¡®B¨²hos¡¯ y ¡®halcones¡¯
Christine Lagarde tiene por delante una ardua tarea negociadora para coordinar la pol¨ªtica monetaria actual con la pol¨ªtica fiscal expansiva necesaria
La primera aparici¨®n p¨²blica de Christine Lagarde como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha dejado sobre el pupitre dos mensajes que deber¨¢n confirmarse con el tiempo. El primero, que la desaceleraci¨®n econ¨®mica en la eurozona muestra algunos s¨ªntomas de mejora. Los indicios no son demasiado precisos, pero permiten suponer que la econom¨ªa europea no acabar¨¢ fatalmente en recesi¨®n. Y tampoco en japonizaci¨®n,es decir, en un estancamiento persistente inmune a las curas expansivas. El segundo es el m¨¢s relevante, aunque queda a la espera de m¨¢s detalles: el BCE, bajo su mandato, va a revisar la estrategia monetaria seguida hasta el momento, con el objetivo de afrontar con m¨¢s ¨¦xito el objetivo de mantener la inflaci¨®n en el entorno del 2% y alinear la pol¨ªtica monetaria con las nuevas exigencias de la econom¨ªa global, l¨¦ase transformaci¨®n digital y lucha contra el cambio clim¨¢tico.
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No hay dudas de que Lagarde pretende encabezar un cambio en el uso de las herramientas disponibles por la autoridad monetaria europea. Por el momento, Lagarde es un activo pol¨ªtico y econ¨®mico en el Banco cuyas habilidades negociadoras se van a orientar a convencer a los Estados de que ha llegado la hora de la pol¨ªtica fiscal. Es posible que no fuera demasiado expl¨ªcita en el mensaje neokeynesiano con matices, pero su insistencia en la voluntad de acuerdo da pie a entender que, en lo fundamental, suscribe el an¨¢lisis de Draghi de que la pol¨ªtica monetaria de la eurozona ha agotado sus posibilidades de actuaci¨®n; y que, por lo tanto, hay que recurrir a pol¨ªticas fiscales selectivamente expansivas. Lagarde puede coordinar de forma muy eficaz los restos de una pol¨ªtica monetaria heterodoxa con una presi¨®n pol¨ªtica en favor de est¨ªmulos fiscales moderados. El trabajo, para qu¨¦ enga?arse, es dif¨ªcil, porque las resistencias contra la expansi¨®n presupuestaria son mucho m¨¢s intensas que las que existen contra la expansi¨®n monetaria.
La curiosidad se centra ahora en averiguar qu¨¦ pretende hacer Lagarde con sus armas monetarias disponibles en favor de la transici¨®n hacia las llamadas ¡°nuevas tecnolog¨ªas¡± y de la lucha contra el calentamiento global. El morbo radica en que no es lo mismo actuar introduciendo los costes de las inversiones contra el cambio clim¨¢tico en los c¨¢lculos de los par¨¢metros monetarios que hacer pol¨ªtica monetaria activa contra la contaminaci¨®n. Probablemente, lo que a Lagarde le gustar¨ªa es lo segundo, sea o no un error, pero lo que podr¨¢ hacer es lo primero. Ante Lagarde aparece una gesti¨®n ardua en la que podr¨¢ comprobar hasta qu¨¦ punto puede ser un b¨²ho, como a ella le gustar¨ªa, en un ¨¢mbito dominado por halcones, con el bagaje de precedentes y medidas de quantitative easing que le ha dejado una paloma como Mario Draghi.
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