Recomendaci¨®n
Mucho ojo, porque detr¨¢s de cada metete hay un guardia de la porra
Vivir bajo el caudillaje de Franco ten¨ªa graves inconvenientes, pero gozaba de una ventaja: si hac¨ªas todo lo que te mandaban, no te pasaba nada. Era muy simple, se trataba de obedecer. En algunos asuntos no costaba mucho, hab¨ªa que creer en la sabidur¨ªa de los ministros, someterse ciegamente a las autoridades, no salir a la calle con pancartas diab¨®licas, y as¨ª sucesivamente. Hab¨ªa otras, sin embargo, que eran m¨¢s arduas de cumplir. Aguantar las lecciones de Formaci¨®n al Esp¨ªritu Nacional era duro, y las de Religi¨®n un pesti?azo. M¨¢s duro a¨²n obedecer ¨®rdenes antojadizas. No les gustaba que los chicos llevaran el pelo largo, era gente que ten¨ªa algo contra el pelo masculino. Les disgustaba que las chicas usaran faldas cortas o camisas abiertas o piernas sin medias. En fin, hab¨ªa una enorme cantidad de deberes muy crueles de cumplir porque eran idiotas. Jurar los Principios del Movimiento lo hac¨ªa cualquiera, pero raparse el pelo a cepillo era una humillaci¨®n.
Una palabra casi desaparecida designaba a este tipo de gente, eran los metetes. La se?ora que miraba indignada a otra que entraba en la iglesia sin pa?uelo, el caballero que se chivaba al polic¨ªa de que unos chicos dec¨ªan palabrotas, la dama que paraba la m¨²sica porque la gente bailaba apretada, estos eran los metetes. La tradici¨®n espa?ola de metetes es descomunal porque aqu¨ª a una religi¨®n le sucede otra. A veces se aten¨²a, pero vuelve con m¨¢s fuerza. As¨ª que les dar¨¦ un consejo a las madres murcianas. Obedezcan, agachen la cabeza, se sometan. De momento las autoridades ya las han tachado de ¡°hom¨®fobas¡± y ¡°fascistas¡±. Pueden imaginar que los metetes no se van a contentar con eso. Mucho ojo, porque detr¨¢s de cada metete hay un guardia de la porra.
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