El transformismo y la envidia social
Frente al Gobierno del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha surgido un nuevo movimiento que reivindica los ¡°derechos sociales¡± como continuaci¨®n de la vieja tradici¨®n del Partido Comunista
Conte. O como se suele decir en Italia, emulando el famoso tuit de Donald Trump durante la crisis desencadenada en verano por Matteo Salvini en el Papeete Beach de Milano Marittima, los numerosos Contes. Los Giuseppes: o, como vamos a intentar demostrar, el resurgimiento ¡ªen una Italia que es primera abanderada del soberanismo fascista de la Liga¡ª del transformismo. Un regreso, por as¨ª decir, a Cavour y el cambio de chaqueta como instrumento para estabilizar un pa¨ªs caracterizado por una especie de a-democracia. Es decir, un caos democr¨¢tico como estabilizaci¨®n parad¨®jica de una Italia que hace a?os que no tiene una mayor¨ªa regida por los principios de la coherencia pol¨ªtica y los ejes ideol¨®gicos de la "derecha" y la "izquierda". ?Qu¨¦ relaci¨®n hay entre el transformismo de Conte -antes primer ministro de un gobierno soberanista-populista regido por el "contrato" entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas y ahora todav¨ªa primer ministro, pero con una mayor¨ªa inestable que apela al eje entre el Partido Dem¨®crata y un Movimiento en perpetua disoluci¨®n- y el soberanismo de Salvini?
Podr¨ªamos recordar lo que Zygmunt Bauman ha denominado "retrotop¨ªa", es decir, la nostalgia o el pasado como ancla para disolver un presente disgregado, pero en sentido inverso. Si Bauman consideraba esta "pasi¨®n" por el pasado como recuperaci¨®n de la memoria o de la historicidad -o, al estilo de Benjamin, como recuerdo arqueol¨®gico de la historia-, hoy, el regreso al pasado asume la antigua variante del "transformismo": la superaci¨®n de las barreras hist¨®rico-pol¨ªticas de los ejes de la derecha y la izquierda hist¨®ricas.
Sin embargo, conviene que nos preguntemos por qu¨¦ y c¨®mo se ha producido este regreso al transformismo despu¨¦s de la breve pero ferviente etapa del llamado "soberanismo" de la Liga de Matteo Salvini o el partido en ascenso de Giorgia Meloni. ?Cu¨¢l ha sido la vinculaci¨®n entre el soberanismo y el populismo, cuyo m¨¢ximo defensor ha sido el exministro del Interior, Salvini? ?Y por qu¨¦ su ca¨ªda o su colapso han hecho retroceder a Italia a los tiempos del cambio de chaqueta, de las constantes dimisiones de ministros insatisfechos del nuevo eje entre el Movimiento 5 Estrellas y un Partido Dem¨®crata dividido entre la direcci¨®n silenciosa de Zingaretti y la vertiginosa vuelta a los escenarios pol¨ªticos de Matteo Renzi?
El pa¨ªs vuelve a los tiempos del cambio de chaqueta, con una nueva fragmentaci¨®n de la izquierda en tres bloques
Ser¨ªa interesante, a este respecto, retomar una perspectiva a largo plazo y volver la vista por unos instantes a la ¨¦poca que algunos han llamado Berlusconeida, es decir, los interminables 20 a?os de Berlusconi como encarnaci¨®n de la hegemon¨ªa social-televisiva en la Italia post-ideol¨®gica. Y actualizar algunas notas apuntadas por el c¨¦lebre Ernesto Laclau en La raz¨®n populista. Como es sabido, Laclau reinterpreta el populismo en un sentido que, en la l¨ªnea de Weber, podr¨ªamos definir como a-valorativo. El populismo es "pasi¨®n". Pasi¨®n por un "l¨ªder", que puede estar en el marco conservador o del radicalismo revolucionario. Laclau pone al d¨ªa el estudio del populismo: para empezar, a trav¨¦s de su relectura en sentido semi¨®tico y, sobre todo, deseante y afectivo. El populismo se sostiene en la movilizaci¨®n de las pasiones fundamentales: el afecto, el carisma o -como dir¨ªa la antigua camarada Chantal Mouffe- el odio. Para entender el llamado "caso italiano", a estas pasiones fundamentales habr¨ªa que a?adir, en nuestra opini¨®n, la envidia, como pasi¨®n social fundamental. Una envidia que ha estudiado con gran profundidad una fil¨®sofa pol¨ªtica italiana, Elena Pulcini. El motivo es que, entre todas las banderas post-ideol¨®gicas agitadas durante las dos d¨¦cadas berlusconianas, junto a los famosos himnos a una imprecisa "libertad" (que coincidi¨® con el endurecimiento de los procesos de liberalizaci¨®n) o al "amor" (amor al l¨ªder, por supuesto), lo que prevaleci¨® fue la envidia. Envidia de los llamados "pobres" respecto a los "ricos", envidia de la plebe ante los nuevos aristoi. Y esto coincidi¨® con la vuelta a una "sociedad censal", dominada por la l¨®gica de la mercanc¨ªa y el dinero. La desaparici¨®n de los par¨¢metros de la izquierda y la derecha hist¨®ricas coincidi¨®, durante la hegemon¨ªa de Silvio Berlusconi, con una reconsideraci¨®n de la pol¨ªtica en un sentido duramente neoliberal, donde lo que sosten¨ªa lo que, en sentido gramsciano, llam¨¢bamos hegemon¨ªa era precisamente la distinci¨®n entre "pueblo" y "¨¦lite"; y esto desde un cierto punto de vista, antes de la desenfrenada hegemon¨ªa actual del neoliberalismo, como una l¨®gica de financiarizaci¨®n, de la interpretaci¨®n del ciudadano como privatus y, al mismo tiempo, como capital humano que puede "valorarse" en sentido capitalista para someterlo al paradigma del producto social y televisivo.
En este sentido, el "soberanismo" de Salvini parece heredero natural del populismo berlusconiano, en la medida en que en ¨¦l dominaban todav¨ªa las pasiones del odio (hacia los que son distintos, los inmigrantes, los marginados, los relegados) y la envidia (del sur del planeta hacia la Europa feliz, o incluso del sur de Italia hacia un norte rico y secesionista, exponente de las que se definen como "peque?as patrias"). Sin embargo, ya lo dicen algunos fil¨®sofos italianos como la mencionada Elena Pulcini o el famoso Remo Bodei: la envidia seg¨²n las ense?anzas de Spinoza- es una "pasi¨®n triste", una pasi¨®n que limita con el rencor, el resentimiento, y que da pie a actitudes caracterizadas por la "superstici¨®n" y el encantamiento. En otras palabras, al apego fetichista al carisma del l¨ªder que convierte al "pueblo" en una entidad enfurecida, gobernada por la l¨®gica schmittiana del "amigo y el "enemigo".
?Era Conte, abogado ascendido hasta el puesto de primer ministro, la soluci¨®n pol¨ªtica contra el soberanismo y el populismo?
Por todo ello, nos preguntamos: ?era a¨²n Giuseppe Conte, abogado ascendido hasta el puesto de primer ministro, la soluci¨®n pol¨ªtica contra el soberanismo y el populismo? ?No ser¨¢ quiz¨¢ un nuevo ejemplo del eterno fracaso de la izquierda hist¨®rica italiana, dominada por una forma de deseo suicida que le impide volver a tocar las cimas del gobierno? Como hemos dicho, Giuseppe Conte parece una especie de "vuelta atr¨¢s", el recrudecimiento del antiguo transformismo italiano como paradigma de la estabilizaci¨®n, una estabilizaci¨®n que, en cierto modo, en sus aspectos externos, recuerda al gobierno tecn¨®crata de Mario Monti. Y no solo por el estilo corporal y pol¨ªtico del l¨ªder (el loden de Monti y los trajes a medida de Conte), sino tambi¨¦n por la obsesi¨®n pol¨ªtica con las normas presupuestarias, que hace que lo que predomine en la pol¨ªtica italiana sea, no la restauraci¨®n de los principios fundamentales del Estado de bienestar, sino el v¨ªnculo con una Europa financiarizada que exige recortes en las pol¨ªticas sociales y sanitarias.
Ahora la pregunta hay que hac¨¦rsela de nuevo a la izquierda, que se dispone a una fragmentaci¨®n e incluso a una divisi¨®n en tres. De hecho, entre las fuerzas del nuevo gobierno amarillo-rojo ya vemos por un lado el "mando" callado y templado de Nicola Zingaretti, reci¨¦n elegido Secretario del PD, y, por otro, el regreso a escena de Matteo Renzi, con el nuevo partido llamado Italia viva. Unas fuerzas en discrepancia permanente, testimonio de una escisi¨®n que se remonta, al menos, a la ¨¦poca de Achille Occhetto. Pero, junto a ellas, en la nueva Italia, hemos visto surgir en los ¨²ltimos meses un nuevo "movimiento", este s¨ª, de base, denominado "Movimiento de las sardinas". Las sardinas son unos peces d¨¦biles cuando est¨¢n solas, pero adquieren toda su fuerza en cuanto se juntan y forman una masa. El movimiento no tiene intenci¨®n de convertirse en partido, y se opone por igual al transformismo del segundo gobierno de Giuseppe Conte y al soberanismo de Salvini, lo cual demuestra una doble condici¨®n: en primer lugar, la persistencia en Italia, o en la izquierda italiana, de una tendencia a los "movimientos" que, desde los corros de Nanni Moretti y Paolo Flores D'Arcais llega hasta las nuevas "sardinas": unos movimientos callejeros, que se hacen sentir f¨ªsicamente y reivindican los "derechos sociales" como continuaci¨®n de la aut¨¦ntica y vieja tradici¨®n del Partido Comunista Italiano.
Y en segundo lugar, la presencia en Italia -en contra de la idea convencional que contrapone una Italia gattopardesca a una Francia revolucionaria- de lo que la fil¨®sofa estadounidense Judith Butler llam¨® una "democracia de los cuerpos". Es decir, una democracia surgida de abajo, de las periferias y de lo que Laclau llama demandas: demandas de justicia social, igualdad y acogida a los que son distintos. Y todo esto precisamente cuando Italia se encuentra -todav¨ªa y otra vez- en el centro del torbellino de los movimientos migratorios que llegan del sur a Europa en busca de la "nueva patria, no solo intercultural sino interracial, frente a las pol¨ªticas de cierre y los nuevos muros erigidos por un presidente de Estados Unidos ya en pleno proceso de destituci¨®n. La Italia que es verdadera frontera de Europa, junto a Espa?a y todo el bloque de la Europa mediterr¨¢nea, de un Mediterr¨¢neo de las nuevas "sardinas", peque?os seres acu¨¢ticos que sobreviven en grupo en un mar que es tumba sumergida, cementerio de personas que huyen de la guerra, inmigrantes econ¨®micos o refugiados. La Italia, en definitiva, ya no de la envidia y el transformismo como pasiones sociales, sino de la apertura al otro y al distinto, de la vuelta a las pol¨ªticas sociales que se oponen tanto a cualquier soberanismo como al nuevo transformismo de Giuseppe Conte.
Emanuela Fornari es profesora de Filosof¨ªa Te¨®rica y Social en la Universidad Roma III.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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