El melodrama moderno
El cine se ha interesado por la obra teatral y novel¨ªstica de Benito P¨¦rez Gald¨®s. Las historias de amores cruzados del escritor canario producen dependencia, como la de las grandes ficciones televisivas
En la larga sequ¨ªa de aprecio, por unas razones o por otras, respecto a la obra de Gald¨®s ¡ªaunque sus Episodios nacionales siempre estuvieran a salvo del desecamiento¡ª, el cine, por el contrario, encontr¨® en don Benito P¨¦rez Gald¨®s una fuente persistente de inspiraci¨®n y suministro de historias. Es curioso que si, en los medios literarios, al escritor se le considerara poco moderno, sobrepasado por los Azor¨ªn, Baroja, Valle, que renovaron la escena literaria, fuera la m¨¢s moderna de las artes la que acudiera sin dudarlo una y otra vez al viejo escritor. Y que cineastas de im¨¢genes rompedoras y espec¨ªficamente cinematogr¨¢ficas, como Bu?uel, le utilizaran de punto de partida para sus creaciones. ?Por qu¨¦ atrae de manera tan continuada a cineastas tan distintos? ?C¨®mo es que atraviesa ¨¦pocas y gustos distantes?
Otros art¨ªculos del autor
La verdad es que el cine se interes¨® pronto por la obra ¡ªteatral y novel¨ªstica¡ª del escritor. Ya en la ¨¦poca muda, las historias galdosianas eran llevadas a la pantalla. El abuelo, con el t¨ªtulo de La duda (1916), fue la obra elegida por el director Dom¨¨nec Ceret, y desde entonces El abuelo no ha parado de lanzar sus rugidos de le¨®n herido versi¨®n tras versi¨®n. Dos a?os m¨¢s tarde, Hollywood adapta Do?a Perfecta con el t¨ªtulo de Beauty in Chains. La loca de la casa lleg¨® poco despu¨¦s. Y Marianela (1940) fue llevada al cine por Benito Perojo, y hablada por actores populares como Mary Carrillo y Julio Pe?a. Est¨¢bamos en pleno cine parlante. El di¨¢logo coloquial y cercano de don Benito era y es muy apto para el o¨ªdo cinematogr¨¢fico. Y supongo que tambi¨¦n sonar¨¢ bien en cingal¨¦s, ya que la cuarta versi¨®n de Marianela se ha rodado en Sri Lanka por el director Bennett Rathnayake. Por la pantalla han desfilado poderosas figuras femeninas galdosianas, varias Fortunatas y Jacintas, y Viridiana, Tristana, Amparo¡ Porque, como dice ir¨®nicamente Andr¨¦s Trapiello, si de lo que hablamos es estrictamente de literatura, lo que de verdad le interesa a don Benito son las mujeres. Y, desde luego, sus personajes femeninos han tenido la suerte de encontrar dobles en la pantalla de la val¨ªa de Ana Bel¨¦n, Catherine Deneuve, Concha Velasco¡
Nuestros directores, sean Jos¨¦ Luis Garci, Pedro Olea o Angelino Fons, han elegido a Gald¨®s para algunas de sus mejores pel¨ªculas. Lo mismo que directores mexicanos y argentinos. Mario Camus grab¨® una excelente Fortunata y Jacinta para Televisi¨®n Espa?ola. Y, claro, est¨¢ Luis Bu?uel, que a veces parece conseguir lo imposible al cruzar melodrama y vanguardia.
Por la pantalla han desfilado poderosas figuras femeninas, como Fortunata y Jacinta, Viridiana y Tristana
Los argumentos del cine mudo se construyeron a golpe de melodrama. El arte cinematogr¨¢fico se nutr¨ªa de las artes consolidadas: la perspectiva tomada de la pintura, el tipo de encuadre que manten¨ªa a los personajes centrados, las figuras a la altura de los ojos del contemplador, una m¨²sica que acompa?ara los momentos m¨¢s emocionantes ¡ªcomo en las novelas radiof¨®nicas¡ª, una iluminaci¨®n justificada por una ventana o una l¨¢mpara¡ ?Y la parte narrativa? Pues la parte narrativa se pod¨ªa tomar de una f¨®rmula de ¨¦xito, como eran las novelas por entregas. Pero algunos pioneros, como Griffith, aspiraban a algo m¨¢s que al follet¨ªn, y su modelo literario era Charles Dickens. Por cierto, si nuestros escritores modernos miraban de reojo a Gald¨®s, Oscar Wilde llegaba a burlarse de Dickens. En cualquier caso, el nuevo arte de im¨¢genes m¨®viles quer¨ªa ser algo m¨¢s que un mero entretenimiento. Y ah¨ª estaba el melodrama moderno. En medio de un contexto social muy reconocible, casi siempre cr¨ªtico con el entorno real, se situaba un personaje que despertaba una enorme simpat¨ªa, cari?o incluso. La graduaci¨®n melodram¨¢tica pod¨ªa variar, pero tambi¨¦n el grado de realidad o de compasi¨®n, por no decir de belleza y perfecci¨®n visual. ?A qui¨¦n no le gusta una historia emocionante encarnada en unos cuerpos hermosos? La relaci¨®n entre cine y melodrama es tan sospechosa como atractiva. Y en Espa?a ten¨ªamos a Gald¨®s, como Francia o el Reino Unido ten¨ªan a Balzac, Zola o Dickens. No se trata solo de proporcionar argumentos, sino de una manera, un m¨¦todo, de abordar la escritura destinada al cine. Y que es tan importante como las adaptaciones en s¨ª mismas. Eso se puede apreciar en Viridiana (1961), de Bu?uel, que est¨¢ m¨¢s influida por variadas lecturas galdosianas que por una novela en concreto, que en este caso ser¨ªan varias: Halma, Misericordia, ?ngel Guerra¡
El acercamiento de Bu?uel a Gald¨®s fue tard¨ªo, ya en el exilio. La Generaci¨®n del 27 no era muy proclive a la escritura al modo galdosiano, por motivos est¨¦ticos, no de contenido. La Espa?a de la di¨¢spora, como en el caso de Bu?uel, volvi¨® a la lectura de Gald¨®s quiz¨¢ como una forma de reanudar un relato nacional cruelmente interrumpido por la contienda. La Es-pa?a arrebatada se volv¨ªa cercana y c¨¢lida leyendo o volviendo a leer Nazar¨ªn o Miau. Un mundo muy duro, dif¨ªcil de ser aceptado para llevarse al cine. Bu?uel consigui¨® hacerlo, desde luego, no sin provocar parecidas reacciones a las que suscit¨® en su d¨ªa la publicaci¨®n de las novelas. Y, de paso, Bu?uel recompuso algunos pedazos de una tradici¨®n cultural anticlerical e ilustrada. Las mujeres extra¨ªdas por Bu?uel del mundo de Gald¨®s, como Viridiana o Tristana, son tambi¨¦n mujeres recompuestas por ellas mismas, despu¨¦s de sufrir la primera un intento de violaci¨®n, y la segunda, una amputaci¨®n f¨ªsica. Las im¨¢genes de las dos mujeres protagonistas de Bu?uel son el reflejo de un espejo hecho a?icos y de afiladas aristas. El espejo se puede recomponer, pero corta y hiere la propia realidad que refleja.
La Espa?a de la di¨¢spora volvi¨® a Gald¨®s. Fue como reanudar un relato nacional interrumpido por la contienda
Aun hay m¨¢s motivos con los que se puede relacionar a Gald¨®s con la ficci¨®n contempor¨¢nea. En nuestro Gald¨®s hay algo que concuerda con la televisi¨®n de hoy en d¨ªa. El escritor nos ofrece un vaiv¨¦n de personajes que saltan de una novela a otra, y una serialidad de episodios, entregas, historias paralelas, subtramas¡ La constelaci¨®n narrativa que suponen las series de la peque?a pantalla tiene un precedente en el no siempre controlado torrente galdosiano. Como en las series de televisi¨®n, el resultado es muy adictivo. La lectura de Gald¨®s produce dependencia, como la de las grandes ficciones televisivas. Queremos volver a lo que conocemos, a esos personajes que consideramos que son ya de la familia.
Los argumentos de las pel¨ªculas terminan cuando se produce el encuentro definitivo entre el chico y la chica, el protagonista y la protagonista, el uno y el otro. Ese suele ser el final cl¨¢sico. Las series de televisi¨®n han alterado las maneras de dar t¨¦rmino a una historia f¨ªlmica. La ficci¨®n debe prolongarse mientras la audiencia responda. As¨ª que el protagonista y la protagonista pueden o deben buscar nuevos amores o no habr¨¢ segunda temporada. Se imponen, pues, las relaciones abiertas. El latido narrativo se configura a golpes de coraz¨®n. El adulterio, por ejemplo, prolonga el suspense amoroso.
Los que somos fieles lectores del escritor canario recordaremos siempre los amores cruzados que aparecen en Fortunata y Jacinta, que el autor subtitula con precisi¨®n como ¡®Dos historias de casadas¡¯. En el instante cr¨ªtico, la ind¨®mita Fortunata no da muestras de arrepentimiento, sino que busca febril por los rincones del cuarto a su amante.
La f¨®rmula melodram¨¢tica del desenlace fatal se desvanece. El deseo es ahora la forma del destino.
Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n es cineasta y escritor.
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