Y todo es vanidad
La figura de Goya en los premios de la Academia de cine no solo resulta un contrasentido, es una cr¨ªtica muda a la gala en s¨ª
Ignoro por qu¨¦ motivo a los premios anuales del cine espa?ol les pusieron el nombre de Goya en lugar del de Bu?uel, pongo como ejemplo, pero lo que parece claro es que quien tuvo la idea no conoc¨ªa el trasfondo de la obra del pintor aragon¨¦s, del que se exponen en el Museo del Prado en estos d¨ªas 300 dibujos correspondientes a varias series en una muestra que deber¨ªa ser vista por todos los espa?oles. Porque Goya no es ese se?or cuya representaci¨®n en bronce los premiados del cine espa?ol besan con emoci¨®n cuando la reciben, sino el hombre que diseccion¨® el car¨¢cter espa?ol y, en particular, los vicios y los defectos m¨¢s habituales entre nosotros. Entre ellos, la vanidad, que es el pecado por excelencia de los actores y cineastas y, en general, de todos los que nos dedicamos a cualquiera de las artes que integran lo que llaman la cultura, que a mis 64 a?os sigo sin saber qu¨¦ es.
En los dibujos de Goya hay muchas referencias a ese pecado capital, incluso representaciones directas como la que el pintor titul¨® Hasta la muerte, en la que ridiculiza la vanidad de las cortesanas de su tiempo, pero no parece que nuestros cineastas hayan reparado en ello, a tenor de c¨®mo se comportan en la gala de los Goya, en mi opini¨®n, uno de los espect¨¢culos m¨¢s pat¨¦ticos de cuantos se celebran en este pa¨ªs anualmente, y mira que hay competencia. Pat¨¦tico en s¨ª mismo por lo que tiene de bochornoso ver a unos profesionales presumir de su pertenencia a una profesi¨®n que no deja de ser m¨¢s que eso: una profesi¨®n, y exhibir sus sentimientos sin pudor, y pat¨¦tico por lo absurdo que resulta todo a la luz de la situaci¨®n de la industria del cine, cada vez m¨¢s depauperada, como bien recordaron algunos de los presentes, comenzando por Pedro Almod¨®var. Viendo la gala de los Goya y los atuendos de los participantes uno no puede quitarse de la cabeza esas bodas en las que los organizadores tiran la casa por la ventana para la ocasi¨®n a base de endeudarse con el banco.
En ese contexto, la figura de Goya no solo resulta un contrasentido, es una cr¨ªtica muda a la gala en s¨ª, del mismo modo en que lo fue tambi¨¦n la incomparecencia de la persona que recibi¨® el Premio de Honor de este a?o, la inolvidable Marisol, desde hace muchos toda una muestra de coherencia que cada vez cobra m¨¢s simbolismo y que se suma a la de otros cineastas, como Rafael Azcona o V¨ªctor Erice, que con su comportamiento dignifican el cine y la cultura tanto como con sus pel¨ªculas. De fondo, suenan los versos de Javier Krahe, el tambi¨¦n refractario a las pompas de la vanidad social, el juglar anarquista y heterodoxo del que muy pronto se publicar¨¢, por cierto, una biograf¨ªa completa con ocasi¨®n de los cinco a?os de su desaparici¨®n: ¡°Gracias a mi conducta vagamente antisocial,?/ temo no verme nunca encaramado a un pedestal?/ No alegrar¨¢ mi efigie el censo de monumentos,?/ no vendr¨¢n las palomas a rociarme de excrementos. (¡)?/ Gracias a mi tozuda decisi¨®n existencial,?/ no cabe entre mis planes dar ning¨²n salto mortal,?/ no gozar¨¢ las honras funerales mi alma en pena,?/ no vendr¨¢n los gusanos a tirar de la cadena?/ Y es una pena, la verdad,?/ porque ser¨ªa algo divino?/ ver c¨®mo todo es vanidad¡¡±.
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