Gerontocracia en crisis
Las protestas en Argelia reivindican los ideales de la independencia, secuestrados por la casta militar que todav¨ªa se mantiene en el poder
Un pa¨ªs de j¨®venes gobernado por ancianos al borde la tumba. Eso es Argelia, con un 40% de sus ciudadanos por debajo de los 25 a?os y un presidente reci¨¦n salido de las urnas el pasado 12 de diciembre con 74 a?os cumplidos. Viene a sustituir a Abdelkader Bensal¨¢, presidente interino de 78 a?os, tras la destituci¨®n del titular, el enfermo Abdelaziz Buteflika, con 82. Y a los cuatro d¨ªas de su toma de posesi¨®n, acaba de fallecer el hombre fuerte del r¨¦gimen, el jefe del Estado Mayor y general Ahmed Gaid Sal¨¢, con 80, que es quien ha tutelado el relevo.
El contraste generacional lo proporciona la calle, donde manifestaciones pac¨ªficas y de abrumadora participaci¨®n juvenil se suceden en demanda de elecciones libres y libertades pol¨ªticas. Trat¨¢ndose de una dictadura militar disfrazada de civil, las protestas ¡ªconocidas como el Hirak o movimiento en ¨¢rabe¡ª significan ante todo una persistente demanda de sometimiento del poder de los militares al inexistente poder de los civiles.
El Hirak ha conseguido la anulaci¨®n de dos elecciones presidenciales trucadas, las de abril, que iban a mantener a Buteflika en el poder cinco a?os m¨¢s, a pesar de su penoso estado de salud, y las de julio, a las que no se present¨® ning¨²n candidato. Tambi¨¦n gracias al Hirak ha sido d¨¦bil la participaci¨®n en la reciente elecci¨®n, un 40%, y muy escasa la legitimidad del nuevo presidente setent¨®n Abdelmajid Teb¨²n.
El azar ha favorecido el recambio estrictamente gerontocr¨¢tico, de forma que Gaid Salah, el art¨ªfice de esta falsa transici¨®n, ha sido sustituido como jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, por el general Sa?d Chengriha, de 74 a?os. Los funerales y los tres d¨ªas de luto decretados por la muerte de Gaid Salah, pertenecientes al repertorio de solemnidades solo reservadas a los jefes de Estado, confirma la desaparici¨®n del aut¨¦ntico director de escena. El viejo general se hab¨ªa cerrado a cualquier di¨¢logo efectivo con el Hirak pero tambi¨¦n se hab¨ªa contenido en la represi¨®n, limitada a centenares de detenciones, una excepci¨®n en una regi¨®n donde la respuesta militar ante los civiles reivindicativos suele terminar en derramamiento de sangre.
Diez meses despu¨¦s de que empezara el Hirak, se acumulan en la encrucijada argelina un relevo generacional, el sometimiento de los militares al poder civil y, sobre todo, la recuperaci¨®n de los ideales democr¨¢ticos forjados en los combates por la independencia y secuestrados por el poder de los centuriones.
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