?D¨®nde est¨¢ Lula?
El expresidente contin¨²a su silencio pol¨ªtico mientras Bolsonaro vive un repunte en su popularidad
En Brasil se est¨¢n moviendo, de repente, placas tect¨®nicas de la pol¨ªtica mientras que Lula, ya fuera de la c¨¢rcel y con libertad de palabra y acci¨®n, sigue en silencio pol¨ªtico. Sabemos lo que el expresidente piensa y organiza por terceras personas. Al parecer su gran preocupaci¨®n ser¨ªa definir los posibles candidatos de su partido, el PT, con vistas a las elecciones municipales. Es muy poco para el momento cr¨ªtico que vive el pa¨ªs, donde est¨¢n en juego la libertad de pensamiento y el futuro democr¨¢tico.
El bolsonarismo m¨¢s exacerbado y autoritario, de extrema derecha, est¨¢ levantando la cabeza. El presidente Bolsonaro ya no solo habla de disputar la reelecci¨®n en 2022. Insin¨²a eternizarse en el cargo m¨¢s all¨¢ de ocho a?os. Cuando parec¨ªa que su bal¨®n de popularidad hab¨ªa pinchado, llegando a ¨ªndices insignificantes de consenso y superado hasta por su ministro de Justicia, Sergio Moro, parece haber levantado la cabeza nuevamente.
Los ¨²ltimos sondeos le dan un crecimiento significativo del apoyo popular. Y ¨¦l, envalentonado,ha dado se?ales claras de querer debilitar en su Gobierno la fuerza de Moro. Ha anunciado que podr¨ªa retirar de su ministerio la lucha al crimen organizo, campo en el que el exjuez de la Lava Jato hab¨ªa recogido frutos considerables. De ah¨ª a empujarlo fuera del Gobierno hay un paso.
Bolsonaro se ha permitido el lujo de ofrecer la Secretar¨ªa de la Cultura a la famosa actriz global Regina Duarte, algo que ha dejado perpleja a la extrema derecha. Su hijo, el extremista alcalde de R¨ªo de Janeiro, Carlos, ha llegado a acusar a su padre de haber elegido a una ¡°comunista¡±.
Ahora, Bolsonaro, m¨¢s libre, exhibe como su nuevo trofeo a la actriz que, en realidad, hubiese hecho un buen papel en cualquier gobierno democr¨¢tico. ?No fue Gilberto Gil ministro de Cultura de Lula? No es que Bolsonaro se haya convertido de repente a los valores democr¨¢ticos. Es que se siente m¨¢s fuerte y con ganas de provocar a los suyos.
No sabemos a¨²n si esa elecci¨®n para guiar la rica cultura brasile?a acabar¨¢ consolid¨¢ndose, si la actriz se encontrar¨¢ a gusto y con libertad de acci¨®n en ese Gobierno de extrema derecha y hasta cu¨¢ndo la soportar¨¢ el jefe si intenta abrir nuevos campos de democracia cultural. No cabe duda, sin embargo, que Bolsonaro se permite hasta jugar con dos barajas y se divierte con el nombramiento de Duarte.
Mientras tanto, Lula sigue en silencio en este momento crucial en el que podr¨ªa consolidarse un clima de autoritarismo y una caza de brujas iniciada con el intento de condenar al periodista norteamericano Glenn Greenwald, fundador de The Intercept. Esto desentra?¨® las v¨ªsceras m¨¢s oscuras de la Lava Jato y se convirti¨® en un s¨ªmbolo claro del desprecio por la libertad de expresi¨®n.?
Hay momentos en la historia de una familia o de un pa¨ªs en los que es necesario olvidarse de los intereses m¨¢s personales para colocarse al servicio de la comunidad. Sobre todo si esta se halla en grave peligro. De ah¨ª que Lula, con sus aciertos y errores, no deja de ser una figura fundamental en la democracia de este pa¨ªs. Har¨ªa mal en perderse en la defensa de su corral personal, olvid¨¢ndose del bien general.
Su papel se empeque?ecer¨ªa si su ¨²nica preocupaci¨®n fuera la de salvar de la quema a su partido, el PT. De nada servir¨ªa en este momento una confrontaci¨®n directa con Bolsonaro, ya que solo servir¨ªa para fortificar al presidente y a sus huestes, quienes se sienten orgullosas de haber derrotado al lulismo.
Lo que Brasil necesita y para lo que Lula s¨ª podr¨ªa ser a¨²n una pieza importante es la reunificaci¨®n. El pa¨ªs, tras la explosi¨®n e involuci¨®n bolsonarista, se encuentra en un momento hist¨®rico que vivieron pa¨ªses como Espa?a cuando acab¨® la dictadura franquista. Solo fue capaz de salir del t¨²nel f¨²nebre de 40 a?os de oscurantismo, precedida de una sangrienta Guerra Civil, con la idea genial e inteligente de todos los partidos democr¨¢ticos de dar vida al Pacto de la Moncloa, que ser¨ªa m¨¢s tarde imitado por otros pa¨ªses, a una primavera democr¨¢tica capaz de recuperar todas las libertades.
Tambi¨¦n hoy las fuerzas democr¨¢ticas en Brasil, desde la izquierda a la derecha, necesitan crear un pacto de acci¨®n ante el hurac¨¢n extremista. Se deber¨¢n reunir fuerzas y olvidarse los intereses personales o de partido para crear un pacto democr¨¢tico.?
Para ello deber¨¢n ser conscientes todas las fuerzas democr¨¢ticas. Y lo deber¨¢ ser Lula. No ser¨¢ alimentando egos y defendiendo intereses partidarios que se recrear¨¢ una sociedad pacificada, unida y feliz, donde todos tengan derecho de ciudadan¨ªa.
Y donde no sean relegadas al olvido, como ocurre hoy, esas caravanas de pobres y desasistidos. Caravanas de familias que consiguen mal sobrevivir. Esas familias de la periferia econ¨®mica del pa¨ªs no son una minor¨ªa sufrida e insignificante. Hoy, tristemente, constituyen la gran mayor¨ªa de Brasil, uno de los pa¨ªses m¨¢s grandes y ricos del mundo. Un pa¨ªs que, parad¨®jicamente, aparece a la cola de los que menos combaten la corrupci¨®n. ?Ser¨¢ verdad que no existe la corrupci¨®n en el Gobierno de Bolsonaro? Es de esperar que el ministro Moro, que era un lince para descubrir la corrupci¨®n debajo de las piedras cuando era juez de la Lava Jato, sea capaz de detectarla dentro de su propio Gobierno. ?O no?
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