El Gran Desastre
En la tercera d¨¦cada del siglo XXI, la emergencia clim¨¢tica vertebr¨® la agenda pol¨ªtica global
Extracto de Breve historia del siglo XXI, varios autores, Ediciones Segundo Milenio: ¡°Durante la d¨¦cada del 2010, tras la crisis financiera del 2008 y los estragos que caus¨® en el tejido social de muchos pa¨ªses, algunas de las instituciones y los consensos sociales alcanzados en las d¨¦cadas precedentes a nivel global sufrieron rupturas. Despu¨¦s de d¨¦cadas de hegemon¨ªa occidental liderada por Estados Unidos, con la elecci¨®n de Donald Trump como presidente de ese pa¨ªs en 2016, Washington inici¨® una deriva aislacionista, cediendo t¨¢citamente la iniciativa geopol¨ªtica a Asia y Rusia. En Europa, el Reino Unido descosi¨® el mapa europeo con su salida de la Uni¨®n Europea. A su vez, algunas regiones subnacionales como Catalu?a, Escocia y C¨®rcega se embarcaron en procesos de separaci¨®n de sus respectivos Estados, s¨ªntoma de la fragilizaci¨®n del continente.
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Una parte de la ciudadan¨ªa, crecientemente desconfiada de las instituciones pol¨ªticas surgidas tras la Segunda Guerra Mundial por no haber sabido paliar las consecuencias de la Gran Recesi¨®n que sigui¨® a la crisis de 2008, comenz¨® a votar a opciones reaccionarias que priorizaban la pertenencia a una naci¨®n o grupo ¨¦tnico y renegaban del universalismo y los avances realizados en materia de igualdad, sobre todo, aquella entre mujeres y hombres. Al mismo tiempo, un n¨²mero cada vez mayor de ciudadanos en todo el mundo, tanto en los pa¨ªses desarrollados como los menos desarrollados, empezaba a preocuparse por las consecuencias inmediatas y en el medio plazo del cambio clim¨¢tico.
La joven Greta Thunberg, junto con cientos de miles de j¨®venes y activistas en todo el planeta, logr¨® visibilizar esta preocupaci¨®n con asombrosa rapidez a finales de la d¨¦cada. Sin embargo, los compromisos internacionales y las medidas concretas para mitigar los efectos de este colosal cambio en el funcionamiento del ecosistema se hicieron esperar. La mayor¨ªa de actores pol¨ªticos y econ¨®micos se mostraba lenta, incluso reacia, a aceptar una variaci¨®n en las prioridades de las pol¨ªticas p¨²blicas y el desarrollo econ¨®mico a pesar de unos pron¨®sticos cient¨ªficos cada vez m¨¢s inquietantes para la supervivencia de numerosas especies, incluida la humana. Influido por el auge de fuerzas reaccionarias, el debate pol¨ªtico en la mayor¨ªa de pa¨ªses continuaba girando en torno a cuestiones tradicionalmente ligadas al Estado naci¨®n como el crecimiento econ¨®mico, el control de las fronteras y la cohesi¨®n de culturas y territorios. No fue hasta finales de la tercera d¨¦cada de 2000, tras las considerables destrucciones materiales y p¨¦rdidas humanas en pa¨ªses hasta ese momento ajenos a los desastres naturales de gran envergadura, cuando, finalmente, el conjunto de la clase pol¨ªtica y econ¨®mica concentr¨® su acci¨®n en la emergencia clim¨¢tica.
Una parte de la ciudadan¨ªa, descontenta de las instituciones pol¨ªticas por no haber sabido paliar las consecuencias de la Gran Recesi¨®n que sigui¨® a la crisis de 2008, comenz¨® a votar a opciones reaccionarias que priorizaban la pertenencia a una naci¨®n o grupo ¨¦tnico
Para entonces, pa¨ªses europeos meridionales como Espa?a y Grecia, pero tambi¨¦n Francia, hab¨ªan visto mermada su producci¨®n agr¨ªcola merced a la sequ¨ªa, puntuada por lluvias torrenciales y tormentas de granizo que erosionaban el suelo f¨¦rtil. Los fuertes calores estivales redujeron progresivamente el turismo en la cuenca mediterr¨¢nea, impulsando a los habitantes con m¨¢s recursos a buscar refugio del calor en el norte de Europa durante los meses de verano. Una secuencia de huracanes en el oto?o de 2027 caus¨®, asimismo, una destrucci¨®n ins¨®lita en el viejo continente. Desde finales de la d¨¦cada de los 2010, las tormentas tropicales comenzaron a desviarse hacia Europa trayendo episodios huracanados a sus costas, pero las medidas y protocolos de prevenci¨®n que tomaron las administraciones ante este nuevo fen¨®meno no fueron suficientes para hacer frente al impacto consecutivo de Walter, Xerxes, Yves y Zaida.
En el espacio de tres semanas, el litoral atl¨¢ntico europeo se vio arrasado por vientos cercanos a los 400 km/h y violentas olas generadas por meteotsunamis. Ciudades como Lisboa, Bilbao, Burdeos, Brujas o R¨®terdam fueron parcialmente devastadas y algunas poblaciones costeras quedaron en tan mal estado que fueron abandonadas por los supervivientes, temerosos de nuevas cat¨¢strofes. Las im¨¢genes del paso de los cuatro huracanes evocaron escenas de ruina no vistas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Su impacto psicol¨®gico y simb¨®lico fue mayor, si cabe, al que tuvieron las im¨¢genes del colapso de las Torres Gemelas en Nueva York a principios del siglo XXI. Si ¨¦stas propiciaron un cambio de paradigma geopol¨ªtico, situando la amenaza yihadista en el centro del debate y la acci¨®n pol¨ªtica internacional, el Gran Desastre del 27 ¡ªcomo fue conocido en su momento¡ª convirti¨® la emergencia clim¨¢tica en el elemento vertebrador de una nueva agenda global. Algunas de las medidas de lucha contra el cambio clim¨¢tico que los expertos consideraban indispensables se tomaron como consecuencia de esta cat¨¢strofe¡±.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics. oliviamunozrojasblog.com
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