Democracia imitativa
Putin es quien tiene el poder soberano y constituyente. De ah¨ª que pueda cambiar la ley cuando la ley le se?ala la puerta de salida

Vlad¨ªmir Putin fue elegido y nombrado por Yeltsin en 1999. Primer ministro de entrada, luego directamente presidente. Nadie abandona el poder por su propio pie una vez se ha alcanzado. Al menos en el Kremlin. Todas las elecciones posteriores fueron ama?adas.
Solo ¨¦l tiene el poder soberano y constituyente. Situado por encima de la ley, cuando la ley le se?ala la puerta por una limitaci¨®n de mandatos, cambia la ley. Lo ha hecho varias veces, la ¨²ltima esta semana, en un espect¨¢culo ¨²nico de esa democracia imitativa que viene siendo Rusia desde el primer d¨ªa, es decir, desde el primer golpe de mano constitucional, el que dej¨® a Gorbachov sin Estado para que Yeltsin se convirtiera en el nuevo zar, en 1991, con la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
El pasado mi¨¦rcoles pronunci¨® el discurso del Estado de la Uni¨®n, imitaci¨®n de la ceremonia an¨¢loga que se celebra anualmente en Washington. Anunci¨® un paquete de reformas constitucionales para asegurarse su futuro a partir de 2024, cuando termina el segundo mandato de su segunda tanda presidencial. Recordemos que entre la primera de 2000 a 2008 y esta segunda iniciada en 2012, fue primer ministro del presidente Medvedev, un cargo entonces tambi¨¦n imitativo. Medvedev es ante todo obediente: presidente entonces para guardarle la presidencia ante la prohibici¨®n de tercer mandato, ahora dimite como primer ministro para facilitarle las reformas constitucionales.
Nadie imita mejor que Rusia y nadie imita mejor que Putin. Seg¨²n Ivan Krastev y Stephen Holmes, autores de La luz que se apaga. C¨®mo Occidente gan¨® la Guerra Fr¨ªa pero perdi¨® la paz (Debate), se trata de ¡°una imitaci¨®n vengadora¡± que, adem¨¢s de legitimar la autocracia, quiere desacreditar la democracia occidental. M¨¢s que ama?adas, las elecciones son imitativas, es decir, la imitaci¨®n de unas elecciones. Todos saben que no hay alternativa y que los resultados se fijan en el Kremlin. Los tecn¨®logos pol¨ªticos rusos son tan buenos que ya se han convertido en una industria exportadora, con clientes tan notables como Donald Trump. Su casa madre es la Lubianka, el edificio que alberga los servicios secretos, donde se formaron Putin y la actual ¨¦lite dirigente.
La reforma pasar¨¢ por las urnas, naturalmente. Pero ya sabemos el resultado. Con 20 a?os en las espaldas, tantos episodios turbulentos, cad¨¢veres en los armarios y dinero fraudulento en las cuentas ocultas, nadie abandona el poder sin m¨¢s, ni se arriesga a una sucesi¨®n descontrolada. Putin naci¨® de una preocupaci¨®n id¨¦ntica, la de Yeltsin.
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