Ir¨¢n y el eje chi¨ª
Los asesinatos selectivos no contribuyen a resolver los problemas de Oriente Pr¨®ximo, los agudizan
El asesinato de Qasem Soleimani por parte de Estados Unidos es un intento a la desesperada de frenar el creciente expansionismo chi¨ª en Oriente Pr¨®ximo. Aunque todav¨ªa es pronto para determinar si lograr¨¢ este objetivo, lo cierto es que la desaparici¨®n del responsable de la fuerza de ¨¦lite Al Quds de la Guardia Revolucionaria supone un duro rev¨¦s para la mir¨ªada de milicias chi¨ªes que pululan por la regi¨®n y que han sido determinantes para la creaci¨®n de un eje chi¨ª que va desde Teher¨¢n hasta Beirut, pasando por Bagdad y Damasco.
Tras el derrocamiento del sah en 1979, el ayatol¨¢ Jomeini se cifr¨® como uno de sus principales objetivos la exportaci¨®n de la revoluci¨®n y la propia Constituci¨®n iran¨ª defendi¨® ¡°la justa lucha de los oprimidos frente a los opresores en cualquier lugar del mundo¡±. En esta primera fase, el r¨¦gimen teocr¨¢tico intent¨® que su liderazgo regional fuera aceptado por las diferentes comunidades chi¨ªes de Oriente Pr¨®ximo y estableci¨® las milicias de Hezbol¨¢ para contener la influencia israel¨ª sobre L¨ªbano y proyectar su poder¨ªo hasta el mar Mediterr¨¢neo.
Con la invasi¨®n de Irak en 2003, Ir¨¢n ampli¨® su radio de acci¨®n tejiendo una tupida red de relaciones clientelares con diferentes milicias armadas chi¨ªes en Irak y Yemen, a las que entren¨® y financi¨® de manera generosa. En esta segunda fase se emple¨® como pretexto la necesidad de plantar cara al movimiento salafista-yihadista Al Qaeda y a sus ramas iraqu¨ª y yemen¨ª. Este movimiento dio a Ir¨¢n una profundidad estrat¨¦gica sin precedentes y su influencia se extendi¨® mucho m¨¢s all¨¢ de sus fronteras naturales llegando, incluso, hasta el estrecho de Bab el-Mandeb, que controla la estrat¨¦gica entrada en el mar Rojo, gracias a su patrocinio de las milicias de Ansar Allah, tambi¨¦n conocidas como los Huthi.
La primavera ¨¢rabe en 2011 fue considerada como una amenaza existencial por el r¨¦gimen iran¨ª por sus demandas de libertades y democracia. De ah¨ª que activase a todos sus peones regionales para evitar la ca¨ªda de su principal aliado regional: Bachar el Asad. El general Qasem Soleimani moviliz¨® a una suerte de brigadas internacionales chi¨ªes procedentes del L¨ªbano, Irak, Ir¨¢n, Pakist¨¢n y Afganist¨¢n que llegaron a sumar 50.000 efectivos y que fueron decisivas para el mantenimiento en el poder del presidente sirio. El l¨ªder opositor Riad Hijab, primer ministro hasta 2012, lleg¨® a denunciar hace unos a?os: ¡°Siria est¨¢ ocupada por el r¨¦gimen iran¨ª: la persona que dirige el pa¨ªs no es El Asad, sino Soleimani¡±.
En la defensa del r¨¦gimen sirio tambi¨¦n desempe?aron un papel significativo las milicias libanesas de Hezbol¨¢, dirigidas por el jeque Has¨¢n Nasral¨¢. Esta organizaci¨®n ha sobrevivido a numerosas ofensivas por parte del poderoso ej¨¦rcito israel¨ª y ha consolidado su posici¨®n interna con la entrada en el Parlamento liban¨¦s, donde sus 13 diputados disponen de una minor¨ªa de bloqueo para torpedear cualquier medida contraria a sus intereses. A pesar de que el Acuerdo de Taif que puso fin a la guerra libanesa en 1989 demandara el desarme de todas las milicias libanesas, lo cierto es que Hezbol¨¢ ha conseguido blindar su ala militar pese a las numerosas voces que reclaman su desarticulaci¨®n.
En Irak, el r¨¦gimen iran¨ª aprovech¨® la ca¨ªda de Mosul y la proclamaci¨®n de un califato yihadista por el denominado Estado Isl¨¢mico en 2014 para crear las Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular, en las que se integraron una treintena de milicias armadas chi¨ªes, que paulatinamente fueron desplazando al propio Ej¨¦rcito iraqu¨ª en sus funciones y tuvieron un papel clave en la derrota del mencionado grupo terrorista. A pesar de que el primer ministro Adel Abdul Mahdi es te¨®ricamente comandante en jefe de todas las fuerzas armadas seg¨²n la Constituci¨®n iraqu¨ª, lo cierto es que las Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular siguen disfrutando de un amplio margen de maniobra y mantienen unos estrechos v¨ªnculos con la Guardia Revolucionaria iran¨ª, tal y como prueba que su n¨²mero dos Abu Mahdi al Muhandis acompa?ara a Qasem Soleimani cuando fue abatido por un misil estadounidense.
Este expansionismo iran¨ª ha sido reiteradamente denunciado por Israel y Arabia Saud¨ª. De ah¨ª que la Administraci¨®n de Trump haya exigido en los ¨²ltimos meses que el r¨¦gimen iran¨ª interrumpa su respaldo a dichas milicias chi¨ªes, que han sido incluidas en la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado norteamericano. Aunque la imposici¨®n de sanciones ha colocado en una situaci¨®n extremadamente delicada a Ir¨¢n, lo cierto es que no ha sido suficiente para obligarle a revisar su postura. De hecho, el asesinato de Soleimani no tiene por qu¨¦ significar el fin de las injerencias iran¨ªes en los asuntos dom¨¦sticos de sus vecinos ¨¢rabes. La experiencia pasada nos demuestra que los asesinatos selectivos no contribuir¨¢n a resolver los problemas estructurales de Oriente Pr¨®ximo, sino que m¨¢s bien los agudizar¨¢n. Apostar ¨²nica y exclusivamente por la v¨ªa militar tan solo contribuir¨¢ a cronificar los conflictos e intensificar las rivalidades regionales.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos en la Universidad Complutense de Madrid.
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