Envenenar el pozo
En Espa?a la justicia est¨¢ demasiado politizada y los mayores culpables de ello son los pol¨ªticos y los magistrados. P¨®nganse a resolverlo, no a embarrarlo m¨¢s
Los alemanes que inventaron el cine sol¨ªan llamar a los actores sobreactuados envenenadores de pozos. Porque en la mayor¨ªa de las ocasiones su inter¨¦s por lucirse personalmente terminaba por arruinar el agua del que todos beb¨ªan. Sucede de manera id¨¦ntica en la pol¨ªtica. Cuando aparecen losextremistas, los gesticuladores y los oportunistas, se envenena el clima y hasta los moderados tienen que ir a sacar agua de un pozo hediondo. Esto ha vuelto a suceder al formarse Gobierno en Espa?a tras tantos meses de bloqueo. Los actores han optado por la sobreactuaci¨®n y ahora la funci¨®n apesta, no hay quien se siente a verla. Les conviene a todos volver al texto original, recuperar la decencia y pasar a hablarle a la gente como si la gente fuera inteligente, lo que puede que sea un delito de ingenuidad, pero siempre m¨¢s premiable que lo contrario. Los primeros implicados en esta depuraci¨®n de agua van a tener que ser los jueces espa?oles. Han cobrado un protagonismo pol¨ªtico que degrada su funci¨®n de ¨®rgano vigilante. A¨²n estamos a la espera de que alguien nos explique la jugada tan arriesgada que la Junta Electoral Central se quiso marcar la tarde anterior al debate de la investidura de Pedro S¨¢nchez, cuando en una decisi¨®n dividida y extremada, dict¨® que Quim Torra tendr¨ªa que abandonar ipso factosu condici¨®n de diputado auton¨®mico. El tufo a boicot organizado desde la pol¨ªtica para arruinar el pacto tan fr¨¢gil que sosten¨ªa la abstenci¨®n de Esquerra Republicana, necesaria para la investidura, desacredit¨® la decisi¨®n de la JEC de manera evidente. Tanto es as¨ª, que pese a sus prisas y su tono inflexible, al d¨ªa de hoy ha servido para darle m¨¢s argumentos a Torra que para quit¨¢rselos.
Otro asunto ser¨¢ su inhabilitaci¨®n cuando lo decida la Sala de lo Contencioso. Parece razonable que suceda, en especial porque cuando Torra desobedec¨ªa las ¨®rdenes de la Junta Electoral en pleno proceso de campa?a, sol¨ªa presumir de ello y sacar pecho de su insumisi¨®n, como si fuera un gallito de corral. Resulta extra?o que quien presume de desobediente recurra luego contra la sentencia por desobediencia. Pero podr¨ªa deberse quiz¨¢ al enigma de la sobreactuaci¨®n, una forma de actuar que persigue m¨¢s el enga?o del espectador que una verdad superior. Sin embargo, la orden de la JEC ha ido a parar al limbo de los apa?os feos y el descr¨¦dito de la instituci¨®n ha sido notable.
Al reunirse los miembros del CGPJ a decidir sobre la idoneidad de la reci¨¦n nombrada fiscal del Estado ha regresado esta sobreactuaci¨®n innecesaria. La cr¨ªtica pol¨ªtica ya estaba hecha. Nombrar fiscal a la ministra saliente es una jugarreta poco est¨¦tica, pero sucede que su cargo es de designaci¨®n gubernamental y la historia desmiente a los que ahora se disfrazan de puristas. Llegan tarde. Que los consejeros judiciales duden de su independencia es natural. Porque los primeros que tienen que poner en duda su independencia ser¨ªan ellos mismos en su propia funci¨®n. Basta saber que los nombrados a propuesta del PP votaron todos en contra de la reci¨¦n nombrada por el PSOE, y viceversa. Es decir, no vayan todos al pozo para usar el agua seg¨²n sus necesidades, porque lo que han conseguido es mostrar al personal lo sucio que anda todo. El agua es imbebible, y en efecto, en Espa?a la justicia est¨¢ demasiado politizada y los mayores culpables de ello son los pol¨ªticos y los magistrados. P¨®nganse a resolverlo, no a embarrarlo m¨¢s.?
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