?Gobierno electo o Gobierno de los jueces?
S¨¢nchez ha calificado esta legislatura como la del di¨¢logo territorial. Ojal¨¢ sirva para algo, aunque visto lo visto, se acabar¨¢ imponiendo el cainismo
Se llegaba a las puertas de la investidura al rojo vivo. Si en un primer momento la fuente de tensi¨®n fundamental fue el pacto entre PSOE y ERC, cuyos detalles tardaron en hacerse p¨²blicos, las decisiones de la Junta Electoral Central en la v¨ªspera del pleno acabaron de construir un escenario de enfrentamiento ¡ªy de perplejidad¡ª extremo. Una vez m¨¢s, la cuesti¨®n catalana estaba en el centro del hurac¨¢n y su impacto sobre la pol¨ªtica espa?ola era y es total. Y, como es l¨®gico, ha fagocitado pr¨¢cticamente todo el debate. La inhabilitaci¨®n provisional de Torra hab¨ªa insuflado a la derecha de energ¨ªa positiva, compensando la depresi¨®n provocada por la decisi¨®n del TJUE, como si estas victorias o derrotas jur¨ªdicas o administrativas fueran a alterar en lo m¨¢s m¨ªnimo la fuente del conflicto o la distribuci¨®n de esca?os.
Conclusi¨®n: a la pol¨ªtica lo que es de la pol¨ªtica, al derecho lo que es del derecho. Ya sea en lo relativo a la situaci¨®n de los pol¨ªticos presos o al posible resultado de la pol¨¦mica comisi¨®n de negociaci¨®n PSOE-ERC, que en s¨ª misma solo puede decidir dentro de la ley. Pero esto no invalida la persecuci¨®n de v¨ªas pol¨ªticas. Es m¨¢s, muchas de las reticencias sobre dicha comisi¨®n pierden fuerza despu¨¦s de haber escuchado al propio presidente del Gobierno en funciones confirmar que operar¨¢n con total lealtad institucional. Negar la posibilidad de la pol¨ªtica para empujar cambios en el statu quo jur¨ªdico significar¨ªa anular su autonom¨ªa para ajustar la ley al cambio social. ?Alguien piensa que la situaci¨®n catalana encontrar¨¢ una v¨ªa de soluci¨®n sin hacer el esfuerzo pol¨ªtico por cambiar el acomodo de Catalu?a en el Estado? Otra cosa ya son las ambig¨¹edades de S¨¢nchez, sus idas y venidas, o que su mano tendida a ERC responda o no a intereses por mantenerse en el poder. La cuesti¨®n de fondo trasciende al personaje.
El problema es que la posible soluci¨®n pol¨ªtica solo puede prosperar si la derecha, alg¨²n sector de ella al menos, se implica en la soluci¨®n. En el horizonte de este di¨¢logo que propugna el Gobierno, si es que prospera, se atisba un cambio constitucional para cuya consecuci¨®n resulta imprescindible. Y si digo que es un problema es porque, como hemos visto en el dur¨ªsimo discurso de Casado, la cuesti¨®n territorial la imaginan cristalizada ad aeternis. Los conflictos pol¨ªticos de esa naturaleza solo encontrar¨ªan, por tanto, una respuesta jur¨ªdica. Gobierno de los jueces por inhibici¨®n de los pol¨ªticos, que es distinto de la sujeci¨®n de lo pol¨ªtico al Estado de derecho, algo que va de suyo. Pero esto afecta tambi¨¦n al mismo independentismo catal¨¢n, que mientras siga por la v¨ªa unilateral cancela la fuerza de la pol¨ªtica y en ¨²ltima instancia erige impl¨ªcitamente a los int¨¦rpretes del derecho en el decisor supremo. Lo contrario de aquello a lo que dice aspirar.
El presidente del Gobierno en funciones ha calificado esta legislatura como la del di¨¢logo territorial. Ojal¨¢ sirva para algo, aunque visto lo visto, y aunque por fin tengamos Gobierno, se acabar¨¢ imponiendo el cainismo. Lo que estar¨¢ ausente es lo que de verdad necesitamos si deseamos avanzar, m¨¢s di¨¢logo Gobierno-oposici¨®n. Justo lo que no tendremos.
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