Continuidades
Existe una gran similitud en las agendas estrat¨¦gicas de S¨¢nchez y Zapatero
Todo vuelve. El actual agravamiento de la confrontaci¨®n entre derecha e izquierda ha suscitado el t¨ªpico d¨¦j¨¤ vu, como si asisti¨¦ramos al cuarto ciclo de ¡°crispaci¨®n¡±, que es como se conoce la polarizaci¨®n a la espa?ola. El primer ciclo o zona cero de crispaci¨®n avant la lettrese gest¨® contra el presidente Su¨¢rez, precipitando su defenestraci¨®n coreografiada con el golpe de Tejero. El segundo, cuando se bautiz¨® la crispaci¨®n propiamente dicha, fue enmarcado por el ¡°?v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez!¡±, grito de guerra de la conspiraci¨®n ansoniana que acab¨® con el felipismo. El tercero estall¨® en 2004, tras ganar las elecciones contra pron¨®stico el presidente Zapatero, como voto de castigo a la gesti¨®n aznarista del 11-M. Y el cuarto se inici¨® con el voto de censura contra el marianismo, alcanzando ahora mismo cotas de m¨¢xima tensi¨®n tras la investidura del presidente S¨¢nchez.
Pero, adem¨¢s del retorno de la crispaci¨®n, tambi¨¦n se produce una clara continuidad, no solo ideol¨®gica, entre Zapatero y S¨¢nchez, pues existe una gran similitud en las agendas estrat¨¦gicas de uno y otro. En su intento por legitimarse tras su cuestionada elecci¨®n, Zapatero adopt¨® una triple estrategia. De un lado, su agenda catalana, apoyando la negociaci¨®n de un nou estatut cuasi confederal. Adem¨¢s, su agenda judicial, abriendo negociaciones de paz con la banda terrorista ETA. Y por fin, su agenda ciudadana, ampliando y reforzando los derechos de colectivos discriminados como mujeres, migrantes y discapacitados. Pues bien, S¨¢nchez ha recuperado esas tres mismas agendas. La catalana en primer lugar, abriendo una mesa de di¨¢logo con los secesionistas para redefinir el encaje del Principado en Espa?a. La judicial, a continuaci¨®n, nombrando a una fiscal general destinada a desjudicializar la pol¨ªtica. Y la agenda ciudadana, por ¨²ltimo, abriendo un frente de lucha contra el llamado ¡°pin parental¡± que la derecha reclama para blindar la dominaci¨®n masculina del pater familias.
No obstante, pese a estas semejanzas, tambi¨¦n hay claras diferencias. La principal es que Zapatero dispon¨ªa de una relativa mayor¨ªa parlamentaria, que le permit¨ªa gobernar con ¡°geometr¨ªa variable¡± desde un gabinete monocolor, mientras que S¨¢nchez se ve obligado a gobernar en coalici¨®n expl¨ªcita con Unidas Podemos e impl¨ªcita con los nacionalistas.
Pero m¨¢s significativa podr¨ªa resultar otra diferencia no solo caracteriol¨®gica. Y es que Zapatero gobernaba sobre todo mediante el poder blando de su famoso talante buenista, mientras que S¨¢nchez, quiz¨¢s obligado por su extrema debilidad parlamentaria, intenta gobernar con el poder duro de su temeraria osad¨ªa. Y la mejor prueba es el recurso a la Fiscal¨ªa como punta de lanza: si quer¨¦is guerra, la tendr¨¦is. As¨ª no solo logra marcar la agenda monopolizando la iniciativa sino que adem¨¢s redibuja el campo de batalla, pues ahora el enemigo principal ya no es el soberanismo catal¨¢n, que perder¨¢ parte de su anterior protagonismo, sino la reaccionaria derecha iliberal espa?ola.
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