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Un incidente dom¨¦stico de Melania y Donald Trump me viene a la cabeza en estos d¨ªas de aprietos del presidente que quiz¨¢ no acaben en un apret¨®n. Sucedi¨® hace dos a?os cuando la pareja solicit¨® al Museo Guggenheim de Nueva York el pr¨¦stamo de un paisaje nevado de Van Gogh para decorar en sinton¨ªa la Casa Blanca. La conservadora jefa, Nancy Spector, les hizo saber con seco humor que, indispuesto el van gogh, ofrec¨ªa en su lugar una pieza contempor¨¢nea, Am¨¦rica, del italiano Maurizio Cattelan, consistente en una primorosa taza de v¨¢ter, con su mecanismo hidr¨¢ulico y sus tuber¨ªas, todo ello confeccionado en oro de 18 kilates. Cien mil personas la frecuentaron, guardando la debida cola, cuando el Guggenheim la expuso en un retrete ad hoc, aunque no hay estad¨ªsticas del uso mingitorio, o mayor, de la obra, que funcionaba y ten¨ªa puerta. Am¨¦rica fue robada el pasado agosto cuando se expon¨ªa, con la misma aglomeraci¨®n de usuarios, en el manor ingl¨¦s de Blenheim, y sigue sin aparecer, mientras se especula sobre su destino. ?Fundida por desaprensivos para convertirla en lingotes de oro sin firma de autor? ?Mandada robar por alg¨²n jeque de desmandado esf¨ªnter? Cattelan niega que su taza sea una met¨¢fora anti-Trump, y solo acepta la interpretaci¨®n kafkiana del t¨ªtulo, habi¨¦ndose inspirado, dice, en la novela Amerika del escritor checo. Yo tambi¨¦n sostengo una hip¨®tesis, aunque no dispongo de pruebas fecales. La letrina valorada en cinco millones de d¨®lares, sustra¨ªda por esbirros rusos, la tendr¨ªa Trump, aunque ¨¦l mismo no tire de la cadena; sus senadores le limpiar¨¢n las verg¨¹enzas en el excusado. Y mientras una facci¨®n de la primera potencia mundial adora a un ¨ªdolo de oro, aqu¨ª seguimos metidos en el merd¨¦ diario del desdoro de la pol¨ªtica. El nuestro, al contrario que Am¨¦rica, no es inodoro.