Un presidente en busca de su legitimidad
El nuevo ciclo pol¨ªtico en Argentina se jugar¨¢ en la capacidad de Fern¨¢ndez para conciliar expectativas
Desde hace apenas unos d¨ªas, Alberto Fern¨¢ndez es el nuevo presidente argentino y esto abre un nuevo ciclo pol¨ªtico. Ninguna experiencia pol¨ªtica, por m¨¢s tributaria a una tradici¨®n o a un partido que sea, es id¨¦ntica a la anterior. Los que por comodidad para ejercer la oposici¨®n sue?an con un Gobierno con las mismas rutinas y el mismo temperamento que el ¨²ltimo kirchnerismo muy probablemente se equivoquen. Tal vez se equivoquen tambi¨¦n los que se esperancen demasiado con algunos de los giros del discurso de asunci¨®n del presidente Fern¨¢ndez.
La intervenci¨®n frente a la asamblea legislativa tuvo, para Alberto Fern¨¢ndez, la importancia que tienen los momentos ¨²nicos. Como protagonista exclusivo del escenario, su intenci¨®n fue la de encontrar una legitimidad que viene sesgada desde ese s¨¢bado en el que a Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner se le ocurri¨® ungirlo como candidato y secundarlo. La forma en que Alberto Fern¨¢ndez llega a la presidencia es at¨ªpica y sabe que los votos no son del todo propios, pero al mismo tiempo es un hombre con la suficiente experiencia pol¨ªtica como para advertir que, en un pa¨ªs hiperpresidencialista, una vez sentado en el sill¨®n, su poder se acrecienta y la capacidad decisional y el manejo de la caja p¨²blica convierten a cualquier mortal en un seductor estadista.
Alberto Fern¨¢ndez us¨® el discurso inaugural de su mandato para disputar poder interno, frente a un contexto en el que las diferencias dentro del partido de gobierno ser¨¢n el punto cero de la pol¨ªtica argentina. En los pr¨®ximos meses la sociedad argentina ser¨¢ espectadora de la puja dentro del acuerdo peronista, en medio de restricciones econ¨®micas muy fuertes y de un contexto internacional y regional que no deja margen de maniobra.
Conocedor de esta combinaci¨®n de limitaciones, el presidente eligi¨® como estrategia discursiva diferenciarse de quien es, en definitiva, la fuente de su poder. Con Cristina Kirchner a su lado y espiando los papeles del discurso, Fern¨¢ndez habl¨® de respeto a las instituciones, de salvar las diferencias entre los argentinos y de no caer en mesianismos y actitudes violentas. Previsiblemente, el discurso fue un glosario de buenas intenciones en el que la clave era mostrarse moderado y capaz de absorber la presi¨®n de una situaci¨®n muy dif¨ªcil. Las apelaciones a la historia reciente, sobre todo la recurrencia a situarse al lado de Ra¨²l Alfons¨ªn ¡ªel padre de la actual democracia argentina¡ª y el reconocimiento a Gobiernos no peronistas, van en la misma direcci¨®n de conseguir legitimidad m¨¢s all¨¢ de las fronteras de su propia base de sustentaci¨®n electoral. A la vaguedad de este tipo de enunciados se le contrapone una serie de anuncios m¨¢s vertebrados, que hacen encender algunas luces de alarma y que no se distancian de un ejercicio populista m¨¢s parecido al kirchnerista. Una reforma de la justicia sin demasiada especificaci¨®n y presentada de un modo excesivamente sobreideologizado, junto con la intervenci¨®n de la Agencia de Inteligencia y reformas en el manejo de la pauta oficial para los medios de comunicaci¨®n, aparecen en el horizonte como una r¨¦mora y refuerzan, una vez m¨¢s, la presencia de tensiones dentro del nuevo Gobierno. La sinuosa manera con que el presidente habl¨® de la importancia de la mujer en esta etapa, al mismo tiempo que no mencion¨® la cuesti¨®n del aborto, es una demostraci¨®n ostensible de una Administraci¨®n que se inicia marcada por dos universos de rara conciliaci¨®n, la de conceder a su base progresista y no hacer enojar al Papa Francisco.
Estas tensiones son la continuidad de lo que ocurre desde que la f¨®rmula Fern¨¢ndez-Fern¨¢ndez se consagr¨® ganadora. Mientras algunos se dedicaron a forjar la imagen de un presidente conciliador, los otros se dedicaron a sitiar el campo simb¨®lico con referencias populistas y a ganar poder propio en las C¨¢maras y en la provincia de Buenos Aires. El loteo por facciones que termin¨® siendo el armado del Gabinete de Ministros confirma la hip¨®tesis de un Gobierno en disputa.
El destino del nuevo ciclo pol¨ªtico se jugar¨¢, fundamentalmente, en la capacidad, virtud y fortuna que muestre para conciliar expectativas. La preocupaci¨®n de Ralf Dahrendorf acerca de la tensi¨®n entre la generaci¨®n de expectativas y las posibilidades de la pol¨ªtica y la econom¨ªa para resolverlas tendr¨¢ su cap¨ªtulo peronista.
Los anhelos son principalmente econ¨®micos, pero no son los ¨²nicos. En el amplio mundo de lo simb¨®lico, muchos actores sociales importantes tienen un ¨¢nimo de revancha pol¨ªtica y de retorno de una gram¨¢tica beligerante, patriagrandista y populista que tal vez no pueda ser saciado. Es imposible saber hoy cu¨¢nto tiempo o cu¨¢nta paciencia tendr¨¢n los protagonistas de estas expectativas frente a la realidad de la gesti¨®n pol¨ªtica.
Para equilibrar el mal maridaje que resulta de la crisis econ¨®mica y las internas peronistas, la democracia argentina va a necesitar de una oposici¨®n y de una sociedad civil activa y responsablemente comprometida.
Gabriel Palumbo es profesor y analista pol¨ªtico.
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