Querr¨¢s trag¨¢rtela enterita
'Sex Education' es una serie mucho m¨¢s moderna que esta burda publicidad que no merece. Una pena
El C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid ha amanecido cubierto con esta ocurrente frase de la campa?a para la serie de Netflix Sex Education. El juego de palabras es muy divertido porque no sabemos si se refiere a una serie o a una polla. Y eso hace gracia.
Yo paseo por la calle y recibo esta sentencia desde mi cuerpo de mujer como una orden. No solo desde la acera por la que camino sino tambi¨¦n desde mi smartphone, porque la frase corre como la p¨®lvora en las redes sociales. Me llega en media hora por cuatro grupos de WhatsApp distintos. Debo confesar que no me queda claro si la palabra ¡°querr¨¢s¡± funciona en esta oraci¨®n como imperativo o como presagio sobre mi voluntad. En todo caso, en ambos escenarios termino tragando. Eso es muy de mujer. Lo de tragar, digo. Primero en la cama y luego donde toque. Tragar series, digo.
La ocurrencia no es casual y tiene que ver con una concepci¨®n muy arraigada respecto de qu¨¦ actitud sexual se presupone de un hombre y de una mujer. A nosotras se nos supone pasivas y a ellos, nuestros opuestos complementarios, sujetos activos siempre dispuestos para la acci¨®n. Y por acci¨®n, en este obsoleto modelo, entendemos penetraci¨®n. Por eso el anuncio funciona, porque conecta con el imaginario sexual colectivo. Que, si bien empieza en la cama, se ha extendido, durante siglos, a muchas otras esferas. As¨ª, las mujeres hemos sido excluidas de muchas actividades culturalmente inapropiadas para nuestra condici¨®n. Igual que los hombres han sido obligatoriamente incluidos en otras en nombre de su hombr¨ªa, como ir obligatoriamente a la guerra durante siglos, por ejemplo. Porque un hombre lo ha de ser de la batalla a la cama.
Por eso marchito cuando asisto al ¨¦xito de la ¨²ltima campa?a de Netflix, ba?ando de viejas convenciones sexuales las modernas redes sociales. Hay muchas m¨¢s frases ocurrentes, a parte de la ya citada, en esta campa?a de marketing. Todas, eso s¨ª, basadas en el mismo y obsoleto modelo. Aqu¨ª va otra buena. ¡°La realidad supera a la fricci¨®n¡±. ?Qu¨¦ realidad? ?Qu¨¦ clase de sexo es el que supera la fricci¨®n? Poca realidad conocen los que han redactado esta sentencia.
El problema es que seg¨²n esta gram¨¢tica sexual, los hombres avanzan siempre hacia la penetraci¨®n y nuestra es la responsabilidad de pararlos cuando sea menester. Por eso es tan importante gritar no muy alto y muy claro cuando no queramos ser penetradas, no vaya a ser que nos violen sin querer.
Sin embargo, el hecho cierto es que las relaciones sexuales entre hombres y mujeres no son como nos venimos imaginando. En realidad, nuestros sexos son f¨ªsica y cient¨ªficamente bastante parecidos y se comportan de manera semejante. Por desgracia, la investigaci¨®n que lo demuestra no comenz¨® hasta 1998 y sus resultados no se publicar¨ªan hasta 2005. Fue entonces cuando el estudio de la doctora Helen E. O¡¯Connell descubri¨® al mundo que el cl¨ªtoris de una mujer mide entre 7 y 10 cent¨ªmetros siendo la parte visible, el glande del cl¨ªtoris, el v¨¦rtice de donde parten dos pilares que se extienden hacia atr¨¢s y abrazan los costados vaginales. O¡¯Connell demostr¨® c¨®mo todo el ¨®rgano se hincha y aumenta de tama?o con la estimulaci¨®n, dado que el cl¨ªtoris tiene erecciones cuando una chica se excita y se mantiene duro hasta el orgasmo. Es decir, que funciona exactamente igual que un glande. Deber¨ªamos imaginar el acto sexual como el cuello de dos cisnes que se abrazan y se tensan y estallan cuando no pueden m¨¢s, de placer. Imaginemos nuestras propias actitudes sexuales si pens¨¢ramos el sexo desde esta nueva imagen. La vida cambiar¨ªa mucho porque, tal y como se?ala Michu M. Sayal en su libro ¡°Violaci¨®n¡±: ¡°La forma en que imaginamos algo influye en la forma en que existe en el mundo¡±. As¨ª imaginamos el sexo, as¨ª ser¨¢.
Y la campa?a de Netflix ha venido a echar le?a al fuego patriarcal. Una verdadera pena siendo que la serie va dirigida a un p¨²blico adolescente, del que caben esperar nuevas actitudes y lenguajes. Menci¨®n especial merecen los mupis instalados en el metro de la capital en los que podemos leer ¡°Cuidado para no introducir el _____ entre ______ y _______¡±. Otra vez el pene como centrito del mundo. O la frase de inicio de campa?a que implica tambi¨¦n a un macho empotrador: ¡°Cuenca, te vamos a poner mirando a Netflix¡±.
Que moderno todo ?no? Despu¨¦s de mucho buscar, encuentro una sola valla protagonizada por dos chicas. Suya es la frase m¨¢s soft de toda la campa?a, la m¨¢s cursi. Ellas dicen: ¡°Vamos a pasarlo genital¡±. Chupi, pirata, que es a lo m¨¢ximo donde podemos llegar las chicas sin ayuda de un buen _____. Lo peor de todo es que la serie es mucho m¨¢s moderna que esta burda publicidad que no merece. Una pena. Ahora ya solo pueden arreglarlo con lonas del mismo tama?o impresas con un mensaje claro: "El sexo patriarcal me come el _____".
Nuria Labari es escritora y periodista, autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).
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