La reacci¨®n de Merkel
La suma de votos de los democristianos y la ultraderecha para elegir un Gobierno regional no tiene lugar en una democracia. Y as¨ª lo ha interpretado la canciller
La canciller alemana, Angela Merkel, ha realizado una loable demostraci¨®n de sentido democr¨¢tico en su fulminante intervenci¨®n ante la designaci¨®n de un jefe de Gobierno en el Estado federado de Turingia gracias a los apoyos del partido conservador de la propia mandataria y de la ultraderechista y racista Alternativa para Alemania (AfD).
Tras varios meses sin lograr conformar Gobierno, debido a la fragmentaci¨®n del voto en las elecciones regionales celebradas el pasado octubre, el liberal Thomas Kemmerich fue elegido el mi¨¦rcoles para dirigir el Gobierno regional. As¨ª, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, los votos de la ultraderecha influ¨ªan en la formaci¨®n de un Gobierno en alianza con el hist¨®rico partido democristiano que ¡ªjunto a los socialdem¨®cratas¡ª ha protagonizado el mayor periodo de democracia en la historia de Alemania.
Lejos de tratar de justificar este hecho con alg¨²n argumento coyuntural o, simplemente, de guardar silencio, la canciller alemana conden¨® sin lugar a dudas esa alianza entre fuerzas democr¨¢ticas ¡ªobviamente, los liberales votaron a favor de su candidato y participaron del hecho¡ª y un partido que cuestiona el mismo sistema democr¨¢tico. Lo calific¨® de ¡°acto imperdonable¡±, apunt¨® a la necesidad de repetir las elecciones y advirti¨® de que lo sucedido no era bueno ni para Turingia ni para Alemania. M¨¢s claro, si cabe, habl¨® el secretario general democristiano, quien advirti¨® que no se puede elegir un Gobierno ¡°con votos de nazis como H?cke¡±, en referencia al l¨ªder de la AfD en Turingia, uno de los exponentes m¨¢s radicales del partido ultraderechista a escala nacional. El resultado ha sido la dimisi¨®n ayer del presidente elegido con los votos ultras y la m¨¢s que probable convocatoria de nuevos comicios.
Desde la irrupci¨®n de AfD en las instituciones, los partidos democr¨¢ticos alemanes hab¨ªan practicado un cord¨®n sanitario frente a la ultraderecha, que hab¨ªa evitado hasta ahora que la formaci¨®n accediera al poder o formara parte de pactos de gobierno. Un planteamiento plasmado con coherencia en la realidad, como cuando en las municipales del pasado julio en G?rlitz, en el este de Alemania, la izquierda de Die Linke pidi¨® el voto para ¡°las fuerzas democr¨¢ticas¡±, una clara alusi¨®n a los democristianos para impedir que la municipalidad cayera en manos de la extrema derecha.
En una democracia pueden convivir ideas muy lejanas y hasta incompatibles, pero a todas ellas les une su respeto a las reglas del juego y su compromiso democr¨¢tico. Y esa es la diferencia con otras fuerzas que, cuestionando la misma democracia, se sirven de sus mecanismos para llegar al poder. Los pol¨ªticos democr¨¢ticos alemanes han demostrado que lo tienen claro.
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