Zona catastr¨®fica
La reincidencia en la destrucci¨®n de paseos mar¨ªtimos o soluciones urbanas aprobadas sin rigor por lluvias torrenciales resulta esclarecedora
Ahora que nos gustan tanto las encuestas, porque parecen contener verdades sin controversia, podr¨ªamos encargar una nueva. La que se refiere a las zonas catastr¨®ficas tras las borrascas y condiciones extremas que nos depara la naturaleza. Ser¨ªa conveniente saber si la declaraci¨®n de zona catastr¨®fica ha aumentado su n¨²mero en los ¨²ltimos cinco a?os con respecto a las dos d¨¦cadas anteriores. Podr¨ªamos as¨ª reunir alg¨²n dato nuevo a la hora de afrontar las prioridades y las ayudas a la reconstrucci¨®n enlaz¨¢ndolas con la deriva clim¨¢tica actual. No deja de ser curioso que algunos pol¨ªticos promuevan la negaci¨®n y la burla sobre el cambio clim¨¢tico como una de las claves de su virtuoso tradicionalismo de pega. Han seducido a gran parte de la poblaci¨®n con una receta sencilla que se limita a inventarse un tiempo maravilloso en el pasado reciente que ellos van a recuperar con su varita m¨¢gica, el repetido lema de volveremos a hacer grande nuestro pa¨ªs. Parten de dos mentiras muy suculentas.
La primera tiene que ver con sus capacidades de diagn¨®stico y cura de los males que nos aquejan. Basta comprobar las legislaturas ya avanzadas de algunos de los elegidos por su talante populista para que se evidencie que es posible que supieran captar un malestar extendido, pero de lo que han sido incapaces es de dar con alguna soluci¨®n imaginativa. Incluso sus propuestas m¨¢s atrevidas y publicitadas hasta la saciedad se han demostrado falsas o irrealizables. La segunda mentira remite a un pasado de enso?aci¨®n al que han contribuido grandemente las versiones completamente falseadas de la historia tanto en la ficci¨®n como en cierto ensayo contempor¨¢neo, cuya finalidad ha consistido m¨¢s en rearmar el orgullo patriota en cada pa¨ªs o regi¨®n y mucho menos en ser fieles a la verdad por desagradable que sea. Durante estos a?os pareciera que dos mentiras unidas sumaban una verdad, quiz¨¢ solo sea cuesti¨®n de tiempo identificarlas y despojarlas del tinte idealista que convence a algunos.
Pero el m¨¢s interesante estudio sobre las zonas catastr¨®ficas en Espa?a tendr¨ªa que ver con su reincidencia. En los ¨²ltimos meses hemos visto hasta en tres ocasiones consecutivas quedar arrasados los mismos parajes. Es quiz¨¢ la ¨²nica ventaja de esos noticiarios tan sobrecargados de una visi¨®n del desastre lo m¨¢s cercana posible. Ya fueran paseos mar¨ªtimos, l¨ªneas de costa, terreno de cultivo o soluciones urbanas aprobadas sin rigor, la reincidencia en su destrucci¨®n por lluvias torrenciales resulta esclarecedora. Nuestras iniciativas de solidaridad y la reconstrucci¨®n nos honran, pero tambi¨¦n ser¨ªa bueno saber si cometer el mismo error cincuenta veces lo va a transformar en un acierto. Es evidente que hay zonas catastr¨®ficas que son fruto de un azar da?ino y puntual, sobre ellas se requiere rapidez para paliar los da?os y compensaciones urgentes. Pero en otras, la tendencia parece ir a peor y se?alan una pauta repetitiva, nada azarosa. Lo inteligente ser¨ªa encontrar soluciones reales y reformas sustanciales que permitieran a la autoridad competente abandonar la estrategia de tirar el dinero y ponerse a usarlo con cierta inteligencia y visi¨®n de futuro. Puesto que la visi¨®n del pasado ya la tenemos demasiado atrofiada por las emociones y enga?ifas, quiz¨¢ la del futuro a¨²n est¨¢ a salvo de guiarse por la verdad racional.
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