Siembras de odio en Venezuela y Bolivia
Alg¨²n tipo de alianza habr¨¢ de forjarse en Am¨¦rica Latina contra la siembra de divisi¨®n y encono
Las hordas a la caza del indio con garrotes y biblias en Bolivia y la compra de diputados en Venezuela para reventar la Asamblea Nacional son vertidos de odio tan alarmantes como los obst¨¢culos afrontados por las democracias representativas de Am¨¦rica Latina para afianzar sus preceptos: el acatamiento de la Constituci¨®n y las leyes, elecciones libres y pac¨ªfico traspaso de poderes. El Estado aindiado edificado por Evo Morales para reparar afrentas coloniales es entendible, pero el expresidente cometi¨® el error de olvidar que Bolivia dej¨® de ser un pa¨ªs mayoritariamente ind¨ªgena despu¨¦s de un complejo proceso de mestizaje. La idiosincrasia resultante la hizo refractaria a la servidumbre y la autocracia.
La polic¨ªa chavista amordazando el Parlamento, la alcaldesa de Cochabamba embadurnada de rojo y trasquilada, y la rabia de la burgues¨ªa chola que vigil¨® la residencia de M¨¦xico donde se refugian funcionarios depuestos, preludian otros estallidos de visceralidad si no se previenen con institucionalidad. La acumulaci¨®n de odio colectivo es preocupante. No habr¨¢ conciliaci¨®n en las sociedades latinoamericanas si la oposici¨®n opta por el atajo con escolta castrense, y los mandatarios que invocan la democracia sin creer en ella se aferran al mando con golpes de mano.
El asistencialismo de Hugo Ch¨¢vez y Evo Morales, e incluso de Daniel Ortega en alg¨²n tramo de su esprint hacia el cacicazgo, rescat¨® de la miseria a millones apantallando con subsidios un autoritarismo que se apoder¨® de las instituciones o las dise?¨® al servicio de planteamientos frecuentemente m¨¢s arribistas que revolucionarios. La discriminaci¨®n positiva en la redistribuci¨®n de la riqueza insufl¨® conciencia de clase y garantiz¨® triunfos electorales al ser sus beneficiarios mayor¨ªa, pero incubaron el parasitismo de unos y la malquerencia de otros, larvas del revanchismo, las asonadas y guerras civiles. El teniente coronel que acaudill¨® una revoluci¨®n expidiendo cartas de ciudadan¨ªa a los pobres de la tierra se proclam¨® valedor del socialismo del siglo XXI, el potaje ideol¨®gico del soci¨®logo alem¨¢n Heinz Dieterich con elementos del marxismo-leninismo, el trotskismo, el cristianismo, la econom¨ªa de equivalencias y el neoliberalismo. Aplic¨¢ndolo a conveniencia, el gu¨ªa bolivariano y sus disc¨ªpulos sometieron a las oligarqu¨ªas blancas, nacionalizaron recursos, incorporaron la manutenci¨®n de la pueblada a los presupuestos generales y relegaron a las clases medias.
El despotismo exige carn¨¦s de la patria y estigmatiza a quienes no los necesitan para asumir la obligaci¨®n de indemnizar las infamias cometidas con los indios y ayudar a las mayor¨ªas pauperizadas. Si el Pacto de Punto Fijo estabiliz¨® Venezuela durante a?os, y la rebeli¨®n de Oruro coalig¨® a quechuas, aimaras y criollos contra la dominaci¨®n espa?ola, alg¨²n tipo de alianza habr¨¢ de forjarse en Am¨¦rica Latina contra la siembra de divisi¨®n y encono.
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