Aterrizar

A las 14.30 del pasado lunes, 3 de febrero, termin¨® la sesi¨®n de apertura de las Cortes en cuyo acto solemne e institucional los partidos pol¨ªticos no dejaron de enfrentarse a cara de perro, enredados en una pelea de patio de colegio sobre los aplausos al Rey. Mientras en los pasillos unos presum¨ªan de haberle aplaudido mucho, otros solo un poco y otros nada, a esa misma hora del aeropuerto de Barajas despegaba un Boeing 767 de Air Canad¨¢ con destino a Toronto. Apenas levantado el vuelo el piloto comunic¨® a la torre de control un problema t¨¦cnico que imped¨ªa seguir el viaje. Una rueda hab¨ªa reventado durante el despegue y restos del neum¨¢tico hab¨ªan sido absorbidos por uno de los motores, que qued¨® bloqueado. Los pasajeros del Boeing oyeron una explosi¨®n y al comprobar que el avi¨®n no tomaba altura comenzaron a alarmarse. Pero el comandante de la nave, lejos de mentir como un pol¨ªtico, les explic¨® con todo detalle cu¨¢l era el problema y la forma de solucionarlo porque lo hab¨ªa practicado m¨¢s de cien veces en el simulador. Ante su explicaci¨®n sencilla y racional los pasajeros se calmaron. Mientras en el Parlamento los pol¨ªticos se peleaban como gallos de corral, en el aeropuerto los equipos de salvamento funcionaban a la perfecci¨®n. Un caza F-18 hab¨ªa salido de la base de Torrej¨®n para inspeccionar de cerca los da?os. Los bomberos, las ambulancias, los hospitales, los controladores y la tripulaci¨®n estaban preparados. Despu¨¦s de dar vueltas varias horas para quemar combustible el avi¨®n aterriz¨® sin m¨¢s, lo que demuestra que existen en verdad dos Espa?as: la de los profesionales que saben lo que hacen y cumplen con su deber y la de ciertos pol¨ªticos que gritan, insultan, imparten el viejo odio cainita y en el fondo no saben nada de nada. Si la crispaci¨®n pol¨ªtica se hubiera instalado en Barajas, el avi¨®n se habr¨ªa estrellado.