Tiempo antes, tiempo despu¨¦s
Escuchaba m¨¢s de lo que hablaba, por eso todo lo que contaba ten¨ªa inter¨¦s
Escuchaba m¨¢s de lo que hablaba, por eso todo lo que contaba ten¨ªa inter¨¦s. Ven¨ªa en bus porque recordaba la frase de Azcona (¡°la mejor persona que he conocido en mi vida¡±) sobre el cine espa?ol, cuyos directores divid¨ªa entre los que viajaban en taxi o en autob¨²s. Contaba historias con gracia y suspense que a nosotros nos sonaban a Marte, como los divertidos caprichos de Nicole Kidman en Los otros?que ¨¦l relataba como si Kidman fuese una vecina suya de Albacete. Con el tiempo se aprend¨ªa que el absurdo de su cine, cuando lo hab¨ªa, no era m¨¢s absurdo que lo que nos rodeaba, y que todo lo que nos pasa tiene el mismo sentido que lo que pasa en sus pel¨ªculas. A veces hay que re¨ªrse de alguna escena por diversi¨®n en el cine para no re¨ªrnos de la misma escena, por crueldad, en la vida. Eso no lo ense?aba ¨¦l, que no iba dando lecciones por ah¨ª, pero lo aprendimos.
Una vez cont¨® que en su primer trabajo quiso contratar a Fernando Fern¨¢n G¨®mez. Choc¨® con el agente del actor: ¡°Mi representado no puede leer seguidas m¨¢s de 31 l¨ªneas de di¨¢logo¡±. Cuerda dijo: ¡°Todos sus di¨¢logos son inferiores a 31 l¨ªneas salvo uno que tiene 32¡±. ¡°Por razones obvias¡±, contest¨® el agente, ¡°mi representado no participar¨¢ en la pel¨ªcula¡±. En ese ¡°por razones obvias¡±, que poco cuesta imaginar de su propia cosecha, cabe parte de su universo, que era un universo confeccionado desde su infancia hasta el final de ella, en los ¨²ltimos d¨ªas en Madrid.
¡°Ha muerto Cuerda. No queda nadie por morir¡±, le escrib¨ª ayer a mi ex, Ana, con la que hace tres semanas estaba en otro funeral. Lo conoc¨ªamos por Edu Gal¨¢n, compartimos veladas en las que Cuerda se sentaba a escuchar, a re¨ªr y a comer. Proteg¨ªa, cuidaba y se dejaba cuidar. Cuando se desped¨ªa y se iba para casa, Gal¨¢n me hablaba de la necesidad de rodar la ¨²ltima pel¨ªcula, la continuaci¨®n esperada de Amanece, que no es poco que no encontraba financiaci¨®n. Para entonces Cuerda ya estaba con Juli¨¢n Lacalle y Pepitas de Calabaza preparando libros, barajando ideas, apuntalando esa suerte de biograf¨ªa que luego dio en llamar ¡°memorias fritas¡±. Y con el tiempo, el propio Gal¨¢n, Arturo Valls, Buenafuente, Berto Romero y F¨¦lix Tusell montaron una de las iniciativas m¨¢s hermosas del cine espa?ol: darle a Cuerda la revancha, el ¨²ltimo lanzamiento de dados, la pel¨ªcula Tiempo despu¨¦s.
Me gusta imaginarlo justificando su muerte como la mujer de Luis Ciges el divorcio, seg¨²n le cont¨® Ciges a ¨¦l: ¡°Dice que me ha dejado porque quiere una vida mejor. ?Nos ha jodido!¡±. Yo siempre le recordar¨¦ de una forma in¨¦dita: sin poder re¨ªrse. Ocurri¨® hace a?os en una cena con Jordi ?vole. ?vole nos habl¨® de un v¨ªdeo muy divertido que le hab¨ªan enviado por WhatsApp, y nos lo puso all¨ª mismo. Acercamos las tres cabecitas a su pantalla. Y cuando el v¨ªdeo ya hab¨ªa arrancado empezaron a entrar whatsapps de otro chat, whatsapps personales de una peque?a tensi¨®n familiar que Jordi sub¨ªa r¨¢pido con el dedo mientras el v¨ªdeo segu¨ªa. Y as¨ª est¨¢bamos en silencio, sin saber muy bien qu¨¦ decir, cuando mir¨¦ de reojo a Cuerda, que pon¨ªa el inter¨¦s y el pudor en el v¨ªdeo sabiendo de sobra que la marcha, la vida y el humor est¨¢ siempre en lo inesperado.
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