La trinchera infinita
Han pasado 80 a?os y los espa?oles seguimos sin superar las diferencias que nos llevaron a enfrentarnos en un momento de nuestra historia
Alguien dijo que una guerra civil dura 100 a?os. Viendo el debate de investidura del presidente del Gobierno y escuchando a algunos pol¨ªticos, creo que la cifra es corta. Tendr¨¢n que pasar 50 a?os m¨¢s por lo menos para que la trinchera abierta entre los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil espa?ola desaparezca del todo.
Aunque durante la Transici¨®n se la dio por cerrada interesadamente y aunque durante algunos a?os parec¨ªa que, en efecto, as¨ª era, la gran trinchera abierta hace 83 a?os entre los espa?oles segu¨ªa ah¨ª, oculta tras la modernizaci¨®n del pa¨ªs y la prosperidad econ¨®mica vivida durante algunas d¨¦cadas. Bastaron, sin embargo, algunos acontecimientos para que los espa?oles vi¨¦ramos que era un espejismo, un deseo m¨¢s que una realidad cumplida.
El primer acontecimiento fue el inicio de la apertura de fosas de desaparecidos de la Guerra Civil. Lo que comenzara siendo una reacci¨®n normal, la de enterrar dignamente a los muertos en un pa¨ªs cuya normalidad democr¨¢tica ponderaban todos, demostr¨® enseguida que esta tampoco era cierta y que los descendientes de unos espa?oles les negaban el derecho a enterrar dignamente a sus muertos a los otros bajo la acusaci¨®n de querer reabrir heridas. El enfrentamiento ir¨ªa a m¨¢s cuando lo que comenz¨® siendo una acci¨®n de particulares un Gobierno socialista lo oficializ¨® y le dio carta legal de naturaleza, aunque no tanto una financiaci¨®n suficiente.
El segundo acontecimiento fue el rebrotar del sentimiento independentista en Catalu?a, que sorprendi¨® a todos, a los espa?oles y a los catalanes mismos. En poco tiempo, los balcones del pa¨ªs se llenaron de banderas como si hubi¨¦ramos vuelto al pasado y no estuvi¨¦ramos ya en el siglo XXI, el de la globalizaci¨®n econ¨®mica y la internacionalizaci¨®n pol¨ªtica. Y junto con las banderas volvi¨® a aflorar la trinchera que se necesita para separarlas.
Hubo m¨¢s acontecimientos, como la exhumaci¨®n de Franco del Valle de los Ca¨ªdos (con 40 a?os de retraso), la celebraci¨®n de un juicio por sedici¨®n contra un Gobierno catal¨¢n cuya sentencia fue acogida con altercados grav¨ªsimos o la repetici¨®n de elecciones ante la imposibilidad de formar Gobierno, que contribuyeron a agrandar esa trinchera, que ya exist¨ªa pese a lo que muchos quisi¨¦ramos pensar. El resultado es ese paisaje que el Parlamento y los medios nos muestran y que desmienten que al cabo de 80 a?os los espa?oles hayamos superado las diferencias que nos llevaron a enfrentarnos en un momento de nuestra historia. Por suerte, las circunstancias y la propia evoluci¨®n de la sociedad no permiten que eso vuelva a suceder, pero la similitud de algunos comportamientos y declaraciones de algunos pol¨ªticos con otros de nuestra historia dan miedo.
Se proyecta estos d¨ªas en los cines una pel¨ªcula cuyo t¨ªtulo, La trinchera infinita, define a la perfecci¨®n el paisaje que los espa?oles volvemos a contemplar despu¨¦s de un tiempo convencidos de que la historia del siglo XX hab¨ªa quedado atr¨¢s y de que por fin ¨¦ramos un pa¨ªs como cualquier otro, con sus problemas y sus diferencias ideol¨®gicas, pero no dividido en dos. La realidad, por desgracia, nos ha vuelto a demostrar que no es as¨ª, que, como presum¨ªa el eslogan tur¨ªstico franquista, Espa?a sigue siendo diferente y que la trinchera que se abri¨® hace m¨¢s de 80 a?os entre los espa?oles de bien y de mal sigue ah¨ª, parti¨¦ndonos por la mitad.
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