Todos jueces
?Para qu¨¦ esperar a leer la sentencia entera del Tribunal si la ¨²nica que nos importa es nuestra opini¨®n?
Quince minutos despu¨¦s de conocido el fallo del Tribunal de la Justicia de la Uni¨®n Europea que respond¨ªa a la consulta del Tribunal Supremo de Espa?a sobre la situaci¨®n procesal de Oriol Junqueras, en prisi¨®n provisional y a la espera de sentencia en el momento de ser elegido parlamentario europeo, ya todos los tertulianos de las televisiones y las radios espa?olas ten¨ªan una opini¨®n sobre el mismo. ?Y sin haber le¨ªdo la sentencia! Y lo mismo ocurri¨® una hora y media despu¨¦s, cuando el Tribunal Superior de Catalu?a conden¨® al presidente catal¨¢n Joaquim Torra a un a?o y medio de inhabilitaci¨®n para ejercer cargos p¨²blicos por desobedecer las ¨®rdenes de la Junta Electoral en los d¨ªas previos a las ¨²ltimas elecciones. No solo los tertulianos, que saben todo y de todo por ciencia infusa, sino los representantes de los partidos pol¨ªticos, que, como conocemos, son imparciales por definici¨®n, ya ten¨ªan formada una opini¨®n jur¨ªdica, no solo pol¨ªtica. ?Para qu¨¦ esperar a leer la sentencia entera del Tribunal si la ¨²nica que nos importa es nuestra opini¨®n?
Lo peor es que ese comportamiento se ha trasladado a la sociedad espa?ola, que, desde que la pol¨ªtica se ha judicializado y la justicia popularizado por ello, opina de Derecho como si todo el mundo supiera de la materia y como si las decisiones judiciales fueran iguales a las de los ¨¢rbitros, f¨¢ciles de comprender por cualquiera. Ayer y anteayer, de hecho, en los bares y en los centros de trabajo del pa¨ªs las discusiones sobre el arbitraje del Barcelona-Real Madrid del mi¨¦rcoles se entremezclaban con las de las sentencias sobre Junqueras y Torra, como si la justicia y el f¨²tbol fueran lo mismo y, sobre todo, como si todos fu¨¦ramos jueces y ¨¢rbitros de f¨²tbol a la vez, sin necesidad de saber de Derecho. ?Para qu¨¦ estudiar Derecho, si todos somos juristas y la justicia no se diferencia del VAR del f¨²tbol, donde cualquiera, interesado o no, dictamina y sentencia en funci¨®n de sus colores? Si lo hace el presidente Torra, que juzga su propia sentencia, qu¨¦ no esperar del p¨²blico en general, para el que las decisiones judiciales son justas o no en virtud de si coinciden o no con sus opiniones. Da igual que se trate de una sentencia sobre una agresi¨®n sexual, como la de los jugadores de f¨²tbol de la Arandina, o un dictamen jur¨ªdico sobre la necesidad o no de suplicatorio para juzgar a un parlamentario europeo, todos opinan sobre el asunto, al igual que los tertulianos, sepan de Derecho o no. Lo importante es hacerlo con contundencia y, si es en un bar o en una cena de empresa, a gritos; lo de menos es haber le¨ªdo la sentencia sobre la que se discute ni, por supuesto, saber la legislaci¨®n.
Por supuesto que todo el mundo puede opinar sobre la justicia, uno de los pilares de la democracia y, por tanto, sujeta al escrutinio p¨²blico, pero no estar¨ªa de m¨¢s hacerlo con conocimiento y no confundir la justicia con la pol¨ªtica, por m¨¢s que ambas est¨¦n relacionadas ¨²ltimamente m¨¢s de lo que deber¨ªan, y mucho menos con el f¨²tbol, ese terreno de la subjetividad sin ley en el que todo el mundo dicta sentencia sin importarle ser parte y juez a la vez. Aunque el hooliganismo se haya adue?ado de la vida espa?ola, los jueces no son ¨¢rbitros de f¨²tbol, ni sus sentencias, jugadas a discutir por los aficionados.
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