Di lotta e di governo
La fragmentaci¨®n parlamentaria ha hecho que cada vez m¨¢s partidos j¨®venes, hasta hace nada considerados 'outsiders', se hayan vuelto socios de coalici¨®n
A medida que se ha ido quebrando la hegemon¨ªa de conservadores, liberales y socialdem¨®cratas, nuevos partidos han entrado en gobiernos. Desde los a?os noventa los ejemplos son numerosos: Refundaci¨®n Comunista, la Liga Norte o el 5 Estrellas en Italia, el PCF franc¨¦s, la Alianza de Izquierdas en Finlandia, los Verdes en Alemania, Suecia, Austria o, en este ¨²ltimo pa¨ªs, la derecha radical del FP?. Con Unidas Podemos en Espa?a tenemos otro ejemplo y, sin duda, m¨¢s vendr¨¢n.
La fragmentaci¨®n parlamentaria ha hecho que cada vez m¨¢s partidos j¨®venes, hasta hace nada considerados outsiders, se hayan vuelto socios de coalici¨®n. Una situaci¨®n que les genera un dilema estrat¨¦gico: ?Deben hacer ¡°oposici¨®n desde el Gobierno¡± para se?alar a sus bases que se mantienen fieles a sus principios y no perder a sus votantes m¨¢s comprometidos? ?Deben, por el contrario, comportarse como un partido responsable desde el Ejecutivo para atraer a aquellos que no les hayan votado y mostrarse como un socio cre¨ªble de coalici¨®n? ?Deben alternar ambas estrategias?
Normalmente estos nuevos partidos tienen que nadar contra la corriente por partida doble. De un lado, en una coalici¨®n lo normal es que el socio mayoritario tenga m¨¢s prima electoral. En general el presidente es m¨¢s visible y el socio junior debe ceder m¨¢s en su programa, asumiendo as¨ª m¨¢s incumplimientos. Del otro lado, l¨ªderes, cuadros y bases deben hacer una transici¨®n de la ¡°cultura¡± de oposici¨®n a la de gobierno. Esto, al menos para aquellos partidos que vienen de la contestaci¨®n, puede generar turbulencias. Con todo, no hay duda de que integrarse en el gobierno es una oportunidad. Ofrecer las pol¨ªticas prometidas a tus votantes, transformar la sociedad, e incluso disponer de rentas y cargos es algo, de entrada, positivo para cualquier formaci¨®n. Ahora, estos nuevos partidos tambi¨¦n deben conjurar dos riesgos.
Una tentaci¨®n de las formaciones j¨®venes es llevarse todos sus pesos pesados al Ejecutivo, lo que tiene sentido para afinar la gesti¨®n, pero que implica descapitalizar el partido y dejarlo sin estructura, haci¨¦ndolo m¨¢s vulnerable en el medio plazo. Si la coalici¨®n sale mal todos quedan tocados. Adem¨¢s, un aspecto clave es la cohesi¨®n interna y la unidad de acci¨®n dentro de la organizaci¨®n. No hay pol¨ªtica de comunicaci¨®n que salve el rechazo electoral que genera la disensi¨®n interna permanente.
En 2006 Refundaci¨®n Comunista pens¨® que pod¨ªa buscar un buen equilibrio entre ¡°di lotta e di governo¡± (luchar y gobernar) y termin¨® llev¨¢ndose por delante al Gobierno Prodi. No ha sido, ni mucho menos, un caso excepcional. Marcar perfil propio sin erosionar la estabilidad del Ejecutivo, gobernar sin descuidar la organizaci¨®n, mantener la cohesi¨®n interna sin romper los v¨ªnculos con la militancia y las organizaciones afines son desaf¨ªos clave para cualquier partido nuevo que llega a un gobierno.
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