso de los Diputados los contactos pol¨ªticos para explorar la posibilidad de que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) facilite la investidura de Pedro S¨¢nchez mediante su abstenci¨®n. La elecci¨®n del lugar del encuentro no fue casual. Como tampoco se abandonaron a la improvisaci¨®n los mensajes con los que ambos partidos acudieron a la reuni¨®n ni la redacci¨®n de los respectivos comunicados para valorarla y comprometerse a nuevos encuentros. En la estrategia de una y otra formaci¨®n, estas cautelas tratan de mantener un espacio a salvo de presiones internas y exteriores mientras se desarrollan los contactos, que podr¨ªan prolongarse hasta principios del pr¨®ximo a?o. Pero existe adem¨¢s una realidad pol¨ªtica de fondo, creada por las acciones del independentismo, que exige que las palabras de los negociadores dentro y fuera de la sala est¨¦n rigurosamente medidas, y m¨¢s si finalmente logran su objetivo y lo plasman en un documento p¨²blico obligado: ning¨²n acuerdo ser¨¢ viable sobre la base de la ambig¨¹edad.
El derrotero emprendido por el independentismo tras la crisis del Estatut provoc¨® una profunda divisi¨®n de la sociedad catalana, al reclamar desde la Generalitat una negociaci¨®n con el Estado y no en el Estado, que es lo ¨²nico para lo que lo legitiman los votos que recibe. Las sombras de este desplazamiento sem¨¢ntico, a la vez temerario y ventajista, se proyectaron sobre la gesti¨®n de las protestas contra la sentencia del proc¨¦s, en las que, salvo los Mossos, las instituciones catalanas desempe?aron un equ¨ªvoco papel frente a los grupos violentos, deteriorando la convivencia en ciudades como Barcelona. Y esas mismas sombras podr¨ªan sobrevolar las reuniones iniciadas esta semana si los partidos, los que participan en los contactos y los que los condenan de antemano, confunden el pacto para investir un Gobierno con una negociaci¨®n para resolver la crisis en Catalu?a.
Eso es lo que pretenden las condiciones exigidas p¨²blicamente por ERC al Partido Socialista, y que las restantes fuerzas independentistas est¨¢n llevando al paroxismo. El ensue?o que siguen acariciando es obtener una victoria tanto si el Partido Socialista las acepta como si las rechaza, porque, de acuerdo con su lenguaje, en un caso habr¨ªan hecho claudicar a Espa?a y, en el otro, Espa?a se habr¨ªa negado a dialogar.
Lo m¨¢s parad¨®jico de esta posici¨®n es que no difiere de la de las formaciones que, desde el lado no independentista, dan por descontado que las conversaciones ¨²nicamente asegurar¨¢n la investidura si el Partido Socialista asume ante ERC el compromiso de violentar el orden constitucional, disponiendo de ¨¦l unilateralmente y en su propio beneficio. Para bien y para mal, nada est¨¢ escrito.
La ¨²nica alternativa real a la que se enfrenta ERC, as¨ª como el independentismo que haya extra¨ªdo las lecciones de su fracaso, es decidir un Gobierno para Espa?a, no una soluci¨®n para Catalu?a, que solo podr¨¢ ser abordada entre todos. De la misma forma, los partidos que se oponen a una investidura mediante la abstenci¨®n de ERC est¨¢n obligados a fijar con claridad a qu¨¦ se comprometen para conseguir un Gobierno que gobierne, en lugar de desentenderse de sus responsabilidades e impedir en t¨¦rminos pr¨¢cticos cualquier salida. Prolongar los juegos t¨¢cticos a la espera de los errores que pueda cometer el Partido Socialista en su intento de pactar con los independentistas no es una estrategia que resuelva la par¨¢lisis pol¨ªtica, gravemente perjudicial para la crisis territorial y potencialmente devastadora para la que amenaza a la econom¨ªa.
Por el contrario, es la estrategia de quienes, como los independistas, y con id¨¦ntica temeridad e id¨¦ntico ventajismo, prefieren hacer pol¨ªtica con el Estado y no en el Estado. Aunque las razones que aleguen sean las opuestas.
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