Ralph Lauren: ¡°Odio la moda¡±
Ralph Lauren es uno de los ¨²ltimos iconos de la industria de la moda. Creador de un imperio que ha inspirado el estilo estadounidense durante d¨¦cadas. Empez¨® vendiendo corbatas y acab¨® definiendo el armario masculino contempor¨¢neo. Cr¨®nica de un encuentro ¨²nico con el dise?ador que, a sus 80 a?os, concibe desde el clasicismo el nuevo ideal de ¨¦xito.
Ves a esa chica de ah¨ª, con su camisa blanca, su jersey de cachemir y su gran sombrero? Es sencilla y elegante, pero llama la atenci¨®n porque tiene personalidad. Es muy ?Ralph Lauren. T¨² [jersey azul marino b¨¢sico, pantalones y zapatos masculinos] tambi¨¦n.
¡ªGracias. Pero ?no cree que hoy en d¨ªa todos somos un poco Ralph Lauren?
¡ªS¨ª. Y es un logro bastante importante, ?no te parece?
¡°Odio la moda. Nunca he seguido las tendencias. He sobrevivido 52 a?os siendo fiel a m¨ª mismo y no me ha ido mal¡±
El hombre que lanza la pregunta ret¨®rica es el propio Ralph Lauren. Lleva unos vaqueros cl¨¢sicos, deportivas de trekking y una cazadora de cuero que recuerda a las de los pilotos de carreras de los ochenta. Habla despacio y susurrado. Y cuando sonr¨ªe ¡ªlo hace continuamente¡ª, sus ojos se achican hasta casi desaparecer. Estamos en el hall de un hist¨®rico hotel de Par¨ªs y el dise?ador de 80 a?os no oculta su alegr¨ªa. Un d¨ªa antes de este reciente encuentro, el presidente Emmanuel Macron le impon¨ªa la Orden de Oficial de la Legi¨®n de Honor francesa. Con esta distinci¨®n ¡ªla m¨¢s importante que concede la Rep¨²blica¡ª se reconoce la trascendencia de uno de los pocos creadores vivos que pueden presumir de haber contribuido a convertir la moda en una industria global. Y eso que asegura no creer ¡°demasiado¡± en ella. ¡°En realidad odio la moda. Nunca he seguido las tendencias, sino mi propia voz. Apuesto por prendas que tienen una narrativa, calidad y longevidad. He sobrevivido 52 a?os haciendo lo que hago, no me ha ido mal y parece que hoy en d¨ªa se entiende mucho mejor que hace d¨¦cadas¡±, sentencia.
En muchos sentidos, Ralph Lauren es una suerte de Frank Sinatra de la moda: un cl¨¢sico que ha hecho siempre las cosas a su manera. Un conservador, pero tambi¨¦n un pionero al que no le importa ir a contracorriente cuando las circunstancias lo requieren. Porque Lauren es mucho m¨¢s que un polo, esa prenda que elev¨® a la categor¨ªa de uniforme imperturbable para el pijo normativo: un s¨ªmbolo de estatus inofensivo y accesible sobre el que edific¨® un imperio que desde 1997 cotiza en la Bolsa de Nueva York y que hoy factura 5.540 millones de euros anuales, mientras lidia con una p¨¦rdida de relevancia entre los compradores m¨¢s j¨®venes, las redes sociales y el competitivo mercado del comercio electr¨®nico, seg¨²n apuntan los analistas de la publicaci¨®n especializada Business of Fashion.
El neoyorquino fue uno de los primeros dise?adores estadounidenses en abrir una tienda en Europa (en Par¨ªs, en 1981); en convertir una marca de ropa en una firma de lifestyle (o estilo de vida) con sus divisiones de decoraci¨®n, perfumes y restauraci¨®n, y en utilizar un modelo negro en sus campa?as (Tyson Beckford, en 1993). Pero sobre todo es el hombre que mejor ha representado y vestido el sue?o americano. Porque ¨¦l mismo es producto de este ideal. Y su historia, digna de un guion de Martin Scorsese: el dise?ador que invent¨®, enalteci¨® y convirti¨® el imaginario de los WASP (blancos, anglosajones y protestantes) en un arquetipo global es un jud¨ªo, hijo de inmigrantes, criado en el Bronx y nacido Ralph Lifschitz. No fue ¨¦l quien decidi¨® cambiar su apellido, sino su hermano Max, que, seg¨²n cuenta en el documental de HBO El hombre detr¨¢s de la marca, no pod¨ªa soportar m¨¢s bromas: schitz se pronuncia casi como shit (mierda en ingl¨¦s). Ralph nunca ha escondido ni renegado de sus or¨ªgenes, pero de la misma manera que invent¨® el estilo americano (o lo que hoy se entiende por ¨¦l) se construy¨® a s¨ª mismo.
Su acierto consisti¨® en tomar algunos de los iconos m¨¢s populares de la cultura estadounidense ¡ªde los cowboys a la comunidad india, pasando por los campus universitarios de la Ivy League¡ª y reinterpretarlos en clave elevada, pero manteniendo siempre una aproximaci¨®n comercial, de f¨¢cil digesti¨®n. ¡°No entiendo el dise?o por el dise?o. Los creadores debemos tener una visi¨®n que refleje lo que la gente quiere¡±, asegura. En su opini¨®n, ese es el principal mal que aqueja a la moda actual. ¡°Muchos se dejan influir por las corrientes pasajeras, las revistas les apoyan y creen que deben continuar por ese camino en vez de mantenerse fieles a s¨ª mismos. Y entiendo que es duro porque hay momentos en los que resulta f¨¢cil perder la confianza, pero conozco a muchos grandes dise?adores que han desaparecido porque hac¨ªan prendas bonitas pero que, al final, no eran relevantes para el consumidor. Por eso yo no hago ropa para los cr¨ªticos de moda, sino para la gente real¡±. Una audiencia que, como demuestran sus m¨¢s de 13.000 puntos de venta, est¨¢ compuesta por millones de personas. Compradores a los que Lauren ha conseguido fidelizar con su versi¨®n ut¨®pica de Estados Unidos.
En los noventa, no hab¨ªa mujer en Espa?a que no atesorase en su armario un cintur¨®n ancho de hebilla inspirado en los modelos de cowboy que populariz¨® el neoyorquino. Y en los dos mil, hordas de j¨®venes ¡ªy no tanto¡ª luc¨ªan como un trofeo sus jers¨¦is ilustrados con una enorme bandera de EE UU. Antes de que la rojigualda se reinventase como reclamo textil en nuestro pa¨ªs triunfaron las barras y estrellas. Y si eso no es una prueba del poder de Ralph Lauren, que baje su amigo Karl Lagerfeld y lo vea. ¡°Cuando llegu¨¦ a Estados Unidos quer¨ªa uno de sus polos porque, como inmigrante, para m¨ª era la representaci¨®n del pa¨ªs, y ?qui¨¦n no quiere entrar en ese club?¡±, confiesa el dise?ador de ?origen taiwan¨¦s Jason Wu en El hombre detr¨¢s de la marca. Como en tantos otros aspectos, Lauren fue, junto a Giorgio Armani, uno de los primeros en entender que para perdurar no bastaba con vender ropa; hab¨ªa que ofrecer un ideal al que poder aspirar. Y en su caso, este apelaba por igual a los acaudalados veraneantes de los Hamptons y a los habitantes del gueto. Para los raperos de los noventa y los dos mil ¡ª?como los Wu-Tang Clan o Kanye West¡ª, utilizar sus prendas era una forma de desafiar el poder que en principio representaban: el de la clase dominante blanca.
¡°Me gusta que mis polos y mi ropa sean considerados pijos. No me basta con hacer una camisa o un jersey, tiene que haber cierto romance detr¨¢s de ellos. Quiero que cualquiera se sienta especial y seguro cuando lleva mis creaciones. Y cuando digo cualquiera me refiero a cualquiera¡±. Si durante medio siglo su estrategia creativa se ha basado en huir del riesgo e intentar complacer al mayor n¨²mero de personas posible, sus decisiones empresariales siempre se han caracterizado por todo lo contrario. Aunque el origen de su imperio ¡ªuna corbata¡ª no permitiese presagiarlo. ¡°Las vend¨ªa y decid¨ª comenzar a dise?arlas porque vi que hab¨ªa muchas cosas que pod¨ªa hacer mejor¡±, explica mientras otea el hall del hotel. No ten¨ªa ninguna formaci¨®n en dise?o, no sab¨ªa coser ni bocetar, pero ten¨ªa ¡°ojo¡±. Y audacia. En aquel momento se llevaban estrechas, pero Lauren apost¨® por un modelo ancho inspirado en el que triunfaba en el Hollywood de los a?os treinta, una ¨¦poca cuya est¨¦tica influir¨ªa poderosamente en su universo: desde sus m¨ªticas americanas blancas de doble abotonadura hasta la escenograf¨ªa de su ¨²ltimo desfile, inspirada en la pel¨ªcula Sombrero de copa (1935).
¡°Lo que aport¨¦ a la industria fue una forma m¨¢s natural de hacer lo que quieres y divertirte¡±
Los grandes almacenes Bloomingdale¡¯s se interesaron por aquella primera colecci¨®n, pero le pidieron que redujera el grosor de las corbatas y retirase la etiqueta con su nombre. Ante el asombro de todos, incluida su familia, Lauren se neg¨®. Fue la met¨¢fora perfecta del resto de su carrera. ¡°Si no hubiese tenido el coraje de atreverme a hacer aquello en lo que cre¨ªa, de arriesgarme, todav¨ªa seguir¨ªa trabajando de vendedor¡±.
Finalmente Bloomingdale¡¯s capitul¨® y compr¨® sus dise?os tal y como el neoyorquino los hab¨ªa concebido. Y fueron un ¨¦xito. Aunque el nudo de sus corbatas anchas no encajaba en los cuellos pensados para los modelos m¨¢s finos. ¡°As¨ª que empec¨¦ a hacer camisas que funcionaban con ellas; y despu¨¦s, americanas que sentaban bien con esas camisas; y despu¨¦s, el outfit entero¡±.
Hasta que Lauren cre¨® su marca en 1967, la pr¨¢ctica totalidad de los dise?adores trabajaban para el mercado femenino; y los hombres, con suerte, pod¨ªan recurrir a los sastres. ?l fue uno de los primeros dise?adores para hombre en un sentido contempor¨¢neo y sent¨® las bases de la moda masculina y su industria. Lo hizo apostando por su propio estilo, que aunaba los trajes de caza brit¨¢nicos con la cultura popular americana: blazers de tweed con vaqueros y botas de cowboy. Despu¨¦s incluir¨ªa sudaderas y deportivas, adelant¨¢ndose tres d¨¦cadas a ese h¨ªbrido entre sastrer¨ªa y sportwear que hoy triunfa en las pasarelas y es considerado la ¨²ltima revoluci¨®n del armario masculino. Pero como en tantas otras cuestiones estil¨ªsticas, Lauren y Armani lo hicieron primero. Y en muchos casos, mejor.
¡°Entonces la ropa resultaba m¨¢s formal, m¨¢s especial. Y yo era perfectamente consciente de que estaba a punto de decir algo que nunca hab¨ªa sido escuchado, al menos en Europa, y que ten¨ªa que ver con un mundo mucho m¨¢s deportivo y menos fashion, que es del que provengo y en el que mejor me expreso. Lo que yo traje fue una forma mucho m¨¢s natural de hacer lo que quieres y divertirte¡±. Sin despeinarte. Porque en el mundo de Ralph Lauren nada malo puede pasar.
Aunque al principio de su carrera, el dise?ador ¡ª?que hoy posee una fortuna valorada en 6.180 millones de euros, seg¨²n Forbes¡ª estuvo a punto de arruinarse asfixiado por las deudas. ¡°Simplemente tienes que seguir adelante y tratar de no caer en el mismo error. Generalmente yo trato de no cometerlos¡±, bromea sin querer entrar en m¨¢s profundidades. Lauren consigui¨® salir de la bancarrota gracias a un pr¨¦stamo de Bloomingdale¡¯s. Una vez recuperado, decidi¨® abrir una enorme tienda propia a solo unas manzanas de los grandes almacenes. Todo el mundo pens¨® que la mansi¨®n de Gertrude Rhinelander Waldo ¡ªun edificio de estilo afrancesado que a¨²n hoy alberga su boutique m¨¢s emblem¨¢tica¡ª acabar¨ªa con las ventas de Bloomingdale¡¯s. Pero, tras su inauguraci¨®n, estas se duplicaron y, una vez m¨¢s, Lauren se?al¨® el camino a seguir para el resto de dise?adores estadounidenses.
En Rhinelander pudo desplegar todo su universo y su filosof¨ªa. ¡°Los objetos est¨¢n bien, pero la experiencia lo hace todo m¨¢s interesante. Quieres ense?ar tu ropa, s¨ª, pero tambi¨¦n aquello que defiendes¡±. En su caso, una id¨ªlica vida familiar, que empez¨® a representar a partir de 1971, cuando se lanz¨® al mercado femenino tomando como musa a Ricky, la vecina del Bronx con la que lleva casado desde los 24 a?os. Si Saint Laurent le entreg¨® a la mujer el esmoquin masculino, Lauren lo sac¨® de las fiestas de la Rive Gauche parisiense para llevarlo a las salas de juntas de Wall Street. Sus dise?os enamorar¨ªan a mujeres tan opuestas est¨¦ticamente como Audrey ?Hepburn o Melania Trump.
Despu¨¦s llegar¨ªan las divisiones de ni?os, mascotas, casa. Y las distintas l¨ªneas que, junto con las marcas Club Monaco y Chaps, componen el imperio del dise?ador neoyorquino, cuyo valor de mercado asciende a 7.992 millones de euros. A saber: Ralph Lauren, Polo Ralph Lauren, Polo & RLX Golf, Denim & Supply, RRL y Ralph Lauren Purple Label. Todas plasmadas en las ic¨®nicas campa?as publicitarias que durante d¨¦cadas firm¨® el fot¨®grafo Bruce Weber. En ellas, las madres secaban a su prole con amor y toallas de alto gramaje tras darse un chapuz¨®n en el muelle donde pap¨¢ amarra el yate. ¡°Antes, en la industria de la moda, la gente no hablaba de sus hijos, sol¨ªa ser algo muy lejano. Pero a m¨ª siempre me han gustado las familias y el mundo real. Porque, al final, todos queremos estar guapos, ir al gimnasio y tener una buena vida, y parte de eso consiste en querer y cuidar a tu familia, que es una de las pocas cosas que merecen la pena en este mundo¡±. Pero el mundo, las familias y sus aspiraciones han cambiado mucho en este ¨²ltimo medio siglo. Y cabe preguntarse si una compa?¨ªa que se aferra con tanta fuerza a sus c¨®digos puede adaptarse a los nuevos tiempos y mantener su relevancia en una sociedad como la occidental donde la imagen de un matrimonio heterosexual blanco junto a su prolija descendencia resulta m¨¢s reduccionista que nunca.
¡°Me gusta que mis polos y mi ropa sean considerados pijos. Quiero que cualquiera se sienta especial cuando los lleve¡±
¡°Siempre va a haber cambios y no te puedes dormir en los laureles: debes saber c¨®mo se siente la gente y por qu¨¦, y proyectar tu trabajo en ello. La diversidad es m¨¢s importante que nunca. No podemos dejar a nadie fuera y queremos respetar a todo el mundo¡±, explica. Parece que no se trata solo de una respuesta est¨¢ndar, articulada por alg¨²n jefe de comunicaci¨®n. En el desfile de su 50? aniversario, celebrado en septiembre de 2018 en Nueva York, Lauren escogi¨® un casting de modelos multirracial que abarcaba un rango de edad tan amplio como al que se dirige su propia ropa.
Que el dise?ador es un hombre de negocios capaz de replantear su propio proyecto lo demuestra el hecho de que cediese su puesto de consejero delegado hace cinco a?os en favor de Stefan Larsson. El movimiento, que le dejaba a cargo de la parte creativa de la compa?¨ªa, buscaba reactivar una empresa que arrastra problemas derivados de su pol¨ªtica de descuentos y su estrategia de comercio electr¨®nico. Pero menos de dos a?os despu¨¦s de su nombramiento, Larsson abandonaba la compa?¨ªa por su falta de entendimiento con el creador, seg¨²n The New York Times. Lauren se vio obligado aplicar fuertes recortes que se materializaron en el cierre de 50 tiendas, varias l¨ªneas de producci¨®n y m¨¢s de mil despidos. Finalmente Patrice Louvet tomaba las riendas en 2017 y abr¨ªa una ¨¦poca de moderado crecimiento.
¡ª?Cu¨¢les son sus planes empresariales para el futuro?
¡ªDejarlo.
El tiempo se detiene unos segundos en el hotel, hasta que Lauren suelta una carcajada que vuelve a poner a todo el mundo en movimiento. ¡°No, es broma. Quiero seguir mejorando. Ahora es un poco m¨¢s duro de lo que sol¨ªa ser, no puedes dar nada por seguro, pero est¨¢ bien que sea as¨ª. Y es verdad que tengo que empezar a pensar en mi sucesi¨®n porque mi compa?¨ªa cotiza en Bolsa. Hay un mont¨®n de gente maravillosa en mi equipo¡±. Incluido David, el ¨²nico de sus tres hijos que est¨¢ plenamente involucrado en la empresa. ¡°Tiene mucho talento. No hace lo que yo hago, pero es muy importante para la marca¡±, argumenta. No parece muy interesado en ahondar en su jubilaci¨®n. Algo ha captado su inter¨¦s repentinamente.
¡ª?Me dejas probarme tus gafas? Son muy bonitas, ?son m¨ªas?
¡ªNo, son de otra marca.
¡ª[Con ellas puestas] Pues son igual que las m¨ªas. Son muy Ralph Lauren.?
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