El fin del progreso
La relaci¨®n con la naturaleza y la revoluci¨®n en comunicaciones y datos son el punto de partida de un nuevo tiempo donde han cambiado las bases sobre las que se construy¨® la modernidad
El progreso es un concepto y una realidad relativamente recientes, muy ligados a la Ilustraci¨®n, y sobre todo a las revoluciones industriales. Ha tocado a su fin. Qu¨¦ lo remplazar¨¢ no est¨¢ claro, pero lo que s¨ª lo est¨¢ es que las econom¨ªas y sociedades desarrolladas, y las que est¨¢n en v¨ªas de desarrollo, tienen que pensar en otra cosa, pues van a tener que vivir de otra manera. Estamos ante una crisis de civilizaci¨®n, desde luego, si bien no ¨²nicamente, occidental.
Naturalmente que muchas cosas avanzan, como muy bien ha recogido Hans Rosling (Factfulness).La esperanza de vida ha aumentado en casi todo el mundo (aunque con grandes diferencias, incluso por barrios en las grandes urbes desarrolladas). Miles de millones han salido de la pobreza ¡ªy la absoluta se ha reducido¡ª en el mundo, especialmente por China. Se ha generado una clase media global, que en parte est¨¢ ahora en crisis ante la disociaci¨®n entre el crecimiento econ¨®mico y el del bienestar de las sociedades, con una crisis de las expectativas que lleva a conflictos generacionales. El analfabetismo est¨¢ a la baja. La mujer se est¨¢ emancipando, a distintas velocidades, en casi todas las sociedades. La medicina avanza. Hay menos guerras y violencia (Steven Pinker). Tenemos unas capacidades de comunicaci¨®n entre seres humanos con las que nunca hab¨ªamos so?ado antes (aunque fomente tambi¨¦n altos grados de control ¡ªpor Gobiernos y empresas¡ª, de incomunicaci¨®n, de soledad, y de vivir en burbujas ideol¨®gicas). Y la revoluci¨®n tecnol¨®gica, tanto la digital como la rob¨®tica y la biotecnolog¨ªa, est¨¢n permitiendo no ya hacer cosas que antes se hac¨ªan con esfuerzo humano, sino otras que nunca se hab¨ªan podido lograr, incluso llegar a cambiar la raza humana. Homo Deus, lo llama Yuval Noah Harari, aunque quiz¨¢s acabemos no deviniendo sino creando nuevos tipos de dioses.
Est¨¢ penetrado con rapidez la idea de que la distinci¨®n entre humanos, naturaleza y m¨¢quinas se ha difuminado
Pero no hablamos de ese tipo de progreso. Sino de que las bases de lo que hab¨ªamos llamado ¡°el progreso¡±, sobre las que se construy¨® la modernidad, se est¨¢n rompiendo. ?Cu¨¢les eran? Nos limitaremos a dos. La primera era que cre¨ªamos que la naturaleza era inagotable y que pod¨ªamos transformarla, trastocarla y exprimirla sin l¨ªmites. Pues el progreso lo era en cuanto a dominio sobre la naturaleza. Pero la hemos agotado con un modelo de crecimiento que ahora tiene que tocar a su fin porque tiene efectos nocivos de muy diversa ¨ªndole. Uno, quiz¨¢s el principal, es el calentamiento global y el cambio clim¨¢tico que est¨¢ provocando con consecuencias desastrosas. Es el primer riesgo global, seg¨²n el an¨¢lisis de este a?o del Foro Econ¨®mico Mundial (WEF). Responde tambi¨¦n al anterior paradigma de separaci¨®n entre humano, m¨¢quina y naturaleza en el que se hab¨ªa basado la idea de progreso y de modernidad, en la que los lugares centrales eran la f¨¢brica (centro de encuentro del humano y la m¨¢quina, con impacto en la naturaleza) y la oficina, pero se est¨¢n vaciando, como ahora se est¨¢n vaciando de sentido esos no?lugares que son los centros comerciales.
Salvo en algunos sectores, est¨¢ penetrando con rapidez y efectividad la idea de que esta distinci¨®n entre humanos, naturaleza y m¨¢quinas se ha difuminado. Esta ¨²ltima edici¨®n del Foro Econ¨®mico de Davos, salvo por Donald Trump con el mensaje contrario, ha sido un ejemplo de un cambio de perspectiva y de mentalidad al respecto, aunque est¨¢ por ver c¨®mo realmente se traducir¨¢ en la pr¨¢ctica. No solo hay que reconocer que ser humano, naturaleza y m¨¢quinas ya no est¨¢n separados, sino que para volver a ligar nuestros destinos tenemos que cambiar nuestra forma de vivir, y no solo en el mundo desarrollado. Este cambio conlleva costes personales y sociales, algunos de los cuales, por ejemplo, se han reflejado en las protestas de los chalecos amarillos en Francia, quiz¨¢s las primeras contra una transici¨®n ecol¨®gica que llevaba a elevar el precio del di¨¦sel con efectos costosos en entornos rurales en los que el autom¨®vil parece indispensable.
Va a suponer un cambio de modelo, de crecimiento sin consideraci¨®n por la naturaleza en el que se basaba el concepto de progreso, y de forma de vida, incluso de alimentaci¨®n, que hemos vivido. Con dos a?adiduras. La primera, sin llegar a la cuestionada singularidad, es que las m¨¢quinas nos van a superar en algunos aspectos importantes, de nuevo trastocando la idea de progreso que se centraba en lo humano, aunque tambi¨¦n estemos ya yendo a seres aumentados y a transhumanos. Eso ya poco tiene que ver con la idea de progreso en la que hemos vivido. Adem¨¢s, los avances en biotecnolog¨ªa nos van a permitir manipular directamente las cargas gen¨¦ticas, lo que nos puede llevar (a nosotros y a las m¨¢quinas) a cambiar la naturaleza, general y humana, desde su interior m¨¢s b¨¢sico, algo para lo que no estamos preparados ¨¦tica, social ni pol¨ªticamente. La ciencia avanza, sin duda, tambi¨¦n la tecnolog¨ªa, y quiz¨¢s nos sirva para corregir ese destrozo de la naturaleza ¡ª?se puede seguir hablando de Ciencias Naturales?¡ª al que nos ha llevado la antigua idea de progreso.
Puede que la globalizaci¨®n haya tocado techo, para dejar paso a lo planetario
La segunda ruptura de la idea tradicional del progreso responde a la revoluci¨®n en comunicaciones y datos, y en general a la digitalizaci¨®n. El progreso estuvo muy ligado a la explosi¨®n de los medios (prensa, primero, radio y televisi¨®n). Ahora estamos en una situaci¨®n de fin de la separaci¨®n no ya entre la informaci¨®n y la desinformaci¨®n (tema viejo, aunque ahora exacerbado por la hipercomunicaci¨®n), sino entre lo real y lo virtual, cuesti¨®n que recoge el Onlife Manifesto de Luciano Floridi y otros (2015). Esta l¨ªnea de separaci¨®n, que en parte Plat¨®n ya plante¨® con el mito de la caverna, ya con la llegada de Internet antes que de las redes sociales, se est¨¢ borrando r¨¢pidamente, con consecuencias para nuestra vida social, personal, intelectual y pol¨ªtica. Desde luego, para el funcionamiento de las democracias y de las no democracias al cambiar, al desaparecer, esta diferencia entre lo real y lo virtual, y entre la verdad ¡ªo la b¨²squeda de la verdad¡ª y la no verdad, en una situaci¨®n de superabundancia de informaci¨®n que, sin embargo, no nos hace saber m¨¢s, y nos lleva a unas sociedades pobladas de solitarios, pese a la hipercomunicaci¨®n. Las cuestiones morales que se plantean no est¨¢n separadas y saltan de la esfera de lo real a la virtual, y viceversa, generando confusi¨®n.
No es que el fin del progreso lleve a un nuevo conservadurismo, pues no se trata de conservar, de preservar, de volver atr¨¢s incluso en t¨¦rminos de la naturaleza, sino de crear un nuevo futuro para el que a¨²n no tenemos realmente conceptos y palabras para pensarlo. Para este cambio necesitamos lo que H.?G. Wells, siempre anticip¨¢ndose, llam¨® ¡°educaci¨®n universal¡±, en el doble sentido de para todos y para todo, es decir, centrada en los ¡°hechos unificadores del mundo¡±. Pues puede que la globalizaci¨®n haya tocado techo para dejar paso a lo planetario.
Andr¨¦s Ortega es investigador s¨¦nior asociado del Real Instituto Elcano y director del Observatorio de las Ideas.
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