Europa y la OMC
Estados Unidos fuerza el fin del Comit¨¦ de Apelaci¨®n y genera inseguridad
En las pr¨®ximas horas, si no ocurre un milagro, la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) quedar¨¢ desprovista de uno de sus principales instrumentos para regular el comercio global, el Comit¨¦ de Apelaci¨®n, un organismo que dirime los litigios entre sus socios. El presidente estadounidense, Donald Trump, lo ha ido socavando sistem¨¢ticamente, mediante el veto al nombramiento de nuevos ¨¢rbitros una vez que los miembros del comit¨¦ iban acabando su mandato. Llegan ahora a ese t¨¦rmino dos de los tres jueces existentes. Y como los paneles deben estar compuestos justo por tres miembros, no es que desaparezca jur¨ªdicamente el organismo, es que de facto no puede funcionar.
Este rev¨¦s echa por los suelos los extraordinarios esfuerzos que cost¨® la conversi¨®n del antiguo GATT en una mucho m¨¢s operativa OMC, por cuanto empez¨® a ser capaz de sancionar a los incumplidores de sus normas. Y con ello se dinamita una de las instituciones b¨¢sicas para el mantenimiento ¡ªy en su caso profundizaci¨®n¡ª de la civilizaci¨®n liberal multilateral. Al carecer de fuerza operativa por amputaci¨®n de su brazo arbitral, es la instituci¨®n entera la que sufre en sus potencialidades, su capacidad de actuaci¨®n y su operatividad.
Los efectos concretos sobre el tr¨¢fico mercantil global se prev¨¦n funestos. El comercio y las inversiones tender¨¢n a retraerse, a causa de la inseguridad jur¨ªdica sobre su desarrollo para todas las empresas. Y con ello, la creaci¨®n de riqueza, algo grave para todos y especialmente preocupante en los pa¨ªses m¨¢s atrasados. No en vano los grandes avances registrados en la lucha contra la pobreza en el mundo se vinculan a la creciente prosperidad econ¨®mica de China desde que se integr¨® en la OMC a principios de este siglo, lo que ha retra¨ªdo de la pobreza a centenares de millones de personas en ese y otros pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo.
El desorden, la incertidumbre y la inseguridad en ciernes no se justifican por ninguna de las debilidades y limitaciones que sin duda acompa?an al organismo. Y resulta adem¨¢s contradictorio que lo socave el pa¨ªs que m¨¢s abrumadoramente favorecido resulta en los dict¨¢menes en favor de sus empresas: Estados Unidos. Para la correcta gobernanza mundial se necesitar¨¢ en todo caso una mejor y m¨¢s poderosa OMC, no una versi¨®n desle¨ªda y capitidisminuida de la misma.
Por todo esto se revela especialmente valiosa la estrategia que la Uni¨®n Europea ha venido siguiendo al respecto en estos ¨²ltimos a?os. Por un lado, ha multiplicado la negociaci¨®n y firma de tratados bilaterales con distintos pa¨ªses, entre los que sobresalen los logrados con Corea del Sur, Canad¨¢, Jap¨®n y Mercosur: todos ellos despliegan ambiciones superiores a las propias de las reglas m¨ªnimas de la OMC, sin contradecirlas. As¨ª, los europeos logran aislar parte de su comercio exterior de los da?os producidos por el boicoteo a la OMC. Y en algunos casos est¨¢ replicando su misma estructura a nivel bilateral.
Por otro lado, ha lanzado un rosario de propuestas para mejorar la eficacia, aumentar la agilidad, multiplicar la transparencia y limitar los defectos burocr¨¢ticos del Comit¨¦ de Apelaci¨®n, en sinton¨ªa con preocupaciones compartidas por agentes econ¨®micos europeos y de otros pa¨ªses, como EE?UU. Todo esto no basta. Pero s¨ª es una l¨ªnea en la que seguir profundizando, a la espera de que Washington recapacite alg¨²n d¨ªa y d¨¦ marcha atr¨¢s.
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