El Estado como abstracci¨®n
A pesar de la maduraci¨®n de la democracia en Am¨¦rica Latina, la realidad converge con los imaginarios borgeanos
Am¨¦rica Latina debe afrontar el futuro como esperanza, no como amenaza, desinfectando aquellas democracias pringadas de autoritarismo, populismo y corrupci¨®n, perturbadoras de los derechos y deberes que garantizan la libertad individual y la justicia, la pr¨¢ctica del poder pol¨ªtico, el bienestar econ¨®mico y la seguridad. Ni el cautiverio colonial, ni las secuelas de las dictaduras, ni siquiera el intervencionismo de EE?UU, justifican los pasos de tortuga hacia el bienestar colectivo, el estancamiento en el subdesarrollo, de una regi¨®n fatalmente diagnosticada por el expresidente Domingo Faustino Sarmiento en Conflicto y armon¨ªas de las razas en Am¨¦rica. El pensador argentino propuso en el siglo XIX copiar la cultura norteamericana e importar razas europeas, que estimaba m¨¢s aptas para la civilizaci¨®n y el progreso, porque el indio no serv¨ªa y los blancos espa?oles hab¨ªan perdido el h¨¢bito de ejercitar el cerebro.
Sin llegar al apartheid de quien fuera uno de los padres de la Constituci¨®n argentina de 1853, el dictamen de Jorge Luis Borges en Evaristo Carriego tampoco es misericordioso en la definici¨®n de uno de los problemas fundamentales de sus compatriotas: el menosprecio del contrato con el Estado. El escritor que se describi¨® harto de s¨ª mismo, de su nombre y de su fama porfi¨® con la creencia de que, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, el argentino no se identifica con el Estado: es un individuo, no un ciudadano y, como el Estado es impersonal, robar dinero p¨²blico no es un delito. Las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas de Latinoam¨¦rica lo demostraron captur¨¢ndolo.
A pesar de la maduraci¨®n de la democracia, la realidad converge con los imaginarios borgeanos. El Estado es una abstracci¨®n, en Buenos Aires, Lima o Tegucigalpa, y la disposici¨®n del contribuyente a pagar impuestos, casi nula: un suicidio antisistema porque la recaudaci¨®n que servir¨ªa para construir hospitales, carreteras y escuelas se evapora en el delito fiscal. La ciudadan¨ªa, una entelequia, y la altura de miras, el beneficio de todos por encima de los intereses particulares y partidarios, una milonga, cosa de pendejos.
Las democracias de Am¨¦rica Latina son poco apreciadas por sus beneficiarios porque su arquitectura institucional no es fecunda, ni inocula cultura y solidaridad; las pol¨ªticas p¨²blicas son err¨¢ticas, no sanan la gangrena de la delincuencia y apenas han acortado las abismales desigualdades en ingresos y oportunidades. Mientras la demagogia prospera en las propuestas, las clases medias rescatadas de la pobreza penden de un hilo.
Los pol¨ªticos convencidos de que solo individuos educados promover¨¢n ciudadan¨ªa y cohesi¨®n social deber¨¢n predicar civismo desde el paritorio, porque el contrato social con las instituciones dimanantes del Estado implica derechos y obligaciones, que la mayor¨ªa no cumple. El origen de las movilizaciones en Chile, Ecuador o Colombia difiere, pero su transversalidad evidencia el surgimiento de un empe?o en reconducir las relaciones con el Estado, sin tener que recurrir a las importaciones de Sarmiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.