Expansi¨®n japonesa
Shinzo Abe moviliza 110.000 millones de euros para prevenir las amenazas contra el crecimiento japon¨¦s
Shinzo Abe, primer ministro de Jap¨®n, ha presentado un programa de est¨ªmulos econ¨®micos de 215.000 millones de euros, de los cuales aproximadamente 108.000 ser¨¢n gasto p¨²blico, aplicado en forma de incentivos directos a la inversi¨®n o pr¨¦stamos estatales a bajo inter¨¦s. M¨¢s significativo que el volumen de la expansi¨®n fiscal, que incluye inversiones ya planificadas y contin¨²a las decisiones pol¨ªticas de 2016, cuando se aplic¨® un paquete de medidas mayor (233.000 millones de euros), es el prop¨®sito preventivo del plan. Una parte del mismo se explica por la necesidad de reconstruir las infraestructuras da?adas por devastadores desastres naturales; pero la m¨¢s importante tiene un car¨¢cter preventivo.
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El plan de Abe se propone conjurar los peligros de un descenso de la econom¨ªa despu¨¦s de que pasen los efectos de los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio en 2020, los efectos de la subida del IVA, en vigor desde octubre, y el endurecimiento de las relaciones comerciales con Estados Unidos. Es decir, no se trata de corregir un desequilibrio existente, sino de prevenir un riesgo futuro que la sociedad japonesa identifica como alarmante. El plan tiene inter¨¦s pol¨ªtico porque Jap¨®n es la econom¨ªa m¨¢s endeudada del mundo (su deuda equivale al 235% del PIB) y, a pesar de ello, sus Gobiernos no solo no repudian sino que recurren de forma sistem¨¢tica a los incentivos p¨²blicos para mantener vivo el crecimiento.
Christine Lagarde acaba de rechazar los riesgos de japonizaci¨®n en la eurozona. Pues bien, aunque las circunstancias son diferentes y las estructuras de decisi¨®n pol¨ªtica no son las mismas en el ¨¢rea del euro que en la del yen, lo cierto es que Bruselas no ha sido capaz de pactar una pol¨ªtica econ¨®mica de incentivos p¨²blicos a la inversi¨®n encaminada a corregir los riesgos del bajo crecimiento. Lo que se ha demostrado hasta ahora es que la ortodoxia monetaria no combate la debilidad en el crecimiento y las pol¨ªticas de ajuste, como las proclamadas hasta ahora desde Alemania, simplemente agravan la desaceleraci¨®n.
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