Inocentadas
Ahora, los lectores estamos acostumbrados a que nos enga?en con noticias falsas sin necesidad de que sea el D¨ªa de los Inocentes
Tradicionalmente, el 28 de diciembre los peri¨®dicos sol¨ªan publicar una noticia falsa (algunos todav¨ªa deben de hacerlo) para celebrar la festividad religiosa que recuerda a los ni?os a los que el rey Herodes mand¨® asesinar para asegurarse de que entre ellos estar¨ªa el que algunos dec¨ªan era el Mes¨ªas. La noticia sol¨ªa ser una broma y la gracia consist¨ªa en ver cu¨¢ntos lectores se la tomaban en serio, convirti¨¦ndose de ese modo en inocentes, objetos de la burla ajena.
El desapego a las tradiciones unido a la profusi¨®n de las llamadas fake news, noticias falsas elaboradas con una intenci¨®n perversa, ha hecho que las inocentadas period¨ªsticas hayan ca¨ªdo en desuso, habituados como estamos los lectores a que nos enga?en con noticias falsas sin necesidad de que sea el D¨ªa de los Inocentes. No ser¨¦ yo, pues, el que ensaye una, aunque s¨ª me atrevo a recordar algunas de las inocentadas que durante todo este a?o nos han gastado unos y otros.
La mayor inocentada que a los espa?oles nos han gastado nuestros pol¨ªticos es que nos han obligado a votar dos veces como si con una no les bastara para saber lo que pensamos y queremos. Cierto que entre ellos mismos se han gastado inocentadas del estilo, la primera a Pedro S¨¢nchez al llevarle a la presidencia del Gobierno para luego no dejarle gobernar, y la segunda a sus opositores, condenados, como S¨ªsifo, a subir a lo alto de la monta?a del poder la enorme piedra de sus aspiraciones para verla caer cuando est¨¢n a punto de llegar arriba (aunque peor ha sido la inocentada que los votantes le gastaron en las segundas elecciones a Albert Rivera, m¨¢s que S¨ªsifo, ?caro castigado por su soberbia pol¨ªtica y, como ¨¦l, ca¨ªdo con todo el equipo). Sin salir de la pol¨ªtica, la inocentada de la exhumaci¨®n de Franco tampoco estuvo mal, pues, aun siendo esta real, nos cost¨® a los contribuyentes mucho dinero (hasta el traslado de la familia del dictador y sus anticonstitucionales exigencias los sufragamos nosotros) y nos seguir¨¢ costando, pues tanto el cementerio como el pante¨®n en los que se le volvi¨® a enterrar son propiedad del Estado y, por lo tanto, su mantenimiento corre por cuenta nuestra tambi¨¦n. ?Y qu¨¦ decir de los incontables casos de corrupci¨®n pol¨ªtica, solventados en su mayor¨ªa sin que los condenados devuelvan un solo euro de lo que nos robaron a todos?
Hay otras inocentadas de m¨¢s o menos enjundia, como que los gobernantes catalanes consideren que pueden desobedecer las leyes que a los dem¨¢s nos obligan o que la Comunidad de Madrid se haya convertido, seg¨²n los ¨²ltimos datos econ¨®micos, en la regi¨®n m¨¢s rica y pujante de Espa?a cuando las autonom¨ªas se crearon para descentralizar el poder pol¨ªtico y econ¨®mico; pero la m¨¢s graciosa es esa que dice que la Iglesia sigue sin pagar impuestos por su patrimonio, que a la vez engrosa con inmatriculaciones hechas por los obispos sin contar con nadie. Hay m¨¢s: la negativa de los bancos a devolver los millones de euros que les prestamos cuando les afect¨® la crisis, la de la Iglesia negando mientras ha podido los casos de pederastia como cualquier delincuente, la de la nueva Cumbre del Clima protagonizada por una quincea?era de la que, al parecer, depende la salvaci¨®n del planeta y la de la humanidad¡ La peor inocentada, sin embargo, es que hoy a todos nos queda un a?o menos de vida y que encima lo celebramos tomando uvas, una por cada mes del a?o. A pesar de ello, feliz 2020.
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